Juan Antonio Vega Casado inaugura el nuevo servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Benavente con su estudio «Cofradías gremiales de Benavente. La Sociedad de San Crispín (Centro Industrial de Zapateros y Socorros Mutuos) y otras cofradías religioso-asistenciales».

-¿Por qué esta investigación sobre las cofradías gremiales de Benavente?

-Las cofradías son una parte de la Historia muy importante, son la base de la vida social, del hacer y pensar del pueblo. Si quieres estudiar la Historia de un pueblo tienes que ir a las raíces, somos la consecuencia de lo que fueron nuestros antecesores. Necesitamos saber cómo vivían y pensaban nuestros antepasados benaventanos para entender el Benavente de hoy. Y esta era una parte que no se había investigado todavía.

-¿Qué influencia real tuvieron estas cofradías en Benavente?

-Jugaron un papel muy importante. En el aspecto personal y en el aspecto social. Fueron la única ayuda que tenían los pobres cuando se asociaban a ellas, porque los poderes públicos se desentendían totalmente de los problemas del pueblo. Y las cofradías, mediante unas cuotas que pagaban los asociados de los gremios, tenían un fondo para ir sosteniendo a las familias en caso de enfermedad del padre o de cualquier miembro del grupo, y poder sobrevivir. Cada asociación tenía un médico y un practicante, al servicio de todos los asociados, que por sí solos no podrían haber pagado ni la atención sanitaria ni las medicinas que necesitaban. Las cofradías gremiales cumplieron una labor asistencial fundamental en una época en la que se vivieron unas pandemias tremendas.

-¿Qué queda, a día de hoy, de esas agrupaciones?

-Las cofradías, como tales, ya no persisten, pero sí como asociaciones culturales y de amistad. Las cofradías gremiales surgieron con un ideal religioso y el principio de caridad cristiana y fueron evolucionando. A parte de la cofradía de curtidores y zapateros de Santa Marta (Sociedad de San Crispín), que luego fue el Centro Industrial de Zapateros y Socorros Mutuos, había otras cofradías gremiales, como la de San José, de Carpinteros, la de San Miguel, de agricultores, la de San Antonio Abad, que asistía a pobres y peregrinos, y la de San Antonio de Padúa, de agricultores y ganaderos. Todos estos gremios estaban, en origen, asociados al patrocinio de una iglesia. Hoy esto no existe, pero si quedan algunas reminiscencias en asociaciones culturales.

-En su obra habla de estas cofradías como el antecedente de los sindicatos actuales.

-Lo son, aunque con el paso del tiempo las agrupaciones se desvincularan de la Iglesia, al final, su preocupación es la misma. Los sindicatos como tales arrancan en el XIX, pero ya tenían como modelo estas sociedades gremiales, que son antiquísimas, nacen ya en la época griega, y luego se desarrollaron en el Imperio Romano, que es la tradición que perduró aquí. Ya ellos se organizaban por barrios según la labor a la que se dedicaran profesionalmente.

-¿En qué momento se desvinculan estas agrupaciones gremiales de Benavente de la Iglesia?

-En el caso de la Sociedad de San Crispín esto sucede a finales del XIX, cuando pasa a denominarse Centro Industrial de Zapateros y Socorros Mutuos. Ya no se hace ninguna referencia religiosa, aunque el modo de funcionamiento no cambió, lo único que se hizo fue, por así decirlo, cambiar la ideología, dejar de lado la relación con la Iglesia, pero se mantuvieron las estructuras y los objetivos. Inicialmente los sindicatos no hicieron más que hacer desaparecer esa vinculación religiosa.

-¿Cómo evolucionó la Sociedad de San Crispín?

-Al constituirse el Centro Industrial de Zapateros y Socorros Mutuos la Sociedad de San Crispín desapareció, de tal modo que en el reglamento de 1880 ya no se menciona para nada a San Crispín, se desvinculó totalmente del sentido religioso de lo que había sido la cofradía. En el año 1940, recupera esa vinculación con la Iglesia.

(Junquera de Tera, 1931)

Siempre ligado a la investigación histórica, campo al que dedicó parte de su labor carrera, Juan Antonio Vega participó en la puesta en marcha del Centro de Estudios Benaventanos «Ledo del Pozo», en cuya revista, «Brigecio», publicaría varios trabajos. Durante veinticinco años perteneció, como asesor, al Centro Industrial de Zapateros y Socorros Mutuos, aunque reconoce, que en su última etapa «se había degradado tanto que su acción había quedado reducida a una comida de fraternidad». Su paso por la asociación le ha permitido ahora publicar esta investigación histórica, sobre ésta y otras sociedades asistenciales de la ciudad, que durante siglos prestaron ayuda a todo aquel que lo necesitó dentro del gremio.