Una de las pastelerías más emblemáticas de la ciudad cierra hoy domingo sus puertas, tras 87 años de actividad.

La casa fundada en 1928 por Tomás Campo en la plaza de Santa María, en la esquina de la calle Herreros, echa definitivamente el cerrojo y eso lo saben ya bien muchos de sus habituales clientes que no han dudado en hacer largas colas para proveerse de algunas de las elaboraciones reposteras artesanas de toda la vida. De las bombas, de los borrachos, de los feos, de todos estos dulces finos y de almendrados que han llevado a la boca los benaventanos y los vecinos de la comarca. A todos ellos agradecía ayer su fidelidad la propietaria Mary Blanco en nombre también de su marido Tomás Campo.

Han sido precisamente las típicas bombas, el dulce estrella de esta casa, una elaboración original del abuelo, del fundador Tomás Campo que ha dado nombre a la céntrica pastelería.

La jubilación del propietario Tomás Campo, ha sido el detonante del cierre, como señalaba ayer a este diario la propietaria entre una nutrida clientela ávida de comprar los dulces de toda la vida, sobre todo de llevarse a casa algunas de las bandejas con las tradicionales bombas. Han sido 54 años ininterrumpidos. Muchas horas en el tajo pastelero, los que Tomás Campo, ahora con 70 años, viene elaborando dulces desde los 16 años. "Se ha levantado durante mucho tiempo a las cuatro de la mañana y a comer a las cinco de la tarde", resumía así Mary la dura faena laboral de su marido. "Bueno, también hemos tenido vacaciones", decía emocionada al comprobar la masiva respuesta de sus clientes.