-¿Desde cuánto pertenece a la Casa de Zamora?

-Desde el año 1993, cuando ya me trasladé a vivir de forma definitiva de Guadalajara a Madrid. En Guadalajara ya fui vicepresidente de la Agrupación Zamorana. Es una provincia donde efectivamente existe también un grupo de zamoranos importante.

-¿Ha participado siempre de forma activa en la asociación?

-Sí. Enseguida me vincularon como vocal y después como vicesecretario. Dejé la directiva pero después de varias tentativas, cuando estaba aún en activo, he terminado por aceptar la propuesta para encabezar la candidatura a la presidencia.

-Uno de sus reproches es el bajo nivel asociativo en proporción al número de zamoranos que reside en Madrid.

-Así es. Mire, resulta que en el conjunto de Madrid se calcula que residen unos 50.000 zamoranos, aunque algunos dicen que incluso más. En este momento somos 508 socios, lo que quiere decir que apenas llegamos al cinco por ciento, un porcentaje muy bajo.

-¿Con qué se daría por satisfecho?

-Como presidente y como zamorano me daría por satisfecho con llegar a un diez por ciento. Llegar a los 5.000 zamoranos en la Casa de Zamora, de esos 50.000 que puede haber en Madrid, sería un logro importante.

-¿Influye negativamente la proximidad entre ambas provincias?

-Así es. También que Madrid es una ciudad tan hospitalaria que nos integramos todos los de fuera muy bien. Eso hace que seamos menos asociativos en lo que se refiere a nuestro lugar de origen. Por otra parte parece que la provincia de Zamora no es tan asociativa como son otras... Incluso en la misma Zamora hay distintos comportamientos. Por ejemplo hay más socios procedentes del oeste de la provincia y del norte, así como de Benavente. Estos predominan sobre el resto de lugares.

-¿Cómo es el prototipo de asociado?

-Normalmente es una persona a partir de cincuenta años, aunque también tenemos jóvenes y hasta niños de cuatro y cinco años inscritos. Diría que son de clase media, por lo general, y la mayor parte dedicada al sector de servicios y autónomos. En las profesiones predominan los que se dedican al comercio, aunque también hay muchos en la hostelería.

-Siempre se ha hablado del grupo de poder que formaban durante los primeros años los taxistas zamoranos en Madrid. ¿Ha cambiado la situación en la actualidad?

-Ya no es lo mismo. Ahora ya no hay tantos como parece. Antes, sobre los años sesenta, los taxistas estaban de alguna forma asociados bastante a los restaurantes económicos, y en sus horas libres se dedicaban al taxi. Además, así conseguían clientes entre los que llevaban en el taxi. Esto funcionaba mucho entonces.

-¿En qué situación económica está la casa de Zamora en Madrid?

-Como en casi todas las casas regionales la situación es bastante complicada. Sobre otras nosotros tenemos la ventaja de que tenemos la Casa de Zamora en propiedad y, por lo tanto, no tenemos que pagar renta. En cambio sí debemos pagar contribución, comunidad y otros muchos gastos. Este año están ya bastante avanzadas las obras para restaurar la fachada de las instalaciones, en la calle Tres Cruces... Pero todo son cargas. La situación económica no es buena.

-¿Ha pensado como optimizarla?

-Con ese incremento de socios al que aspiro además de relanzar las actividades de la Casa de Zamora se podrían dedicar las cuotas para defendernos en el día a día y destinar las subvenciones, si llegan, a realizar actuaciones extraordinarias. Ahora todo se emplea exclusivamente en el mantenimiento, y casi ni llega el dinero.

-¿Reciben apoyo de las instituciones zamoranas?

-Este último año, por desgracia, sólo hemos recibido la aportación económica de la Junta, unos 3.400 euros. Las subvenciones de las dos instituciones que más contribuyen habitualmente, Ayuntamiento y Diputación, están pendientes. La del Ayuntamiento tengo confianza en que llegue en breve, porque está en gestiones. Con la Diputación ha habido problemas y quizá no llegue tan pronto, en parte por culpa nuestra, porque la documentación pertinente no se presentó a tiempo y quedamos fuera de plazo. De todas formas tenemos el compromiso del presidente de la institución, Fernando Martínez Maíllo, de tratar de solucionarlo en este año en el que estamos. A ver si tenemos suerte y llega este estímulo económico de la Diputación. Creo que hay buena voluntad y que se arreglará.

-¿Qué proyectos tiene para este año como presidente?

-Mi intención es enviar comunicados a los medios de comunicación de Madrid para invitar a todos los zamoranos a que colaboren. Una especie de campaña de captación para que colaboren con nosotros.

-¿Sólo en Madrid?

