«Así, el agua bien caliente para que quede bien limpio», gritaba uno de los matarifes en la matanza del cerdo organizada ayer en Coomonte de la Vega. Con piezas de tejas los voluntarios se aprestan a limpiar la piel del marrano. Como se ha venido haciendo desde siempre y «no con cuchillos porque entonces se levanta casi el cuero y más aún si el agua está ardiendo». Quien esto afirma es un avezado ya de las matanzas del cerdo y vecino de Coomonte quien desde primera hora de la mañana de ayer formaba parte del grupo de voluntarios, vecinos de Coomonte, para llevar a buen puerto el sacrificio del marrano. Un cerdo cebado en una casa del pueblo y que llegó a pesar 159 kilos de peso sobre el banco del sacrificio.

La asociación «Juco» de Coomonte, como organizadora del evento, se encargó de comprar el marrano y organizar toda la jornada en torno a la matanza del cerdo. Un desayuno a base de sopas de ajo y «la parva» o tradicional degustación de orujo y dulces, el «aguardiente» y los bollos caseros, procuraban poner todo a punto para el momento del sacrificio. En un solar de las inmediaciones de la Casa de Cultura estaba ya todo listo, la hoguera, el banco, las afiladas hojas del matarife y todos los instrumentos necesarios. Los vecinos de Coomonte, miembros de la asociación «Juco» comandados por su presidente Juan Cuesta, expectantes en su cometido. El animal ya sacrificado, sólo quedaba chamuscar su piel. Una y otra vuelta del cuerpo del marrano sobre el banco de madera y comenzaba la tarea de limpieza. Unos transportando el agua caliente, otros vertiéndola sobre el cerdo, otros frotando la piel del animal con pequeñas piezas de tejas, así hasta quedar su cuero blanquecino. Ya sólo quedaba su apertura en canal para la limpieza de vísceras. De ahí a la cazuela, no sin antes el análisis del veterinario.

Hasta un total de 130 vecinos se dieron cita en la comida festiva preparada en el salón de la Casa de Cultura. Un menú elaborado a base de carne de jabalí con patatas. La carne del cerdo silvestre había sido ofrecida por el coto de caza y la organización se había encargado de comprar 200 kilos de patatas y 80 barras de pan, vino, refrescos, chupitos, orujo y dulces. El cerdo sacrificado por la mañana era degustado en filetes a la brasa al atardecer, después de haber obtenido los parabienes sanitarios.

En la tarde de la fiesta anual de la asociación cultural «Juventud de Coomonte» (JUCO) los socios participaron en un concurso de bingo.