La de anoche era una cita especial, y la afluencia de público, que en los últimos tiempos escasea en el «Reina Sofía», lo dejó notar. A fin de cuentas, la ciudad disfruta de la ópera una vez al año. Y eso con suerte. Y sólo una ópera, como ayer la «Madame Butterfly» de Giacomo Puccini -salvo honrosas excepciones, eso sí, no siempre relacionadas precisamente con el arte-, parece en condiciones de arrastrar al público benaventano hasta su Gran Teatro.

Ése que aunque ayer se quedó lejos del «no hay billetes» parecía otro distinto, y que pese a ser el de un lugar de provincias, el barítono Luis Santana, el Sharpless que anoche cantó sobre su escenario, comparó hace unos días con el Liceo barcelonés.

Pequeño, cercano, y con una excelente acústica. Algo tenía que tener de especial. Con el público mucho más cerca que en otros grandes teatros. Lo explicaba Leonor Gago, directora general de la Compañía Concerlírica. «En los teatros grandes es todo mucho más frío, aquí hay mucha más unión, estar tan cerca del público lo hace todo más especial». Quizá fuera eso. Quizá, el salir de la rutina. El caso es que la «Madame Butterfly» que ayer llegó a Benavente impresionó. La soprano Miki Mori demostró ser la Cio Cio San perfecta. Ser japonesa ayuda, pero no es desde luego lo más relevante. Llegada a España exclusivamente para las seis representaciones de la ópera a cargo de Concerlírica, demostró ser la «Madame Butterfly» perfecta que llevaban días anunciando. «Un papel hecho a su medida», habían dicho. Una gran voz y una gran presencia en escena. Si no es la mejor «Butterfly», al menos parece estar muy cerca de serlo.

Una excelente intérprete que tuvo en todo momento al público pendiente, como en las cinco representaciones anteriores de la ópera de Puccini en la gira de Concerlírica. Benavente ponía fin al tour, era la sexta interpretación en la que coincidían los solistas, invitados, con el coro de la Ópera de Donetsk. Junto a la soprano Miki Mori, el tenor Gustavo Casanova, en el papel de Pirkenton. Una voz cálida, «de las de antes, de las que siempre han gustado», que diría la directora de la compañía, satisfecha del realce que dan al espectáculo los solistas invitados a la ópera «que más categoría ha dado» a la Compañía de Ópera Internacional de Concerlírica.

La historia, ambientada en el Nagasaki de principios del XX, narra el drama de Cio Cio San, casada con un oficial americano, lo que provoca que sea repudiada por su familia por renunciar a sus tradiciones niponas. Para «Madame Butterfly», el amor está por encima de todo. Pikerton, lejos de ver el casamiento como algo más que una aventura exótica regresa a Estados Unidos, y en esa ausencia, Cio Cio San tiene un hijo, que, más adelante, el norteamericano decide llevarse a su país. «Madame Butterfly» se resigna a su destino y decide quitarse la vida. Una historia de desamor, drama de esos que nunca «pasan de moda». Recurrente en las grandes obras. «Quizás en Benavente no se han visto en otra igual», se dijo antes del espectáculo. Una ópera para llegar al oído y al corazón. Parece que fue así.