Dejar tu lugar de origen para no volver no es fácil y menos aún cuando lo haces obligado como le ocurrió a Manuel Llamas Pérez, un vecino de Bretocino que huyó de España un 15 de julio de 1952 para buscar una oportunidad en Cuba aunque nunca abandonó sus raíces. Ahora dos de sus hijos, uno con 58 años de edad, Manuel, y otro con 72, Antonio, se conocen por primera vez, ellos y sus familias. Fue el pasado 26 de noviembre cuando se encontraron en el aeropuerto de Madrid. La cita estuvo cargada de emociones porque, al menos para Manuel, que acaba de llegar de Cuba, ha sido algo esperado durante años. Y es que asegura que tiene un vínculo sentimental por España donde tiene parte de sus raíces. Unas raíces que ha tardado muchos años en descubrir pero que, según explica, ha merecido la pena. Ahora Antonio sigue en Bretocino con su familia más cercana y Manuel intenta rehacer su vida, desde cero, en Benavente "es como empezar a andar".

"Cuando nos encontramos por primera vez para mí fue difícil, me preparó mucho mi familia. Después de estar juntos, me parece que llevamos mucho tiempo conociéndonos. La empatía que hemos establecido con Lidia (hija de Antonio), el calor de la familia", asegura Manuel. Antonio también está contento, porque para él Manuel es como si fuera una de esas personas que conoce de hace tiempo.

La historia de estos dos hermanos comienza con la de su padre. Sin querer ahondar en lo que realmente pasó en aquellos años, Lidia, asegura que "él no quería marchar de España pero lo tuvo que hacer. Necesitó buscar su vida y no era fácil la comunicación". Por aquél entonces Antonio, el padre de Lidia, tenía ocho años y recuerda su nieta de las historias que le contaron en casa que "mi padre hizo la comunión porque mi abuelo mandó dinero desde Cuba pero luego ya no supieron más de él".

Manuel, interesado por el origen de su padre del que conocía que era español y poco más, explica que "siempre dijo que él estaba perseguido y tuvo que salir para Cuba. Allí tenía una hermana, pero no se portó muy bien con él. La vida fue muy complicada. Él, por los papeles que he podido rescatar, que tenía bien guardados mi mamá, era delegado provincial de sindicatos de FET y de las Jons de Zamora. Pero allí en Cuba mi mamá le conoce porque vendía litografías antiguas".

Manuel recuerda con mucho cariño a su padre, quien falleció en el año 1968 cuando aún no había cumplido los diez años. "Me acuerdo mucho de él porque él me enseñó a leer y escribir" y recuerda que "siempre estuvo vinculado a España". Tanto es así que sus dos primeros hijos en España tienen los mismos nombres que sus dos primeros hijos de Cuba, Manuel y Antonio.

Manuel asegura que "antes de morir me pidió que viniera a España a conocer a la familia. Quiso sacarnos de Cuba pero no lo pudo hacer por la economía y el sistema no lo permitía". Además, nunca perdió la ciudadanía española y decidió inscribir a sus hijos en la embajada española en Cuba cuando nacieron, aunque no lo han sabido hasta el año 2005 tras el fallecimiento de su madre cubana.

"Desde el año 1986 estaba tratando de ver dónde estaban mis raíces. Mi padre me hablaba que había dejado familia en España. Pero mi mamá no quería que conociéramos más de eso. Cuando murió en el año 2005 fue cuando pude encontrar documentos y fue cuando supe que mis raíces estaban en Zamora y que aquí estaba parte de mi familia", explica Manuel. "Antes de que falleciera mi mamá estuve como un año escribiendo cartas a todos los registros civiles de España por si alguien sabía algo de mi padre. Y el certificado de nacimiento llegó poco antes de que muriera mi mamá".

Al día siguiente mismo de conocer de dónde era su padre, Manuel no dudó en acercarse a la Casa de Zamora en Cuba donde ha podido conocer las tradiciones y costumbres, la gastronomía y tener contacto con otros españoles de Zamora. "Fue allí donde me dijeron que estaba registrado, lo había arreglado mi papá". Aunque los trámites no fueron muy difíciles sí lo fueron las consecuencias de optar por hacerse ciudadano español. "Me dijeron que no era confiable, y que escogiera si tener doble nacionalidad o tener trabajo y me tuve que ir a la calle, por aquél entonces mis hijos estaban prácticamente en la escuela. Desde entonces no pude trabajar de profesor y estuve haciendo otras cosas. Finalmente cogí parte de la casa y monté una cafetería. Con eso y con lo que nos ayudan mi s hijos salimos adelante".

Manuel no dudó en plantearse salir a España "a la aventura, pero me frenaron mis hijos. Me decían qué sabes lo que vas a encontrar, quizás nada, quizás un rechazo. Estaba ansioso porque es una lucha constante desde pequeño". Asegura, además, que las decisiones en su casa las toman en familia, él su mujer cubana Bárbara Pereira y sus dos hijos, Jorge y Michel, que están trabajando en Chipre y Turquía.

La oportunidad llegó este año gracias al Programa Añoranza que realiza la Diputación Provincial. "Vino mi sobrina durante quince días. La envié a Bretocino y le di toda la información para que buscara a los familiares y encontró a Antonio", añade. Wendy Mileny Llamas encontró a la familia y ya entonces fue muy emocionante. La tecnología ha permitido la comunicación inmediata y conocieron desde Cuba que no sólo eran dos hermanos, Manuel y Antonio, sino que en España había otros dos.

Este encuentro del Programa Añoranza fue el primer paso, puesto que "le hemos dado continuidad y aquí estamos. A partir de ese encuentro, le dije a mi hermano que íbamos a venir y aquí estamos".

El viaje fue doblemente satisfactorio porque, como dice Manuel, "sentí tremenda satisfacción porque veníamos de camino para Zamora y por la noticia de la muerte de Fidel (Castro)".

Manuel ha venido con toda la familia. El viaje se retrasó un poco más esperando el visado de su mujer, quien reconoce la "abismal" diferencia con su país de origen. "Es inmensa. Me he adaptado en este primer periodo. Las libertades que tienen aquí no las hay allá. El que vive de un salario no tiene posibilidades de alimentarse como debe. El frío, el trato, la edificación, todo es diferente". Para ella la vuelta a Cuba no será antes de un año, mientras que Manuel tendrá que regresar en marzo o abril para personarse en el pago de los impuestos como trabajador por cuenta propia. De momento, disfrutan entre Benavente y Bretocino de su nueva vida en familia.