«Hace sólo siete años que se realizaron las obras y las goteras son más abundantes que antes», de este modo resume un vecino de Arrabalde la situación que viene presentando la iglesia en la época de lluvias. Tejas fuera de alineación, retiradas de su original instalación, levantadas por la fuerza del viento, provocan constantes humedades en el templo parroquial de Arrabalde dedicado a la bella mártir católica encerrada en una torre.

Santa Bárbara, patrona de esta localidad en la ladera de la sierra de Carpurias, viene soportando en los últimos años más goteras que antes, más humedades en los muros de su recinto pétreo. Incluso los contrafuertes de la noble estructura de fábrica levantada en el año 1804 evidencian las escorrentías de las lluvias desde la cubierta. La inadecuada colocación de las tejas por la empresa adjudicataria ha levantado airadas críticas vecinales demandando su reposición, dado que no han pasado todavía 10 años desde que se llevaron a cabo los trabajos. En torno a 250.000 euros de presupuesto financiado por la Junta y la Diputación se llevó el proyecto de la obra acometida hace siete años. Unos trabajos que afectaron tanto a la reposición de la cubierta en su conjunto como al interior del inmueble religioso. Precisamente la actuación en la cubierta fue ya entonces criticada por varios vecinos que vieron cómo se retiraba parte del tejado recolocado para ser sustituido nuevamente. Nuevas vigas de madera soportaron un encofrado sobre el que se instalarían posteriormente las tejas sobre encolado. Esta circunstancia no fue del agrado de algunos vecinos augurando ya entonces la actual situación, como explicaron ayer algunos de ellos.

El caso es que el corrimiento de las tejas, muchas de ellas levantadas dejan una humedad en los muros de fábrica, no visibles en el interior debido a la instalación de un doble muro de pladur.

La nieve caída recientemente y las lluvias han provocado un incremento de las humedades, sobre todo en el acceso al coro, aunque en este caso, como ha podido constatar este diario, es debido a fisuras que presentan los peldaños pétreos, entre la huella y contrahuella de la escalera que da al descansillo del campanario. No así las humedades que invaden los muros de la nave central, procedentes de las aguas de lluvia que ante la falta de muchas piezas de teja corren sin piedad sobre el forjado y los muros.

En marzo de este año la Junta Parroquial, constituida un mes antes, no dudó en hacer entrega al Ayuntamiento de un informe acompañado de fotografías con los daños detectados en la iglesia.

Desde el Consistorio se remitió el dossier a la Diputación Provincial quien trasladó a mediados de abril a dos técnicos para comprobar «in situ» los extremos denunciados por los vecinos quienes ya achacaban la situación a una inadecuada actuación en la cubierta de la iglesia.