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Inclusión social

Barreras arquitectónicas y discapacidad: Adaptarse para vivir

Las barreras arquitectónicas y sociales siguen siendo un impedimento para muchos. Conseguir una vivienda asequible y adaptada puede llegar a ser un calvario si no se cuenta con la ayuda necesaria. Para Adela, la figura de su hermana Ana ha sido fundamental a la hora de dar el paso hacia la independencia en un piso adaptado

Adela junto a su hermana Ana. | CEDIDA

Adela junto a su hermana Ana. | CEDIDA

Han pasado 4 años desde que la madre de Adela falleció en un 12 de diciembre que cambió su vida: "Yo tengo mucha fuerza de voluntad gracias a mi padre y a mi madre. Pero bueno, cuando murió mi padre mi madre me siguió apoyando. Me enseñó a no pedir ayuda siempre que fuera capaz de hacer las cosas yo, eso me ayudó a ser independiente. Hasta cierto punto lo soy".

Adela sentada en su silla de ruedas. | CEDIDA

Adela sentada en su silla de ruedas. | CEDIDA

Después de 47 años, Adela tuvo que enfrentarse a la soledad de su piso, aquel que durante tanto tiempo había compartido con su madre. El dolor por la pérdida no fue lo único a lo que tuvo que enfrentarse: "La casa en la que vivíamos, nuestra casa, tenía 18 escalones. Yo dejaba la silla en el portal cargando, pero a pesar de poner una goma de seguro siempre estaba movida".

Al principio aquellos 18 escalones no eran el mayor de sus problemas, aunque "el impedimento era subirlos en verano, con las ventanas cerradas y el calor", explica Adela.

Sin embargo, los años pasaron, concretamente 3, y aquella casa que durante tanto tiempo había sido su hogar debía quedarse en el pasado: "Le prometí a mi madre que yo iba a seguir esforzándome, porque ella no quería que yo me fuera a vivir con ninguno de mis hermanos. Quería que me quedase en casa, que fuera independiente. Aunque ella decía que yo tiraba de ella yo creo que era ella la que tiraba de mí".

Fue a partir de este momento cuando su propia hermana comenzó la búsqueda de un piso adaptado que permitiese a Adela vivir a gusto: "Encontramos algunos que decían que estaban adaptados, pero luego llegaba y me encontraba un bordillo nada más entrar, por lo que no podía meter la silla. Otro que encontramos parecía estar bien, hasta que vimos que contaba con una bañera, en ese caso claro, tendría que hacer obra. Ahora he encontrado uno con el que estoy encantada", relata.

Adela reconoce que aunque ha encontrado el piso perfecto para ella, ha tenido que adaptarlo aún más a sus necesidades: "Ahora mismo en casa he quitado todas las puertas, solo he dejado la principal, la de una habitación en la que no entro y las del salón, que al ser dobles las dejo abiertas. Pero todas las demás las he quitado, al final con la silla pasaba y les daba, me molestaban".

Adela tiene parálisis cerebral infantil, y aunque puede cuidarse por sí misma, es cierto que necesita cierta ayuda en algunas tareas del hogar, por ello una auxiliar acude a hacer la limpieza, además de contar con un servicio de comidas: "La ayuda a domicilio es solo para hacerme cosas de la casa. Vestirme, ducharme, poner la comida, etc. puedo hacerlo yo. Viene la auxiliar a las 8:00 horas de la mañana, hace las cosas y se va. Luego también tengo comida a domicilio".

La independencia que tanto ansiaba parecía haber llegado a su vida, aunque a veces se vea limitada por algunas personas: "Estoy muy contenta con mis vecinos, son geniales, a veces incluso discutimos por quien abre la puerta, si ellos o yo. Al principio esas cosas me molestaban, pero luego entendí que lo hacían por educación. Lo que sí me molesta es cuando te ve una persona y te dice "ay pobrecita", eso sí que no lo aguanto".

No obstante, reconoce que incluso ella ha pecado de aquello que tanto detesta: "Hace unos años vi a un niño pequeño con un casco en la cabeza. Según lo vi dije "pobre". En ese momento venía una amiga conmigo y me dio un codazo. La madre me dijo que no me preocupase, que estaba acostumbrada. No pude evitar decirle que no lo hiciera, que no se acostumbrase".

El desconocimiento sigue siendo uno de los mayores conflictos a la hora de dar visibilidad a los problemas ajenos, y la lucha por dar voz no debe quedarse entre las paredes de las asociaciones: "Lo que nosotros realmente buscamos en estos centros es que nos apoyen, a nosotros y a nuestras familias, por ejemplo, en lo relacionado con la adquisición de una vivienda. En mi caso ha sido mi hermana la que se ha encargado de buscarme una casa adaptada, pero no todo el mundo tiene la suerte de tener a alguien al lado que se encargue de eso, por ello es muy importante el papel que pueden llegar a tener en estas situaciones". Es por ello que, a veces las barreras no son solo arquitectónicas, sino sociales.

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