Vicente Hernando Fernández (Benavente, 1944), conocido panadero del barrio San Isidro, dedica sus mañanas a leer la prensa provincial y deportiva y tomar un vino antes de comer "para ponerse al día de lo que pasa en la provincia" y aunque no esperaba protagonizar una de sus páginas, su trayectoria profesional le ha llevado a convertirse en noticia.

Hernando, como todo el mundo le conoce en Benavente, se ha jubilado y cerrado el negocio, una de las panaderías más famosas de la ciudad, que ha supuesto el negocio de él y su mujer durante casi medio siglo.

Llevaba cuatro meses casado con Dominga Domínguez Morillas y él ya conocía el oficio de panadero, en el que se inició desde niño. "Mi mujer aprendió y hacía las pastas y los dulces, ella tiene mucha mano para eso", explica el panadero, que fue pionero en la elaboración de las barras rústicas y el reparto de donuts, dos de sus productos más famosos. Empanadas, magdalenas y pastas fueron degustadas en muchos sitios de la comarca y en colectivos locales como las peñas más antiguas, pero también supieron adaptarse a la demanda de nuevos dulces que surgían en el mercado, basándose en recetas tradicionales.

Ha cambiado también la herramienta que utiliza, como explica el propio dueño: "cuando yo empecé se utilizaban el breguín de mano, luego se evolucionó a un horno de puchero, se pasó después al giratorio y luego los hornos de pisos, que es lo que se sigue estilando".

Sobre el sector panadero augura la desaparición en la próxima década, a consecuencia de las cadenas de pan congelado que se vende en los supermercados. Reclama que haya más panaderos formados y recuerda con cariño el trato con el público, que dejó de recibir los pedidos apenado por su jubilación.

Hernando ha trabajado de cuatro de la mañana a dos de la tarde (doblando a veces turno por la tarde) durante cuarenta y ocho años y es por eso que aún ahora, ya jubilado, se despierta de madrugada y no logra dormir. "Le cuesta a uno adaptarse", afirma Hernando, que sigue bajando cada mañana junto a hornos y bandejas para leer el periódico LA OPINIÓN DE ZAMORA y disfrutar de su mujer, sus cuatro hijos y sus siete nietos.