- No. Ya escribí a los alcaldes de los antiguos partidos judiciales de Zamora para que vengan a Madrid a explicar en la Casa de Zamora el presente, el pasado y el futuro de la comarca y, al tiempo, nosotros hacer propaganda para que los de esas comarcas acudieran a las charlas y animarles a asociarse. Como tenemos una coral y un grupo de danza me gustaría desplazarlos a Zamora y organizar actos. Pero de los ocho sólo ha contestado uno a través del concejal de Cultura. Es importante la colaboración que llega desde Zamora.

-¿El número de socios disminuye año a año?

-De forma generale se puede decir que sí ha descendido, porque llegaron a ser más de novecientos. El porcentaje es escaso, creo que en torno a medio centenar. Es clave aumentar su participación, porque se necesita juventud. Ultimamente se habían interrumpido las fiestas de los más jóvenes y ahora ya se ha realizado una que parece que resultó bastante bien. Estoy dispuesto a que se hagan más, por supuesto. En lo que pueden participan en actividades, como en la visita que se ha llevado a cabo el Día de Reyes a los zamoranos que están en residencias. Me gustaría también destacar la labor que realizan la Reina y las Damas de la Casa de Zamora, porque colaboran de manera muy activa en todo lo que se les pide.

-Aunque pocos, ¿están unidos en la Casa de Zamora?

-Sí lo estamos, aunque haya podido haber momentos de división anteriormente. Las rivalidades en la junta directiva ya no existen.

-¿Y existe zamoranismo?

-Por supuesto que lo hay. En el momento en que sale la palabra Zamora... enseguida se nos nota. Claro que se hace patria.

-¿Qué actividades fijas realizan al margen de las que se organizan de manera extraordinaria?

-Hay muchas actividades periódicas. Una vez a la semana tenemos ensayos y clases de dulzaina, de gaita, de la coral, del grupo de danza y del grupo de teatro. Estas actividades cubren prácticamente toda la semana. El viernes es cuando hay conferencias, presentaciones de libros, inauguración de exposiciones, conciertos o diversos actos culturales. No tenemos queja de los invitados que han venido y que colaboran con nosotros, como el diputado José Folgado, que siempre está a nuestra disposición.

-¿Les duele Zamora cuando conocen noticias negativas de la provincia?

-¡Ya lo creo que nos duele Zamora! Los emigrantes, hayamos estado donde hayamos estado, nunca hemos dejado de decir que somos zamoranos. Yo estuve en Andalucía y me conocían por el zamorano, porque siempre presumí de ello.

-¿Cómo se considera en Madrid a los zamoranos?

-Pienso que tenemos fama de trabajadores y de ser personas bastante formales y gente seria. Entramos en esa denominación del castellano, del que se sabe hoy lo que va a hacer mañana. Los zamoranos han sido muy emigrantes, pero llegado el momento vuelven a Zamora, como ha hecho mucha gente que vivía en Madrid. Hay algunos que ya viven en Zamora pero que siguen siendo socios de la Casa de Zamora.

-¿Qué les diría a los zamoranos que residen en su provincia natal y que viajan con frecuencia a la capital del país?

-Me gustaría que la Casa de Zamora estuviera abierta todo el día para que todo zamorano que viniera a Madrid supiera que aquí tiene su casa. Lo que ocurre es que por esas circunstancias económicas de las que hemos hablado se abre hacia las cinco de la tarde. Me gustaría que se pudiera dar información y asesoramiento. En definitiva se trataría de que la Casa de Zamora fuera una especie de oficina de información o de agencia de Zamora en Madrid.

«Al principio me dediqué a lo que pude»

-¿Por qué emigró de Zamora?

-Yo llegué a Madrid en el año 1960. Antes estudié en el Seminario de Zamora y luego me licencié en Teología. El obispo me destinó a Santovenia y luego como profesor al seminario de Toro. Hice dos oposiciones a canónigo, pero en la segunda ocurrió un episodio un tanto turbio porque el secretario del Cabildo me pidió que enviara un escrito renunciando a mis posibles derechos. Creo que fue el motivo principal de que me fuera a Madrid. Me quité la sotana y, naturalmente, no he vuelto a ponerla. En aquel momento pensaba que Madrid era un lugar en el que uno podía pasar desapercibido. Me dediqué a lo que pude.

-¿Cree que le fue bien en su aventura fuera de la provincia?

-No me puedo quejar. Me casé con una zamorana, y me he dedicado fundamentalmente a la enseñanza. En el año 1965 hice las oposiciones a instituto y dos años más tarde a catedrático. Luego estuve trasladado en Móstoles y puse en marcha dos institutos como director.

-¿Viaja con frecuencia a Zamora?

-Poco, desde luego menos de lo que me gustaría, aunque mantengo mucha relación, sobre todo por mis responsabilidades en la Casa de Zamora. Por supuesto mantengo amigos de la época en la que estuve en el seminario y también tengo primos.