Fernando Miguel Hernández guarda unos excelentes recuerdos de los seis años que vivió en la comarca de Sanabria en su época de juventud, con sus padres. Cruzaba el lago a nado casi a diario durante los veranos, después de trabajar como peón albañil en la construcción del Instituto de Puebla, donde le dieron de alta por primera vez en la Seguridad Social. Los únicos lobos que ha visto en su vida los observó recorriendo las calles del pueblo de San Martín. A su recuerdo vuelven los recorridos en moto con una pequeña «Derbi», las caminatas por el alto Tera, las lagunas. Recuerdos imborrables. Hoy Fernando Miguel es un experto historiador que ha elaborado una de las obras de documentación y análisis más completa sobre el Monasterio de San Martín de Castañeda.

Este gran experto en las órdenes del Cister, y especialmente en Zamora, reconoce que su estudio serviría de poco si solo queda en eso, en papel y no se puede contrastar con la realidad. Por eso antes de que se cumplan los 1.100 años de su aparición en la historia, espera que la arqueología pueda devolver las trazas de los dos claustros del monasterio, los espacios destinados a la sala capitular, al refectorio, a las cajas de escalera y pasillos, los talleres, los almacenes y graneros y tantas otras oficinas monásticas que están esperando que se cumpla el compromiso con un monasterio tan maltratado en el siglo XIX. El Monasterio, emblema de la arquitectura de Sanabria, reúne unas condiciones inmejorables para un parque arqueológico al aire libre y «nos gustaría que las gentes del lugar, que tanta devoción tienen al santuario y que siguen manteniendo actos tradicionales en sus fiestas, apoyaran la recuperación del conjunto monástico en la integridad que hoy suponemos y que creemos puede ser el futuro de un enclave donde hay tanta armonía entre naturaleza y la historia».

-La primera pregunta casi obligada es ¿cómo está de salud el Monasterio de San Martín de Castañeda? ¿Y cuáles serían la intervenciones necesarias en estos momento?

-Lo poco que se conserva visible de San Martín (en torno a un 20% del espacio monástico original), en particular su iglesia, siempre está sufriendo porque es un monasterio de montaña -1218 metros de altitud, uno de los enclaves monásticos más elevados de España- y la climatología siempre le es adversa, como lo fue en el pasado. Las heladas y las humedades siempre le hicieron sufrir. Y ahora más porque, como señala Pedro Lucas del Teso, el arquitecto que en los últimos años vela por su salud por encargo de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, los sistemas de evacuación de las aguas superficiales y subterráneas no están activos y los drenajes que los monjes debieron concebir antiguamente no están operativos..

En cuanto a las intervenciones necesarias ahora, no soy la persona adecuada para responderte. Los técnicos y profesionales del Servicio Territorial de Cultura están pendientes de la situación del monumento y se espera que a través de sus preocupaciones los estamentos superiores actúen en el monasterio no tardando mucho.

-Hay datos significativos en su obra pero también incógnitas que no se despejan, como el año de la fundación de este monasterio en el que hay distintas posiciones ¿cuál sería la más acertada o la más razonable?

-Sería un soberbio si dijera que he resuelto todas las incógnitas que plantea la historia de este monumento; he intentado esclarecer alguna y corregir, bajo mi mirada, ciertos errores de interpretación que creo existen desde hace algunos años. Mi estudio es uno más a añadir al de las decenas de investigadores que se han ocupado de su historia. Sobre la fecha de fundación, creo que ya se ha escrito en demasía y no quiero contribuir a alargarlo más. La aparición en la historia escrita de la comunidad monástica fundacional comienza en el año 916 como consta en el Tumbo de Castañeda y donde unos testigos de un juicio señalan que los monjes estaban allí con anterioridad, como es natural. Cinco años después, según indica el epígrafe fundacional conservado en la fachada de la iglesia, se edifica el primer templo. Miguel Fernández de Prada, el último investigador que ha estudiado críticamente el Tumbo medieval y que ha corregido con acierto algunos errores que se contenían en la transcripción que hizo Ángel Rodríguez González en 1970.

-¿Qué errores?

-Sostiene que los monjes llegaron aquí exactamente 30 años antes del 916; sin embargo, y un periódico no es el lugar adecuado para debatirlo, nosotros creemos que los monjes mozárabes dirigidos por el abad Martín llegaron lógicamente antes de 916, cuando tuvieron un conflicto con los lugareños del lago, pero que la documentación no permite precisar qué año en concreto. Creo que no debemos hacer girar la interpretación histórica en torno a un año: no debemos sacralizar las fechas y menos las fundacionales porque pueden estar cargadas de intencionalidad y de manipulación histórica de quienes las escribieron en su momento. En este sentido, la inscripción fundacional conservada es un aporte sustancial al conocimiento histórico de las fundaciones monásticas del siglo X, pero que no deja de tener cierta carga propagandística, acorde con los postulados políticos del momento.

