A menos de tres meses para cumplir 105 años, el párroco jubilado de Calzadilla y Olleros, Federico Santos Mozo, recibía sepultura este miércoles en Calzadilla, siendo arropados sus restos mortales por un numeroso público procedente de varias localidades del Tera. La iglesia parroquial de las santas Justa y Rufina, construida bajo su dirección, sirvió de capilla ardiente por la que pasaron numerosos vecinos. El prelado astorgano, Camilo Lorenzo Iglesias, fue el encargado de presidir las exequias fúnebres junto al medio centenar de sacerdotes. El obispo elogió las virtudes del párroco fallecido resaltando ante los vecinos su sencillez. Camilo Lorenzo acudía todos los años a visitarle, desde que Federico Santos cumplió el siglo de vida.

Don Federico, como ha quedado para siempre entre sus vecinos, nació en Villanueva de Valrojo a las cinco de la mañana de un día cinco del quinto mes del año 1905. Cuatro claves que han marcado su trayectoria vital, la inteligencia, el orden, la luz espiritual y la salud. «No he tenido nunca enfermedades, sólo catarros», declaró a este interlocutor en una entrevista realizada el pasado año con motivo de su cumpleaños. Fue ordenado sacerdote en 1929 en la diócesis pacense, donde se licenció en Filosofía y letras. Previamente había cursado estudios en el Seminario Conciliar de Astorga. Su labor pastoral la inició como coadjutor de La Encina y párroco de la Puebla en Ponferrada hasta que en el año 1964 el obispo le encargó de las parroquias de San Miguel Arcángel en Olleros y la de las Santas Justa y Rufina en Calzadilla de Tera donde celebró a diario la misa hasta finales del 2008 debido a problemas con la vista, aunque se había jubilado unos años antes, concretamente con 93 años de edad. Descanse en paz don Federico.