Conservar las tradiciones significa que la identidad y patrimonio de un pueblo perduren. Artesanos zamoranos fabrican, decoran y restauran instrumentos con los que hacer sonar música popular. Son castañuelas, gaitas o panderetas que antes protagonizaban todas las fiestas y que ahora están en peligro de extinción, pero aún hay quienes [afortunadamente] se empeñan en mantener vivo el folclore.

Paciano Morán talla la madera con tanto mimo como elabora sus centros de flores. Lleva ocho años haciendo castañuelas y pitos por encargo y utiliza madera de la zona de Los Valles de Benavente: fresno, encina, nogal, morera, etcétera. "Lo más complicado es darle la afinación", explica. Algunos de sus modelos pueden verse en el Museo Etnográfico de Urueña (Valladolid) y felicita la creación de Escuelas de Folclore de la zona porque gracias a ellas "se está consiguiendo reavivar la música popular".

César Mateos es natural de San Pedro de Ceque y su especialidad son las gaitas, aunque también ha elaborado tambores, baquetas, flautas y algún instrumento antiguo. Vivió muchos años en Galicia y allí fue donde se introdujo en el mundo del folclore, una afición que continuó incluso cuando tuvo que trasladarse a Las Palmas de Gran Canaria. Dice que para la fabricación de los instrumentos se deja guiar por "un amigo carpintero, vídeos de Internet y la intuición". Entre los materiales utilizados están las maderas duras o tropicales (éstas últimas importadas, lo que encarece algo más el producto) y el quid de la cuestión está en aspectos como "los roncos sonoros que lleve, los tubos de mayor selección, el torneado o si la gaita está temperada para tocar con otros instrumentos".

Juan Manuel Yéboles es el único rabelero que queda en la provincia. También construye panderos, zambombas y baquetas para tamboril.

Vive en Zamora capital y el mayor número de encargos proceden de Valladolid y Salamanca. Confía en que haya "alguien más que se dedique a construir estos instrumentos" para evitar que se pierda el conocimiento y por eso está en marcha la celebración de un curso en San Cristóbal de Entreviñas de cara al otoño- invierno para enseñar esta artesanía.

Ilustrar y restaurar

El ilustrador Ángel Llamas, aporta creatividad a los instrumentos. Tiene buena pluma, pero no para escribir, sino para decorar panderetas, tambores, panderos cuadrados, castañuelas... ¡y hasta tablas de las que se usaban para lavar la ropa! Dice que comenzó "recuperando los patrones de lo que se usaba en cada zona, pero ahora también se atienden peticiones concretas, como es pintar caras de vírgenes o familiares". Se mantiene así el valor sentimental que originalmente se daba a este tipo de decoraciones, que la gente hacía "como si fuese un tesoro, porque solía ser un regalo", explica Llamas.

En el ámbito de la restauración encontramos a Ángel Hernando, cuyo negocio se sitúa en la carretera entre Benavente y Villanueva de Azoague. Allí restaura instrumentos, pero también muebles. Elabora ramos leoneses y apuesta por el "vintage" para adaptarse a los nuevos tiempos. Afirma que trabaja "más para otras provincias que para Zamora" y recuerda a los vecinos que "a veces buscan fuera lo que aquí tienen mejor y más barato".

Estos artesanos dan el Do mayor en cada creación.