-El monasterio es un espejo de otros grandes edificios como la Catedral de Zamora, el cenobio de Carracedo, o de Moreruela etc. Eso supone que ¿el intercambio en la Edad Media entre unos y otros era más activo de lo que podemos pensar?

-Sí, efectivamente. Ya Manuel Gómez-Moreno señaló las semejanzas constructivas y estéticas de su iglesia con la catedral zamorana, a las que nosotros hemos añadido las del monasterio leonés de Carracedo, la casa madre de Castañeda a partir de 1150, y la del monasterio de Moreruela porque fue una de las comunidades cistercienses más influyentes en la época medieval en esta zona. Y la Edad Media no era tan «oscura» como nos hicieron ver interesadamente algunos pensadores del Renacimiento. El dinamismo cultural y la permeabilidad de las fronteras para las gentes y las ideas fue mayor de lo que creemos, como lo prueba que unos monjes cordobeses llegaran aquí en el contexto de las repoblaciones monásticas altomedievales y que los modelos de organización de la vida y del espacio de un monasterio llegaran a los reinos del occidente de la península Ibérica desde la lejana Borgoña francesa.

-Se podría afirmar que San Martín fue un epicentro no solo religioso sino económico, social y feudal de todo el noroeste, con posesiones incluso en el norte de Portugal.

-Sin duda. Castañeda no es un monasterio más en ningún momento de su larga historia. Por eso los reyes no dejaron de impulsarlo desde sus orígenes y a lo largo del Medievo. La razón: su emplazamiento estratégico. Fue un instrumento de la Corona y de la Iglesia al servicio de la implantación de un modelo feudal en una tierra difícil, monstruosa y de frontera entre reinos y obispados. En el noreste de Portugal, entre las tierras de Braganza y Miranda, tuvo una importante implantación y una "força avassaladora", como señaló el medievalista portugués Antonio Balcao, porque disputaba la influencia a los monasterios de Moreruela, Montederramo y el portugués de Castro de Avelas, que, incluso, durante 19 años estuvo afiliado a Castañeda.

-Documenta usted que el seísmo de Lisboa daña la estructura del edificio?

-Sí, pero no lo sé. Desde hace años creo que muchas de las grietas y desplomes que presentan nuestros monumentos del occidente peninsular se podrían deber al terremoto de 1755 porque consta documentalmente que afectó a muchas catedrales (Valladolid y León, por ejemplo) y la provincia de Zamora está en las líneas de sismicidad que recorrió el seísmo. Pero es simplemente una hipótesis que creo no debiéramos dejar de considerar o, al menos, investigar.

-Las intervenciones para frenar humedades y las consecuencias de las riadas son una constante en la historia de la iglesia y del cenobio

-Sí o por lo menos tenemos esa constancia en algunos documentos antiguos, como uno que indica que el 25 de agosto de 1859 aconteció una avenida que inundó la iglesia. En los siglos medievales y de época moderna la situación no debió ser mejor aunque debamos deducirlo de las continuas reparaciones que se acometieron en la Casa y de algún estrato de inundación del siglo XVIII que se identifica en el atrio. El emplazamiento en el borde las laderas, que conocían como Mons. Suspiazo desde el siglo X al XII, favorecía las escorrentías hacia la zona del monasterio.

-Es curioso que los arreglos se realizan con piedra de Villardeciervos y losa de Manzanal ¿qué más secretos guardan estas piedras?

-Castañeda tiene la suerte de conservar un documento extraordinario e imprescindible para recomponer su historia: el Tumbo que escribió Antonio de Lara en 1715, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. En el margen de una de sus cientos de páginas, que aún está inéditas, un monje anotó Ojo, canteras y en el cuerpo del documento nos cuentan cómo en época moderna y quizás medieval se traía la piedra de granito y gneis de las canteras de Quintana de Sanabria y, ya en el siglo XVIII, de otra cantera de la vecina localidad de Vigo de Sanabria, con la que se construyó la portería monástica que se conserva en la actualidad. En realidad, las canteras de Villardeciervos para el granito y de Manzanal para la losa corresponden ya a finales del siglo XIX.

