Plaza de toros de Fresno de la Ribera.

Festival taurino sin picadores.

Tarde agradable aunque con un viento un poco molesto. Media entrada. Seis novillos de Santiago López Chaves, de Salamanca; cuatro para los matadores y dos para los novilleros. Muy bien presentados, bravos y con clase. A los tres últimos les dieron la vuelta al ruedo. El festejo empezó con más de treinta minutos de retraso, mala costumbre que se esta extendiendo en todos los festejos.

Canales Rivera: Dos orejas. Dos orejas.

Víctor Janeiro: Dos orejas. Dos orejas y rabo.

Milagros de Perú: Oreja.

Roberto Blanco: Dos orejas

¡Qué pena! No es normal empezar una crónica con esta frase si la tarde ha sido fructífera y ha resultado un éxito de trofeos. Todo estaba a favor. Una tarde calurosa aunque un poco ventosa: un público con ganas de fiesta; y unos novillos muy bien presentados y que dieron un juego extraordinario; todos bravos con mayor o menor grado de casta y bondad; el primero noble, el segundo con genio, aunque con un buen pitón izquierdo; el tercero, con gran clase y codicia, y los tres últimos merecedores de la vuelta al ruedo. Uno pastueño, el cuarto; otro con transmisión, el quinto; y el sexto de gran calidad, que hacía el avión en cada embestida.

Pues bien, con este material, los dos matadores que se tenían que haber llevado los novillos para casa y seguir toreando con ellos en el salón no hicieron casi nada de mérito.

A Canales Rivera se le puede recordar por las dos estocadas en todo lo alto que recetó a sus oponentes y que les hicieron para calentar al público porque todo lo demás fue torear sin codicia, con los pies continuamente en movimiento y echando siempre la pata atrás.

De Víctor Janeiro, recordaremos el toreo a la verónica en su primero con las manos bajas y una serie con la izquierda al quinto novillo, un precioso castaño chorreao que quería un torero con más temple para que le mandara en la faena.

¿No estarían mejor estos novillos en manos de toreros con ilusión y ganas de comerse el mundo? ¿Creen los empresarios que es más rentable pagar por un nombre o traer novilleros con ganas de abrirse paso? ¿Es preferible para el público el asistir a un festejo en donde aparezcan dos personajes «famosos» que dos toreros con ganas de expresar su saber hacer ante un toro?

Pues bien, esto último es lo que realizó el más joven d e la terna, el novillero de Medina del Campo, Roberto Blanco, que se encontró con un novillo de gran clase y al que supo torear con gran gusto, temple y quietud. Su trasteo, sobre todo apoyado en la mano izquierda, estuvo lleno de gusto y torería. Tal vez un poquito acelerado en algunas fases pero esto más que un defecto es la virtud del novillero que quiere abrirse camino. Es disculpable que no matara hasta la tercera intentona pero eso lo dará el tiempo y es algo que se puede aprender con la práctica.

La joven novillera peruana, Milagros de Perú, a pesar de haber debutado ya con picadores está muy verde y no transmitió nada con un novillo de gran clase y codicia. Su trasteo apenas dejó recuerdos de clase porque se empeñó en llevar la muleta a media altura y casi siempre se dejaba enganchar con lo que el novillo aprendía y le costaba trabajo pasar. Tampoco estuvo demasiado acertada con la espada pero como sucedió con su compañero Roberto Blanco es oficio que sí se puede aprender.