«Pedimos pública y formalmente la supresión del Toro Enmaromado. Y desde la razón moral exigimos a las autoridades que pongan fin a los crímenes que durante esta semana se llevan a cabo en la ciudad de Benavente. ¡No al Toro Enmaromado! ¡No al maltrato animal!». Una portavoz de DAZ dio de esta forma cumplida lectura a un manifiesto contra el Toro Enmaromado de Benavente.

Este grupo proteccionista, que en su manifiesto imaginó las horas previas de «Dibujante», desde la salida del ganadería, hasta la carrera y «el matadero», argumentó que su concentración busca «alzar la voz en nombre de quien no puede defenderse»; de un ser «que puede sufrir y disfrutar y será torturado y asesinado este miércoles si las personas de Benavente no lo impiden».

DAZ, que considera que cada vez son más «las voces que se levantan en el mundo para exigir que terminen las injusticias como esta», aseguró a través de una portavoz que no estarán presentes durante la carrera de «Dibujante». «No tenemos intención de estar en Benavente provocando a nadie. Nosotros venimos a Benavente a mostrar nuestro rechazo a la tortura, a la humillación pública, al maltrato, a la muerte de un ser sintiente cuyo interés principal es la vida igual que el nuestro. Por lo tanto no vamos a venir a provocar a nadie el miércoles del Corpus, no tiene ningún sentido», alegó.

El recibimiento de los proteccionistas en Benavente «ha sido el esperado», declaró su portavoz. «Tienen esta forma de enfrentarse a la razón, a la empatía por el sufrimiento ajeno... Los insultos, los gestos obscenos son los que se pueden esperar de este tipo de personas», argumentó Miriam García en referencia a algunas posiciones individuales surgidas en la Plaza.

Vigilada estrechamente por la Policía Nacional y por la Guardia Civil, la Plaza Mayor no movilizó sin embargo muchos más curiosos que el año pasado, ni tampoco a muchos más defensores a ultranza de la fiesta. Algunos de estos se encararon con los manifestantes acusándoles de provocadores; otros lanzaron de corrido vivas a la Virgen de la Vega, al Toro, a la ciudad y de nuevo la Patrona. Uno de los más dispuestos y motivados, pertrechado de una trompeta con la que trataba de pasar de los primeros compases del pasodoble «Amigo conmigo vente que me voy a Benavente» sin desafinar, llegó a posar con el instrumento delante de los concentrados. «Es para la foto», decía, mientras trataban de convencerle de que abandonara la idea. Finalmente le persuadió el capitán de la Guardia Civil.

Durante la lectura del manifiesto, un grupo de jubilados entró en la Plaza Mayor. «Vienen a apoyarnos desde Pamplona», gritó un defensor de la fiesta dando la noticia a voces, e intercalando un «no se oye» de reproche a la lectora del comunicado de vez en cuando. En otro momento de calma chicha, otro benaventano se plantó ante la hilera de manifestantes y les preguntó si comían carne. «En el matadero si que dan caña», les reveló.

Bajo un sol de justicia y después de que el reloj de la Plaza marcará las doce del mediodía, un conocido personaje local comenzó a silbar la melodía del western «La muerte tenía un precio». Poco después, tras algo más de 50 minutos de protesta, la concentración se disolvió en paz y en silencio.