-En su obra es especialmente crítico con las intervenciones que se desarrollaron en los años 50 que tacha de poco profesionales y arbitrarias

-Así es. Tras estudiar con atención todos los expedientes de restauración que se acometieron desde 1949 hasta 1964 por parte de los arquitectos bien conocidos en Zamora, Luis Menéndez-Pidal y Francisco Pons-Sorolla y cotejar su trabajo con las fotografías antiguas que se conservan en el Instituto de Patrimonio Histórico de España, pudimos concluir que su criterio historicista de restauración no estuvo acompañado siempre del respeto a la imagen histórica que había llegado de la iglesia y en algunos casos, como en el transepto sur del templo, careció de rigor y de profesionalidad porque recrearon algo que no existía y ellos lo sabían. Fue un error también eliminar el coro alto del siglo XVII. Evidentemente esas intervenciones arquitectónicas respondían a unos criterios historicistas, en boga en toda Europa, que llevaron a desnudar a nuestros monumentos de todas las ampliaciones que, históricamente fueron importantes, pero que a juicio de su concepción historicista les hacía desmerecedoras frente al concepto purista del edificio románico. Esto le sucedió a la mayoría de los monumentos intervenidos en aquellos años. Pero, en todo caso, esas atrevidas restauraciones consiguieron la estabilidad del edificio que hoy contemplamos.

- Un aspecto fundamental es el análisis de los documentos que se conservaron después de la Desamortización, ¿son suficientes o relevantes para despejar las dudas históricas?

- Los documentos son ilustrativos de esos momentos tan difíciles para el monasterio y que los investigadores habían dejado de lado hasta ahora. Algunos se conservan en el Archivo Diocesano de Astorga porque Castañeda pertenecía a su obispado. Pero seguramente faltan muchos, porque el saqueo de los archivos y bibliotecas fue tan intenso como el de las piedras de sus muros.

-Es sorprendente que sobre el monasterio existan un centenar de publicaciones. Como experto en el Cister ¿cuál sería la obra más importante? ¿Tal vez las primeras fechadas en el siglo XVI?

-No hay ninguno prescindible. Ambrosio de Morales abrió el camino en 1572. En los siglos siguientes los historiadores de la Orden nunca se olvidaron de Castañeda. Cesáreo Fernández Duro avanzó significativamente en el conocimiento de su documentación. Manuel Gómez-Moreno le dio su verdadera dimensión histórica en la alta y plena Edad Media. La publicación del Tumbo medieval que hizo Ángel Rodríguez González fue fundamental para avanzar en su estudio histórico, como la revisión del citado Miguel Fernández de Prada. Los trabajos de Luis Grau Lobo renovaron las lecturas realizadas hasta ese momento del edificio. Y tantos otros investigadores como Lorenzo Anta para época medieval; Manuel Gómez y Arsenio Vidal para la moderna o el mentado Antonio Mª Balcao en Portugal. Y naturalmente los sondeos arqueológicos de los últimos años realizados por la empresa Strato.

- Menciona que posiblemente esté enterrado un miembro del estamento nobiliario de la comarca en alguna dependencia del monasterio ¿cuál sería el lugar más probable?

-Consta documentalmente que uno de los principales benefactores del monasterio en la segunda mitad del siglo XII, Rodrigo Pérez de Sanabria, estaba enterrado aquí en 1184. Creemos que es razonable suponer que, como sucedió, en Moreruela su sepultura estuviese en el antiguo armarium del claustro (pequeña biblioteca en el interior de un nicho abierto al lado del transepto sur del templo), aunque la estrechez de la puerta lo dificultaría. Y que es posible que, a principios del siglo XV, sus restos se trasladaran al interior del templo y se alojaran en unos sarcófagos que tienen talladas en madera las laudas sepulcrales de dos nobles no identificados, que podrían ser los del que fue «tenente de Sanabria» y de su mujer, Urraca Fernández. Aunque también podrían corresponder a otros nobles protectores del cenobio; estos son los candidatos más razonables desde el punto de vista de la historia del monasterio, si bien es difícil, por falta de información precisa asegurar esta hipótesis.

-Otro dato que se documenta es la visita del rey Ordoño con motivo de una donación

-Según las fuentes escritas, el rey y parte de la corte, algunos nobles y seis obispos estuvieron en el monasterio en pleno invierno, en diciembre de 952 para confirmarle sus posesiones fundacionales. Ordoño III era un rey viajero por sus tierras del noroeste y vinculado a Zamora, donde murió. Es probable que estuviera en el monasterio, pero es una aseveración difícil de confirmar. A pesar de ello, la constatación documental es prueba de la importancia que le concedía la Corona a este pequeño monasterio y el espaldarazo que expresamente le daba. Por eso, en breve tiempo empezó a absorber a otras comunidades monásticas de la región histórica.

- Por último ¿qué relevancia tiene este monasterio en el eje León, Zamora, Orense?

-Sin lugar a dudas, la importancia del monasterio de San Martín de Castañeda se presenta como la clave de bóveda en el dominio de ese territorio y, quizás, el sentido de su origen en un espacio en el que se llevaron a cabo diversas fundaciones para consolidar los ideales políticos y religiosos del momento. Desde el núcleo de San Martín, su dominio económico y espiritual se extendió progresivamente como los brazos de una estrella hacia La Cabrera leonesa, hacia la Valdeorras orensana y hacia Sanabria, y más tarde hacia las tierras portuguesas.