Villalpando rindió un sentido homenaje a dos de sus vecinas más longevas hace pocas semanas en la Casa Consistorial de la localidad. El reconocimiento duró aproximadamente una hora y a él acudieron muchos vecinos, amigos y familiares de las dos centenarias homenajeadas

Petra Vega Morales, nacida 15 de marzo de 1912, y Delfina Argüello Alejos, del 5 de marzo de 1913, estuvieron acompañadas por sus amigos y familiares en una noche muy especial donde Delfina, ya que Petra no pudo desplazarse hasta el Ayuntamiento, fue el centro de atención en el pequeño escenario instalado para la ocasión.

Delfina estuvo arropada por sus vecinos, con los cuales compartió un agradable rato relatando, siempre con una sonrisa de felicidad y agradecimiento por el homenaje recibido, sus andanzas y experiencias pasadas a lo largo de este siglo de vida.

No faltó el recuerdo para aquellos que fueron sus vecinos de toda la vida, en la calle Zarandona; o las anécdotas de experiencias vividas durante la guerra civil y la posguerra. Tristezas y alegrías que su larga vida le ha ofrecido y que emocionaron mucho a todos los asistentes. Entre estas historias Delfina también tuvo tiempo para ofrecer consejos a los más jóvenes, a los que recomendó, basándose en su propia veteranía, afrontar con optimismo los tiempos de dificultades económicas que ahora les afectan.

El alcalde de Villalpando estuvo especialmente atento con Delfina y uno de los detalles que tuvo con ella fue recordar que, junto a su esposo Manuel, fueron la última pareja en contraer matrimonio en la parroquia de Santa María del Templo, ya que en 1933 la iglesia se derrumbó pasando a ser considerada Bien de Interés Cultural dos años más tarde, en 1935.

Tras el reconocimiento a Petra y Delfina, se hizo entrega de un detalle compuesto por una placa conmemorativa del homenaje por su centésimo aniversario, así como un ramo de flores. El Ayuntamiento de Villalpando quiso tener también un detalle con el resto de jubilados de la villa y decidió ofrecerles una merienda compuesta por sabrosas pastas caseras del pueblo y limonada. Además, tras la merienda, también pudieron disfrutar de un animado rato de música y bailes.

Delfina nació en Cerecinos del Campo, pero es vecina de Villalpando desde los cuatro años de edad cuando se trasladó junto a su familia, originaria de la villa, a la calle donde vive desde entonces. Trabajó desde muy joven en el negocio familiar, una carnicería que su padre, tratante de ganado regentaba en el pueblo. Tras contraer matrimonio con Manuel, el que sería su esposo para toda la vida, dejó su casa y la vida ligada al campo para fundar, junto a él, el negocio de droguería más importante del pueblo. Lo administró hasta que llegó la edad de jubilación, momento en el cuál se lo traspasó a su hijo menor, Ricardo.

Madre de otros dos hijos que emigraron del pueblo, Manolo a la locaLidad de Valderas y Milagros a San Sebastián; actualmente es también abuela de cinco nietos, y bisabuela de cinco bisnietos con un sexto en camino. Elisa, una de las nietas que asistió al reconocimiento, afirmó que «pese a que ella se ha sentido muy emocionada, esta tarde de homenaje ha sido más emotiva incluso para nosotros, sus familiares y vecinos que para mi propia abuela. Las personas mayores nos enseñan mucho de la vida con tan sólo un rato de conversación, ya que han pasado por cosas increíbles y han superado experiencias para las que nosotros ni siquiera estamos preparados hoy en día. Y ya no sólo estoy refiriéndome a mi abuela, que ha tenido una larguísima vida hasta ahora, sino también hablo de aquellas otras personas mayores que, sin contar alomejor con cien años, han vivido historias interesantísimas. Creo que para nosotros los jóvenes es un placer disfrutar de ellos siempre todo lo que se puede».