Dice el refranero "por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves". Es el 3 de febrero, la festividad de San Blas, cuando se refiere el dicho popular, que ya no lo es tanto, porque estas inquilinas ocasionales se encargan de dejar obsoleto a los proverbios.

La abundante población de estas aves zancudas, el cambio climático y la presencia de comida, se han cargado al refranero porque la vigencia del dicho ya no lo es tal. Las parejas de cigüeñas ya no emigran a tierras lejanas, lo hacen mucho más cerca, en caso de no quedar algunas de ellas próximas a bancales y lagunas más benignas.

Incluso su caserío habitual, los picachos de las espadañas y campanarios han venido dando paso a cualquier escenario elevado. Sus nidificaciones han variado porque el comportamiento de las inquilinas lo ha hecho también y no precisan de que su hábitat se ubique en el lugar desde el que se oteen los cuatro puntos cardinales.

La instalación de postes o estructuras de nidificación parece que a las zancudas no les resulta del todo halagüeña porque su insistencia se dedica más al aporte de ramas y más ramas para construir o reconstruir un habitáculo de hace años. Ni siquiera los elementos punzantes instalados en los apoyos de los tendidos de la luz, como ahuyentadores de aves, no les sirven. Las cigüeñas hacen caso omiso de este tipo de artilugios y se las ingenian para instalar su nido incluso entre estos elementos ahuyentadores, cuestionando su eficacia.

Así que eso de "por San Blas, la cigüeña verás", ya no es un claro referente porque su alusión a la llegada del buen tiempo se ha llegado a cargar hasta el refranero.