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El jurado del crimen del Tera se reunirán el lunes a deliberar en la Audiencia de Zamora

Las acusaciones ven un caso claro de asesinato mientras las defensas alegan la falta de pruebas para condenar a los tres acusados.

Juicio por el crimen del Tera.

Juicio por el crimen del Tera. / Alba Prieto / LZA

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

El lunes a mediodía los nueve miembros titulares y dos suplentes del jurado popular que sigue la vista por el caso del conocido como crimen del Tera se darán cita en la Audiencia de Zamora con el fin de comenzar las deliberaciones sobre la culpabilidad o inocencia de los tres ciudadanos portugueses que se sientan en el banquillo: Ana Cristina P.A.S., Antonio Carlos G.C., apodado "Marineiro" y F.A.G.C. "El Chico", acusados de asesinar a Jaime G, los dos primeros en calidad de autores materiales y el segundo de colaborador.

Fiscalía y el abogado que ejerce la acusación particular desgranaron ante el jurado las pruebas que sustentan la acusación por unos hechos ocurridos en diciembre de 2109, cuando el jubilado luso Jaime G. aparece ahogado en el río Tera, cerca del Lago de Sanabria, dentro de un saco de plástico, con la cabeza cubierta con cinta americana y una bolsa de cal a los pies.

Fiscal y acusación fueron desgranando los pormenores de una investigación capaz de sustentar la acusación en las declaraciones de testigos, las escuchas telefónicas, la aparición de huellas dactilares de Ana Cristina y "Marineiro" en la cinta americana y la existencia de un móvil, como era el cobro de la pensión inglesa y portuguesa que percibía Jaime y que se ingresaba en una cuenta a la que tenía acceso la mujer que presuntamente lo mató.

La fiscal intentó ser más didáctica con el jurado, centrándose sobre todo en los detalles que puedan generar más dudas, mientras el abogado de la acusación particular fue más directo, destacando las evidencias que muestran las conversaciones intervenidas y los registros en los domicilios, y haciendo una demostración, con un rollo de celo, de la forma en que se dejan las huellas tras manipular la cinta adhesiva.

Las evidencias dejan, a juicio de fiscal y acusación, un caso claro y meridiano: Ana Cristina, dedicada a la prostitución, planea quitarse del medio a Jaime, con el que convivía para quedarse con su pensión, utilizando para ello al "Marineiro" con el que mantenía una relación amorosa. Este le ayuda a ejecutar el crimen, drogando a Jaime para meterlo en una bolsa, inmovilizarlo con cinta americana y tirarlo al río. "El Chico" fue quien les proporcionó la cal y la cuerda, halladas en un registro y les dio las indicaciones de dónde tirar el cuerpo, ya que había vivido en Puebla de Sanabria.

La hipótesis del suicidio queda descartada, entre otras cosas porque el escenario del crimen está "limpio": no hay ni rastro del vehículo utilizado por Jaime para llegar al lugar ni ningún resto que delatara su presencia anterior a su entrada en el río, como por ejemplo el rollo de cinta americana utilizado para "vendarse" la cabeza.

La fiscal puso el acento no solo en las pruebas, sino en lo sucedido en el interior de la sala en los cinco días de juicio. Por ejemplo, el hecho de que a uno de los acusados le preguntara su propio abogado defensor si había matado a Jaime "y tardó varios segunos en contestar que no".

La acusación detalló conversaciones telefónicas, sobre todo entre Ana Cristina y "Chico", de las que se deduce claramente su implicación en el crimen, ya que cuando les va a ver la Guardia Civil por primera vez ya saben que es por este caso. Incluso el abogado se pregunta si no habrá un segundo cadáver por ahí perdido, ya que en uno de estos contactos se refieren a un tal Paulino como otra persona que habría corrido la misma suerte que Jaime.

Las conversaciones telefónicas no afectan a "Marineiro" porque estaba en la cárcel cumpliendo condena, aunque sí hay una estrategia que urde Cristina que consensuó con "Chico" y este otro acusado en prisión.

Es en estas conversaciones cuando sale a la luz que el vehículo utilizado para el traslado de Jaime a Sanabria fue un Renault Laguna propiedad de Cristina, vendido antes de que acabara ese mismo mes de diciembre de 2019 y por tanto sin huellas cuando años más tarde se localizó y registró.

Fiscalía y acusación calificaron de "impecable" la investigación de la Guardia Civil, que tuvo que identificar un cuerpo con escasos indicios. Fue gracias al ADN registrado en Inglaterra cuando se comprobó la identidad del fallecido y fue a raíz de ahí cuando se fueron reconstruyendo los hechos, con los interrogatorios a testigos, las propias declaraciones de los implicados, las escuchas telefónicas autorizadas por el juez, los registros y las pruebas periciales.

Contradicciones

Las defensas, sin embargo, cuentan muchas grietas en el relato oficial, tantas dudas y contradicciones que animaron a los miembros del jurado que apliquen el "in dubio pro reo", con el fin de evitar que este caso se convierta en un nuevo Rocío Vanninkhof, el juicio con jurado que condenó a Dolores Vázquez del asesinato porque todo el mundo la consideró culpable, pero solo por indicios, sin pruebas de cargo, y que salió libre ocho años más tarde tras encontrarse al verdadero culpable.

La defensa del "Chico" demostró con un certificado oficial que estaba ingresado en un hospital luso del 19 al 30 de diciembre, es decir, en el periodo cuando ocurrieron los hechos. Y tampoco existe prueba ninguna de que facilitara las indicaciones de cómo llegar al Lago de Sanabria, ni siquiera de que haya residido alguna vez en Puebla.

Su abogada, que también defiende a Ana Cristina, se preguntó por qué habría de matar a Jaime si era "la gallina de los huevos de oro", si ya era titular de una cuenta donde este ingresaba su pensión, mientras que la paga cesó en 2022, cuando Inglaterra corta el grifo tras conocer la muerte del beneficiario. Por tanto, matando a Jaime no solo no le traía ningún beneficio, sino que le perjudicaba.

Las dudas se extienden porque no se sabe exactamente cómo se produjo la muerte, que inicialmente el forense calificó como suicidio, y de hecho la Guardia Civil tampoco intervino como si fuera muerte violenta hasta que la declaración de una testigo, una portuguesa esposa de un Guardia Civil, acusó a Cristina de estar involucrada en la muerte, con una versión consensuada con otros testigos.

No se han encontrado restos de que Jaime fuera drogado, y lo lógico parece que saliera por su propio pie del coche que le llevó hasta la orilla del Tera. Tampoco se sabe el lugar exacto de la muerte si su causa, por lo que malamente se puede argumentar que hubo alevosía, uno de los elementos para hablar de asesinato.

Al igual que el abogado de "Marineiro" se preguntó por qué si en un primer análisis no se encontraron huellas dactilares, estas aparecieron cuatro años después en la cinta americana que inicialmente estaba lisa y en el segundo análisis arrugada.

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