Los gestos en política son una teatralización deliberada de un mensaje, con el objeto de captar la atención de los medios de comunicación y así se divulgue de forma más rápida e impactante a la opinión pública. Si analizamos los protagonizados por algunos parlamentarios que se estrenaban hace unos días en el Congreso de los Diputados, podemos tejer una historia, un tanto preocupante, de lo que nos pueden aportar a la vida pública española.

En los últimos días hemos escuchado infinidad de críticas, a favor y en contra, sobre los gestos y actuaciones de algunos diputados en la toma de posesión como representantes públicos. España es un país democrático y como tal, la libertad de expresión es algo aceptado y asumido por todos los ciudadanos de forma natural y espontánea por lo que, en primer lugar, no entiendo los abucheos producidos en el hemiciclo a la hora de expresarse algunos parlamentarios y en segundo lugar me preocupa que quienes protagonizaron gestos o actuaciones distintas a las que estábamos habituados no acepten las críticas vertidas sobre su sobreactuación y arremetan violentamente, verbalmente se entiende, contra un "sistema viejo" que les ha permitido llegar hasta donde están.

El "aroma a calle", que dicen algunos que impregna la Cámara Baja con la llegada de los nuevos, es una vieja y caduca proclama de quienes se sienten salvadores únicos de una patria, que lo que menos la interesa en los tiempos actuales, son los ardores juveniles de una adolescencia mal llevada.

Hasta ahora, los llamados "nuevos", lo único que han aportado son gestos recuperados del desván de la abuela, como el puño en alto que fue utilizado por socialistas, comunistas incluso anarquistas, como símbolo de la unidad de la clase trabajadora para reivindicar los derechos laborales desde mediados del XIX. Mal empezamos si con sus gestos meramente reivindicativos pretenden mejorar las cosas. Reclamar es fácil, lo difícil es trabajar desde la sensatez del que pide sabiendo que sus iniciativas son razonables y se pueden hacer. La diferencia es obvia, lo viejo reivindica y lo nuevo es el trabajo, la dedicación y el aporte de soluciones.

De la literatura que han desplegado algunos diputados en la toma de posesión, mejor no hablar, ya que han puesto de manifiesto el poco tiempo que han dedicado a leer la Carta Magna, que, por cierto, tienen la intención de cambiar, y por la "profundidad" de sus expresiones deduzco que sus discursos van a ser de difícil comprensión.

"Aunque en el programa de Podemos no hay nada concreto sobre la presencia de hijos en los centros laborales, es un gesto por la conciliación familiar y laboral que está en nuestro programa", argumentaba Jesús Gil, jefe de prensa de Podemos, para justificar la presencia de su diputada Carolina Bescansa con su bebé. No quiero que nadie me tache de machismo o insensibilidad con las madres con hijos lactantes, pero creo que no estamos hablando de esto, sino de que una representante del pueblo que tiene que dar respuesta a tantas madres que no tienen el privilegio como ella de poder desviar la atención de su trabajo para cuidar a su bebé, y disponer además de guardería, no es capaz de gestionar su tiempo y dedicarse en cada momento a la tarea que deba ejercer.

La solución no está en llevar al bebé al centro de trabajo, sino en concienciar a la sociedad sobre la importancia de la maternidad bien llevada y disponer para todos y todas de los mecanismos necesarios para que la conciliación de la vida laboral y familiar sea una realidad. Al Sr. Iglesias, por cierto, se le veía feliz y divertido jugando con el bebé en su escaño, dando a entender que era lo único interesante que reclamaba su atención. No se que diferencia hay entre los que dormitan en el hemiciclo y los que se entretienen con un bebé.

El equipo de Gobierno de Benavente también utiliza gestos teatralizados para mostrar mensajes que posteriormente no tienen un reflejo efectivo en el funcionamiento de la ciudad. Hemos visto como, a bombo y platillo, anunciaron que iban a propiciar la participación ciudadana en los temas municipales y así crearon el Consejo Sectorial de Fiestas de Benavente; pues bien, la realidad es que este órgano "consultivo" en apariencia da participación a organizaciones y particulares, pero la realidad es que está controlado mayoritariamente por las estructuras políticas de IU y PSOE, por lo que la participación ciudadana está totalmente condicionada.

Otro gesto, que sinceramente no llego a entender, es qué pretende conseguir el equipo de gobierno de Benavente colocando cartelitos indicando el límite de la zona urbana edificable delante de construcciones, que están fuera de ese límite, sanas y saludables.

Con este torpe gesto, la Concejalía de Urbanismo muestra sus carencias y las pocas ganas o poca capacidad que tiene de abordar de forma seria los problemas de un Plan de Ordenación Urbana obsoleto que no se adaptó nunca a las necesidades reales de la ciudad.

Estamos deseosos de ver gestos realistas que nos indiquen que se está produciendo un nuevo cambio generacional en la política nacional. Necesitamos políticos valientes, decididos y no teatreros que lideren la renovación en las estructuras de gobierno y devuelvan a las instituciones la credibilidad que nunca, nunca debieron perder. Me temo, a la vista de lo que muestran, que los que ahora pretenden comerse a los "viejos" políticos acaben siendo los nuevos "yuppies" de la política. ¡Ojalá me equivoque!