El biólogo Mario Sáenz de Buruaga profundizó ayer en el censo de las manadas de lobos en lo que afecta a la provincia de Zamora, con 45 manadas, en las que se han verificado el 86% de reproducción, de acuerdo a los datos recogidos entre 2012 y 2013. El censo en Castilla y León arroja 179 manadas, de las que 152 perviven al norte del río Duero y 27 al Sur. El experto participo en las conferencias organizadas dentro del III Festival Territorio Lobo, organizadas ayer en Villardeciervos, y a las que asistieron medio centenar del personas.

La comunidad de Castilla y León ronda el 65% del total de manadas de la península. El censo "es una foto fija del momento" así se ha detectado nueve manadas más pero también han desaparecido otras dos que aparecían en el censo de 2000 y 2001. Se han tomado datos en una red de itinerarios de 51.000 kilómetros con la repetición de dos itinerarios a pie en primavera y verano. Sáez de Buruaga recalcó "la prudencia" a la hora de precisar el censo, así se han descartado todas las manadas "probables" de las que no ha aparecido ningún dato. Defendió la rigurosidad del trabajo de campo realizado por los agentes y celadores Medioambientales.

El avance al Sur del Duero "es el avance al sur de la península" porque la fragmentación de las poblaciones es "un cuello de botella". Es difícil que en provincias como Salamanca por la explotación de dehesas pueda permanecer esta especie pero "no tiene que haber lobos en todos los sitios". Los datos de la población de Portugal "tienen que servir para acabar con los dogmas". La prohibición de su caza no ha redundado en un incremento de las manadas sino que se han reducido entre un 15 y un 20%. Y resumió el estado de salud del medio rural: "Los turistas vienen a ver el lobo, se van con la fotografía, y aquí no se queda nadie. El 80% vivimos en las ciudades".

Los daños al ganado "es más un tema administrativo que científico", aseguró y no eludió que el lobo depreda al ganado y es una fuente de conflictos, donde prevalecen los extremismos. De los 5.000 ataques analizados por su gabinete solo el 12% deja dudas sobre la autoría. La picaresca en la denuncia de daños no ocasionados por el lobo son casos puntuales, aunque muy mediáticos.

El biólogo Luis Llaneza vinculó esta especie a zonas humanizadas y el alimento antrópico y su capacidad de adaptación "una especie todoterreno". Señaló que en la década de los 70 los cánidos no se extinguieron en la zona donde actualmente se conserva, Galicia, Castilla y León y Cantabria, precisamente por el factor humano. En la comunidad de Galicia está constatada dependencia del alimento antrópico, caballar o vacuno, por depredación o carroñeo. Incluso en Israel han vivido junto a una base militar alimentándose de los desperdicios. Su equipo científico ha analizado los factores que afectan a la ecología del lobo ya que son capaces de resistir en territorios de una fuerte persecución, donde su presencia es histórica. El grado de tolerancia del hombre con la especie es uno de los factores a tener en cuenta. Entre esos cambios están hasta las disposiciones legales, como ocurrió con las vacas locas que dejaron sin carroña a las manadas y se intensificó la depredación en el ganado.