Y el cielo pudo esperar dando una tregua al paso del Bendito Cristo por las calles de Santa Cristina de la Polvorosa. Las nubes se abrieron el jueves para no restar protagonismo a la tan venerada imagen, una hermosa talla de un Crucificado, de autor anónimo del siglo XIX. La lluvia tomó respiro, aliándose con los devotos, a partir de las siete de la tarde en la jornada festiva de esta localidad ribereña del río Órbigo.

Una numerosa representación de los cofrades de la Hermandad del Santísimo y Bendito Cristo de la Vera Cruz, constituida canónicamente en el año 1833 pero fundada previsiblemente en el siglo XV, se dirigió hasta la casa del abad, el joven Óscar Andrés Alcázar, para acompañarlo hasta la iglesia, al igual que se había hecho al mediodía para asistir a la misa.

Un rosario y cierre del novenario dieron paso al tradicional canto del ramo. La entonación de una loa llena de súplicas y elogios a la venerada imagen por la veintena de mujeres desfilando por el pasillo central del templo tras el ramo de las roscas que previamente este grupo de mozas había elaborado y portado por el joven José Antonio Félix, logró el aplauso unánime de los fieles que abarrotaron el templo.

La ordenada procesión enfiló las calles, abierta por la cruz guía, el estandarte de la cofradía, el ramo de las roscas, las mozas de Santa Cristina, la banda de música y el numeroso público, muchos vecinos de Benavente, arropando a la imagen del Crucificado.

Al finalizar los actos religiosos se subastaban las roscas del ramo y el abad ofrecía un convite a los vecinos recibiendo las felicitaciones, aunque el joven Óscar Andrés embargado por la emoción no dejaba de agradecer las colaboraciones recibidas de familiares, amigos y vecinos.