Las playas del Lago de Sanabria dejan ver las toallas y biquinis de los visitantes que ayer comenzaron sus cortas vacaciones en el Parque Natural y los pueblos de la comarca en general, al tiempo que la capital se tapa con los caperuces procesionales de la Samana Santa. Las más que buenas temperaturas primaverales, hasta 24 grados se registraban ayer en las horas centrales en las orillas lacustres, invitaban a cambiar el hábito largo por el atuendo corto.

El flujo fluido de vehículos comenzó poco después de las doce de la mañana con decenas de vehículos estacionados en las zonas de aparcamiento de Custa Llago y la playa de La Viquiella, dos puntos de vista obligada estos días de descanso. En esta última playa, si bien el baño veraniego en el agua parece todavía lejano, sí hubo baños de sol con indumentaria veraniega. Los establecimientos de la zona confirmaban el repunte de la actividad tras un invierno demasiado largo y "muy parado" como reconocían en los bares de la zona. Los operarios de mantenimiento del Parque Natural ultimaban ayer faenas de reparación en la zona de la playa de Custa Llago.

Con una climatología espectacular, los caminantes también se animaron a practicar el senderismo en las rutas más renombradas como Vega de Tera o la Senda de los Monjes. En Ribadelago Viejo, los grupos familiares desfilaron durante todo el día por este entorno natural privilegiado. Otro dato significativo es una mayor afluencia de caravanas, con matrícula portuguesa, en el interior del Parque Natural, que confirma un ligero repunte el turismo del país vecino.

La oficina de Turismo de Puebla, del Castillo, constataba ayer un incremento de afluencia que comenzó el miércoles por la tarde. El fin de semana fue muy flojo en datos de visitantes, aunque se espera la máxima afluencia en los tres próximos días. El puente del 19 de marzo fue, en cifras de visitantes, mucho más relevante. El comercio en la comarca abre estos días de manera ininterrumpida.

El mercado semanal, adelantado al jueves por ser festivo, experimentaba ayer un auge de público que mantuvo la actividad comercial hasta pasadas las dos de la tarde. A esas horas terrazas, bares y restaurantes colgaban el cartel de completo brindado una actividad plena en las calles céntricas de la villa y del Conjunto Histórico.