Entrevista | Daniel Vicente Ganadero
Daniel Vicente, ganadero y presidente de la raza frisona de Zamora: "Debemos estar orgullosos de lo que somos y hacemos"
"Mi trabajo, gracias a las nuevas tecnologías, ha cambiado mucho con respecto al que hacían hace años mis padres"

El ganadero zamorano Daniel Vicente. | CEDIDA
B. B. G.
Presidente de la asociación de la raza frisona de Zamora, contará su experiencia de vida y trabajo en Torres del Carrizal, dentro de la quinta edición «Razones para quedarnos», patrocinado por la Junta de Castilla y León, Iberdrola, Audens Food y la Diputación, con la colaboración de los ayuntamientos de Benavente y Toro.
En su caso particular, ¿qué le hizo decantarse por quedarse a desarrollar su carrera profesional en Torres del Carrizal, trabajando en el negocio de su familia?
Lo cierto es que yo no tenía muy claro qué quería hacer, quedarme en el pueblo o trabajar fuera. A raíz de las prácticas que hice del módulo de Soldadura y Calderería que estaba estudiando, me di cuenta de que lo que yo quería para mi futuro estaba en casa. Eso fue lo que me abrió los ojos para saber lo que me gustaba realmente y a lo que me quería dedicar.
¿También influyó que sus padres se dedicaran a la ganadería y usted haya visto esta labor desde que era pequeño?
Es verdad que desde que era muy niño yo he ayudado a mis padres con el ganado, pero eso no me había aclarado hacia dónde quería tirar. Siempre tuve mis dudas, pero al final tomé la decisión. Una vez que das el paso, sí que es cierto que es más sencillo tomar las riendas del negocio familiar.
Un negocio que no es para nada sencillo.
En absoluto, como lo conozco de toda la vida y sé lo que han luchado mis padres, entiendo qué significa todo esto. Mis padres arrancaron con la ganadería casi desde cero, cuando mis abuelos le dieron a cada uno un par de vacas cuando se casaron. No era la actividad en la que trabajaban mis abuelos.
Un día cualquiera en la granja
¿Cómo es para usted un día habitual de trabajo?
Nos dedicamos al vacuno de leche y tenemos también una pequeña parte de agricultura, pero de muy pequeñas dimensiones. La actividad principal gira en torno al vacuno de leche. Mi trabajo, gracias a las nuevas tecnologías, ha cambiado mucho con respecto al que hacían hace años mis padres. Así que, por ejemplo, mientras desayuno, ya puedo vigilar a las vacas, porque están monitorizadas. De esta manera, ya sé si alguna anda con el celo o está enferma o tiene algún problema. Si es así, son a las primeras que acudo a visitar, para revisar qué le ocurre, cuando llego a la granja. El siguiente paso es atender a los terneros, soy yo quien me encargo de ellos, generalmente, para darles los tratamientos que necesiten. Mi padre, mientras tanto, se encarga de la alimentación de los animales y otras personas se dedican al ordeño propiamente dicho. Y junto a los terneros, también estoy encargado de cualquier consulta o duda que surja durante el ordeño, me avisan a mí cuando hay algún problema con alguna vaca. Hay que estar siempre alerta por si hay cualquier incidencia con el ganado.
¿Se trata de un trabajo en el que hay que estar al pie del cañón los 365 días del año?
Hay días más intensos que otros, pero sí, es una labor que requiere muchísima dedicación durante todo el año.
Sin echar de menos las grandes ciudades
En su caso, ¿ha tenido la experiencia en vivir en una gran ciudad?
Nunca. Estuve en Zamora un par de años por estudios, pero en cuanto podía, regresaba al pueblo, así que no echo de menos nada de las ciudades. A mí las grandes capitales no me gustan. Vivo muy bien a apenas catorce kilómetros de Zamora, cualquier cosa que necesite de la ciudad, la tengo a un paso.
¿Por qué considera que a la gente de su edad no le interesa el mundo rural ni se plantea desarrollar su futuro profesional en este territorio?
Creo que la traba principal es el tema de la rentabilidad. En el caso del área en el que yo trabajo, ha habido años donde las ganancias eran muy escasas, incluso nulas, aunque ahora no es el caso. Pero eso es una razón muy importante a la hora de decidir tu futuro. Luego también está la dedicación plena que requiere trabajar con animales, que es un oficio muy duro. Si nadie lo ha vivido antes, es muy difícil que apueste por trabajar en el campo, casi diría que imposible. Más que un trabajo, yo lo considero una forma de vida.

Daniel Vicente / Cedida
¿Una forma de vida que también tiene sus beneficios?
Sin duda alguna. Hablamos de la dedicación plena que tiene muy oficio, pero no hay que olvidar que eso también ocurre con trabajos en las grandes ciudades. Personalmente, para mí el principal beneficio es la tranquilidad de estar en un entorno rural, aunque es verdad que es algo que te tiene que gustar. Y, en mi caso, además, la ciudad la tienes a poco más de diez minutos, y eso añade más beneficios. Después, se podría hablar del tema de la vivienda. Aquí es mucho más fácil encontrar un hogar asequible, económicamente, es más rentable, por supuesto.
La mejor raza para dar leche
Es el actual presidente de la asociación de la raza frisona en Zamora, ¿cómo accedió a este cargo?
Cuando estaba de presidente mi antecesor, Jorge Hernández, yo ya estaba en la junta directiva, así que cuando decidió dejar el puesto, me lo propusieron, salió a votación y resulté elegido. Aunque yo soy de los más jóvenes, sí que intentamos que en la agrupación haya representación de menores de 35 años también, aunque la media de edad, en general, es algo más alta.
¿Qué es lo que hace tan especial a la raza frisona?
Para empezar, es el animal número uno en la producción láctea. Hay otras muchas razas, pero, desde mi punto de vista, si te quieres dedicar a este sector, es la raza que tienes que escoger.
El necesario apoyo de las instituciones
Para poder asentar a más jóvenes en el medio rural, ¿es necesaria una mayor implicación de las administraciones?
Desde luego que sí, empezando por unas leyes que incentiven esa preferencia por vivir aquí, no imaginas las trabas que hay muchas veces cuando alguien, simplemente, quiere hacerse una casa en el pueblo, una auténtica locura. Demasiado papeleo que hace que, muchas veces, la gente desista y opte por invertir ese dinero en un piso en la ciudad. Lo que también tenemos que hacer, por nuestra parte, es darle más valor a vivir en el medio rural. Deberíamos estar más orgullosos de donde vivimos, de lo que somos y de lo que hacemos.
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