Los siete miembros de la junta directiva del Club de Jubilados de Coreses presentaban en bloque su dimisión el pasado jueves 14 de septiembre en el Ayuntamiento de la localidad. Cuatro días antes, la Asamblea Extraordinaria había decidido casi por unanimidad denegar la entrada al bar a los no pensionistas, en otras palabras, admitir el acceso de forma exclusiva a los socios acreditados con el carné del Club, integrado por más de 300 usuarios.

Según algunos de los clientes asiduos, la decisión "non grata" tenía visos de restringir la clientela y así perjudicar al arrendatario del bar, con quien existía un "conflicto enconado" -según reconocen fuentes municipales- desde la entrada de la nueva junta directiva, elegida el pasado mes de marzo.

Al parecer, estas antiguas rencillas habrían sido el germen del restrictivo dictamen por cuyo cumplimiento velaron durante dos días un auxiliar de seguridad y un guardia jurado a las puertas de la tasca. Una situación rocambolesca respecto a la que no han querido pronunciarse ni el hostelero arrendatario ni miembros de la extinta junta directiva por respeto al proceso judicial en curso, iniciado a raíz de las continuas disputas.

Pese a que las instalaciones son de titularidad municipal, el local está cedido "a todos los efectos" al Club, organismo que lo gestiona de forma íntegra para su "use y disfrute" desde hace aproximadamente treinta años. De ahí que, según fuentes municipales, el Ayuntamiento no pueda "hacer nada" en la mediación del conflicto. Así las cosas, la inesperada dimisión de la junta directiva deja sin efecto la decisión del Club por lo que jubilados y pensionistas, o no, pueden volver a compartir un trago en la barra del bar a la espera de que se supla la vacante de los nuevos dirigentes.