Un helicóptero sobrevuela, pasadas las dos y media de la tarde de ayer, la balsa de los Linares de Hedroso para cargar agua. Hace viajes de ida y vuelta y remonta el cauce del río Pedro. El incendio se ha dado por extinguido pero siguen aflorando columnas de humo visible para los peregrinos extranjeros que preguntan por Lubián, a unos 4 kilómetros, sofocados de peregrinar por el asfalto.

El río Pedro baja con menos agua que el asfalto de la carretera vieja, que todos los días riegan los camiones cisternas de las obras del AVE para evitar el polvo. El agua del río que discurre bajo el puente procede de unos pequeños manantiales situados en la ladera que no se han secado ni por la sequía ni por las obras de la vía.

Con un calor que marca los 30 grados y la falta de lluvias peligra de alguna reproducción. "Estamos como en verano" comenta uno de los vecinos del pueblo. La ladera sobre la que se asienta Hedroso, mirando al naciente, está calcinada. Los parajes de Las Fuentes, El Curisco, El Uceraco, Las Galgas, El Salgueiral, El Acebro han quedado negros, como las matas de roble y las repoblaciones de castaños cercanas a la carretera. La pasada primavera Junta Vecinal y vecinos empezaron a desbrozar alrededor del pueblo, en previsión de incendios para hacer un cortafuegos que evitara la propagación del monte al casco urbano. Se contrataron un par de máquinas para desbrozar que poco pudieron hacer porque Medio Ambiente ordenó parar. Era época de anidación. Un varapalo para los vecinos que se temían el fuego y su irrupción en la zona habitada. "Ha quedado todo negro, hecho una mierda" describe una vecina junto a su perro.

Un tejado de cuelmo en la calle Adil de Hedroso se libró del incendio, pese a que el fuego se quedó a las puertas de las casas del barrio alto del pueblo, como también frenó a las puertas del cementerio. Los vecinos que fueron testigos de las operaciones de extinción reconocen que "la gente se expuso mucho y trabajó a fondo". Nada que reprochar a los trabajadores que "incluso se quedaron a dormir en el monte, y aquí de noche baja mucho la temperatura".

En época de recoger castañas a los árboles que se han quemado, hay que sumar los que están cortando en el paraje Las Rozas para despejar la línea de Alta Tensión del AVE. Una de las familias afectadas explica que, según el año, han recogido entre 300 y 500 kilos de castañas en los siete castaños de sus fincas, a euro o euro y medio el kilo, según la carencia de castaña que haya en el momento de la cosecha. Cuatro árboles los van a talar y tres árboles se han calcinado. Era la única cosecha que se ha salvado del año. Los frutales, salvo caso puntuales, se calcinaron con las heladas de abril. Los castaños han echado en falta el agua de septiembre. Una cosecha perdida.

Si no es por la piscina del Linar, no hubiera habido agua para que cargaran los helicópteros. Unas antiguas pozas para macerar el lino, que la Junta Vecinal recuperó como zona recreativa y ahora ha servido de infraestructura de emergencia. Una obra que le costó una multa de 1.800 euros a la comunidad vecinal por cortar los robles que había alrededor. Su inexistencia ha permitido que los helicópteros introdujeran la cesta sin incidentes por las copas de los árboles. Los vecinos dudan que se vuelva a llenar por esa falta de lluvia y porque los manantiales se están agotando. Las obras del AVE han desecado algunos cursos de agua subterránea que alimentaban los manantiales, incluso los que mantenían la cuneta húmeda y hasta encharcada. "Solo hay que mirar la cantidad de colillas de tabaco que hay tiradas en la cuneta" se lamenta uno de los vecinos. Sobre el origen del fuego todos apuntan a los alrededores de la subestación.

El ganado y la limpieza del monte son las únicas medidas que evitan incendios como tan gravosos como éste. Antes pastaban dos rebaños, entre 1.600 y 1.700 animales, y otras 150 vacas. Ahora no hay animales en el monte, tan solo una ganadería de fuera que pastorea entre Lubián y Hedroso. De momento, el coto de caza, pagará las consecuencias del incendio, al vedar la caza en los terrenos afectados.

"Ponen pegas para todo. Que se quemen las escobas es un perjuicio porque salen más y más juntas. La escoba, si la dejas, a los seis o siete años se muere. Ya estamos acostumbrados a solicitar las cortas de leña en las fincas, pero ¿qué clase de limpieza es esa que cada metro tienes que dejar un árbol?".

Los peregrinos, esta vez españoles, paran en la fuente y los vecinos les agasajan con la fruta que se ha salvado, unas peras de invierno que ya están para comer, unos buenos tragos de agua y conversación sobre el camino mozárabe sanabrés desmantelado por las obras del AVE.