Entre los años 1926 y 1928 la fortaleza de Benavente fue desmontada y parte de las piedras vendidas al magnate de la prensa americana William Randolph Hearts. Esta fotografía fue tomada desde un avioneta en julio de 1932 cuando esta labor hacía años que había terminado. Algunas de las piedras se apilaron en la explanada contigua a la torre del castillo, en lo que son hoy los jardines del parador. En la fotografía es apreciable el paseo de la Mota en el tramo de acceso al torreón. Su anchura es apenas la mitad del actual y en el inicio de la falda se aprecia un terreno diferente al del resto de los cuestos, estos con vegetación. Entre los años 20 y 30, toda la ladera de los cuestos se rellenó de tierra artificial, seguramente procedente del derribo de la fortaleza. En la imagen se ve cómo el llamado Centro de Secundaria estaba en construcción.

Las actas municipales de los años veinte recogen cómo los cuestos de la Mota fueron rellenados con tierra artificial por trabajadores en paro contratados por el Ayuntamiento. El relleno se realizó posiblemente con los restos de tierra del derribo de la fortaleza. Además de las actas los testimonios de varios benaventanos consultados por este periódico así lo reafirman. Los paseos de la Mota tal y como los conocemos hoy en día tienen la anchura y longitud de los años 60. Antes eran la mitad de estrechos en muchos puntos, como atestigua también la imagen que figura sobre estas líneas y su comparativa con otras imágenes posteriores.

El relleno de los cuestos de la Mota para ganar espacio al paseo se produjo no sólo en la recta de acceso a la torre del castillo en su último tramo, sino en el resto de la llamada Mota nueva y también en la Mota vieja, donde en los años treinta y cuarenta del pasado siglo la pendiente era muchos suave y llegó a permitir incluso la instalación una caseta que vendía bebidas.

En el siglo XIX Clifford tomó la primera fotografía conocida de la fortaleza que había sido reconstruida por el tercer conde Pimentel. La fotografía revela la dimensión del castillo en ruinas, pero también los cuestos, cuya orografía era más similar a un barranco lleno de hendiduras y de mayor extensión que hoy, lo que hace pensar que los trabajos de relleno fueron realizándose a lo largo de muchos años.

El terreno de los cuestos era fundamentalmente calizo, material que se utilizó también en las cerámicas cercanas, una de ellas muy próxima al castillo.

Durante varias décadas, tras desmontarse el castillo piedra a piedra, la torre de la fortaleza permaneció abandonada. En su cara oeste una gran apertura permitía el acceso a su interior, donde existía una gruta. Los niños de aquella época, según los testimonios recogidos por este periódico, exploraron ese pasadizo muchas veces y durante muchos años. La leyenda popular habla de que la gruta llegaba hasta el término de Santa Colomba. Si esto es así se desconoce porque el pasadizo estaba cegado, aunque la existencia de una vía de escape extramuros era frecuenta en las construcciones militares medievales.