es la Nacional 122 la arteria principal en materia de comunicaciones para Tierra del Pan, Alba y Aliste, convertida en alma ibérica como Itinerario Europeo 82 de Helsinki a Oporto. El trafico, nacional e internacional, la convierte en una vía que abre puertas y caminos para españoles y lusos hacia Europa, pero a la vez, es una carretera ligada a los siniestros mortales. Basta mirar los estudios del Ministerio de Fomento para darse cuenta que de Zamora a Quintanilha casi todo son amenazantes "puntos negros".

Este año se han limpiado arcenes y cunetas de maleza en una actuación digna de resaltar. Si el entorno esta como una patena, la calzada, como ya sucediera durante el "boom" de la construcción, cada día pasaban cientos de bañeras con grava para Portugal, el firme volverá a notar la afluencia de vehículos pesados. Desde mayo, la apertura del túnel de Marão, entre Amarante y Braganza, ha redirigido todo el tráfico pesado del norte de Portugal por la 122. Cientos de tráileres son sus usuarios junto a vecinos de Aliste, Alba, Trás-os-Montes y Pan.

Lluvias y nieblas regresan y no hace falta ser una eminencia científica para darse cuenta que habrá caravanas de kilómetros y conductores impacientes que por las prisas adelantarán donde no se debe. No se trata de viabilidades, económicas o de flujo de tráfico: habrá accidentes, heridos y quizás muertos. Por eso, la conversión de la Nacional 122 en autovía nos es una necesidad, es cuestión de vida y muerte, la de aquellos que cada día seguirán viéndose obligados a arriesgar su existencia, conscientes que un descuido o un fallo, propio o ajeno, volverá a teñir de rojo el negro asfalto.