La lona blanca que cubría la escultura cayó al suelo y alguien entre el público gritó «Toro, toro, toro». Entonces los cláxones de los vehículos que hacían cola en el stop de El Ferial comenzaron a pitar impacientes por la espera. Entre el respetable que asistió al descubrimiento no hubo críticas. Tampoco demasiados elogios, aunque la impresión resultó mas bien favorable. Una mujer expresó su agrado con un «¡Qué bonito!» y un «¡Ya era hora!». Antes, otras persona tras la valla peatonal al norte de la rotonda mencionó de pasada la palabra «secretismo». Si hubo otras críticas no se hicieron notar. Como dice la canción, «la elección no estuvo mal, satisfizo al personal», o eso pareció.

El alcalde, Saturnino Mañanes, y el escultor Pedro Requejo tiraron la cuerda que cubría ya ligeramente la escultura pasadas las 10.30 de la mañana, bajo u n cielo amenazante de lluvia. Llegado este momento la Policía Local, que había estado regulando un tráfico denso, paró la circulación. El alcalde y el escultor, miembros del jurado, presidentes de asociaciones vecinales, concejales, peñistas, y transeúntes pertrechados de móviles y cámaras rodearon la rotonda y retrataron el conjunto. La vuelta al toro duró unos tres minutos, como más tarde constató Mañanes.

En una rueda de prensa más o menos improvisada, Mañanes defendió las bondades de la escultura junto a su autor. «Me congratulo, este era un proyecto de tres siglos, porque desde finales del siglo XIX ya se pedía esta escultura del Toro Enmaromado», argumentó el regidor antes de recordar que el anterior equipo de Gobierno decidió dejar desierto un primer concurso de ideas porque «no recogía el espíritu, que yo creo que es de los benaventanos , de un toro noble, un toro altivo, un toro en carrera».

Mañanes felicitó a Requejo por «una labor ímproba» y este se mostró satisfecho con el resultado. «Ha sido mucho trabajo, pero creo que ha merecido la pena y el resultado es bueno, estoy muy contento», dijo. El escultor describió entonces el conjunto: «es un toro que se está arrancando y me intención es que diera una imagen de vitalidad, de dinamismo, yo creo que eso está conseguido en mi humilde opinión, y después de los corredores, también, con fuerza...».

Entonces llegaron las presuntas sobre la idoneidad del lugar y el acierto de su instalación con la crisis golpeando a Benavente. «Es una entrada muy principal y la va a ver muchísima gente. Se podía haber cogido un entorno más íntimo donde la gente se pudiera acercar y tocarlo, pues es otra opción, pero yo no soy quien para decir cual es mejor de las dos», aventuró el escultor en primer lugar.

El alcalde recordó que esta zona había sido demandada por los presidentes de las asociaciones de vecinos y en cualquier caso La Soledad ya no era el cruce de carreteras nacionales que concentraba todo el tráfico hacia Galicia, Asturias y Madrid. Además el resto de las rotondas de Federico Silva ya estaban ocupadas. Con todo, concedió Mañanes que en Benavente «somos 20.000 a opinar».

Sobre el precio, Mañanes recordó que los 60.000 euros que se han pagado procedían del remanente del presupuesto de 2007 y que la previsión es que la escultura estuviera terminada en 2008. El concurso quedó inicialmente desierto y hubo que convocarlo una segunda vez. «Este gasto que sepa todo el mundo que es de hace cuatro años». «El escultor lo cobrará ahora», agregó y Pedro Requejo rompió una lanza a favor de Mañanes. «Quiere echar un capote al alcalde porque el coste de la escultura está muy ajustado», vino a decir. Más tarde explicó que el coste real de la obra no hubiera bajo de 100.000 euros. Miembros del jurado mostraron idéntica opinión.