La posible liberación de estas reservas de carbono orgánico, que equivalen a la sexta parte de la concentración de esta sustancia en la atmósfera, en forma de CO2 o metano, tendría un fuerte impacto en el cambio climático.

El equipo investigador, liderado por Chien-Lu Ping, midió el carbono orgánico existente en 117 muestras de un metro de profundidad pertenecientes a distintas zonas del Ártico norteamericano.

Los científicos descubrieron que la cantidad de carbono orgánico del suelo variaba en función de la zona: era mayor en tierras bajas y terrenos altos accidentados y menor en los suelos montañosos.