Granja de Moreruela Un marco incomparable, un sol espléndido y una voz prodigiosa. Todos los elementos se conjugaron ayer en el Monasterio de Santa María de, Moreruela para revivir las veladas musicales del barroco, una época cultural que revolucionó la música occidental y vio nacer la ópera. La soprano madrileña Laura F. Alcalde, acompañada al clave por Pedro Iglesias Picazo y a la percusión por Xosé Luis Saqués, ofreció al medio millar de espectadores que rodeaban sentados y en silencio la magnífica iglesia del monumento cisterciense un programa que incluía villancicos y canciones de los siglos XVI, XVII y XVIII en portugués y en castellano, de autores del Renacimiento como Alonso Mudarra; el músico teatral del siglo XVII, Juan Hidalgo; o, de Domenico Scarlatti, compositor napolitano afincado en España.

Bajo el denominador común de «doscientos años de música hispano portuguesa», la Junta de Castilla y León organizó este concierto para continuar conmemorando -el año pasado se desarrollaron diversas actividades- que fue hace dos siglos cuando el monasterio de Santa María de Moreruela, que se enclava en la localidad de Granja de Moreruela, comenzó su exclaustración y, por tanto, el inicio de su deterioro arquitectónico. Doscientos años después, el monumento de la Orden del Císter sigue sorprendiendo con nuevos hallazgos, el último la Crujía y el Paso de los Conversos, una zona del claustro hasta ahora desconocida y que comunica el Claustro Reglar con el de la Hospedería.

Ayer, fue la música la que inundó cada uno de los rincones del monasterio mientras los espectadores, muchos de ellos vecinos de Granja de Moreruela, escuchaban en un silencio casi sepulcral temas como «Los males y los remedios», «¡Ay Amor!» o «Quien Amores ten». Una jornada musical de ensueño, con una organización impecable, que solamente desmereció por la falta de higiene de los aseos públicos que concentró las quejas de los vecinos y sufrió la propia artista, que iba vestida de largo.