Entrevista | Olivia Molina Actriz
Olivia Molina, actriz: "El teatro tiene un componente de contacto humano que es sanador"
Olivia Molina actúa este sábado, día 11 de octubre, en el Teatro Ramos Carrión de Zamora. Con su compañera Luisa Martín pondrá en escena la obra «Malditos tacones».

La actriz Olivia Molina. / Javier Naval
¿Qué encierra un título tan sugerente como "Malditos tacones"?
Es un texto trepidante que nos ha regalado Ignacio Amestoy, que dirige Magüi Mira, y que tengo la suerte de llevar un año contando sobre los escenarios de toda España con mi compañera Luisa Martín. Es una propuesta escénica muy contundente en la que dos mujeres, en momentos vitales muy diferentes, con lugares en la vida, oficios, decisiones muy distintas, tienen una cita buscada y necesaria. Una conversación transformadora, a corazón abierto, en la que las dos, sin pretenderlo, van dejando caer las identidades, las caretas, los roles, y se van mostrando cada vez más auténticas para redescubrir quiénes son. Básicamente es un cara a cara de dos mujeres que son más parecidas de lo que ellas se piensan. A través de este encuentro humano van desgranando etapas de su vida, decisiones que han tomado, mochilas que llevan, dolores como mujeres que comparten, y se van reconociendo la una a la otra. Y en este reconocerse hay un reconocimiento de quiénes son ellas, de la familia, de los secretos y de la sociedad en la que viven.

Las dos actrices en un momento de la representación. / ReneFotografo
¿La obra visibiliza las muchas mochilas que llevan las mujeres encima?
Es una visibilización de caminos de vida que todas y todos podemos reconocer porque el dolor del otro o las conquistas de los otros también son las nuestras propias. Y, quiero creer, que la empatía y la compasión nos hacen entender el dolor de otras personas. Son dolores humanos y son caminos de vida que todos podemos ver y reconocer. En este caso concreto, son dos mujeres que son atravesadas por violencias sexuales, por violencias económicas, por muchos tipos de presiones sociales muy intensas. Son secretos que se desvelan, que tienen que ver mucho con violencias ejercidas sobre el cuerpo de la mujer, sobre la identidad de la mujer, sobre las decisiones que han tenido que tomar libremente, pero, igual, no tan libremente como ellas pensaban.
La obra es un arma maravillosa para exponer situaciones porque somos parte del sistema
¿Qué le hizo aceptar el formar parte de este equipo?
Lo primero, me atraía mucho la dirección de Magüi Mira. Ya había tenido la suerte de trabajar con ella en "Las Amazonas" para el Festival de Teatro Clásico de Mérida unos años atrás. Lo primero su dirección y segundo, mi compañera Luisa Martín. Para mí el teatro es vínculo y el teatro es grupo, es un acto muy humano de investigación y de implicación con el oficio. El hecho de que fuera a estar rodeada por dos mujeres, que respeto y admiro profundamente, ya no solo como seres humanos sino también como profesionales, me atrajo muchísimo. Era una sinergia muy interesante de tres generaciones juntas hablando de la vida, de lo que es atravesarla hoy en día. Y luego el texto, que es un duelo, es un reto interpretativo cuando tienes la posibilidad de leerlo totalmente. Es un regalo muy grande para una actriz tener un texto de dos actrices, una conversación en un espacio tan pequeño en el que esos dos personajes no pueden salir porque hay un espacio escénico muy concreto.

Un momento de la obra. / ReneFotografo
¿Cómo es?
La obra desarrolla en una especie de tablero de ajedrez que se conmueve en el que las dos van siendo movidas por una plataforma que va cambiando el eje y que va descubriendo nuevas facetas de esta conversación. Ante este conjunto, no tuve ningún tipo de duda. Además, el teatro tiene este componente de contacto humano que para mí es muy sanador.
Con Luisa Martín ¿había compartido escenario?
Nunca había compartido escenario. Hemos hecho ficción juntas, hemos hecho una serie juntas que se llamaba "Bajo sospecha" y tuvimos muy buen feeling. Luisa es una mujer súper trabajadora, con muchísimo talento y yo disfruto cada día viéndola en el escenario. Así que nos hemos reencontrado.
Cuando sobre el escenario hay dos, ¿tiene que haber una química, una conexión para que una brille y la otra también?
La clave está en el otro siempre. La escucha y el estar para el otro te devuelve lo mismo a ti también. Pero es verdad que en este caso nos apoyamos la una en la otra. La una en los ojos de la otra, la una en el hacer de la otra, en la emoción de la otra. Es un salto al vacío, pero, en este caso, nos hemos visto muy recogidas la una a la otra. Hay una confianza que se ha ido creando porque es algo que a veces no se da tan fácilmente. En este caso se dio y el domingo hicimos la función número cien. Nos han pasado todo tipo de aventuras sobre el escenario y siempre hay una confianza absoluta en que lo vamos a poder resolver.
¿Cómo ha sido el proceso de preparación de su personaje?
Ha sido delicioso. Me ha resultado interesantísimo entrar en el mundo de una abogada por causas de violencia de género. Interpreto a una abogada que está en un momento muy alto en el sentido de que está en un momento de plenitud, cree en su oficio, cree en los valores de su oficio. A mí me gusta mucho el proceso anterior, antes de llegar a los ensayos. Además, tengo amigas cercanas que son abogadas, con las que pude ir a juicios y a ver realmente cómo hablan estas personas, cómo es el día de estas personas. Luego el texto necesitaba un trabajo de análisis muy profundo que también hicimos. Ha sido un regalo preparar este personaje, y todo este trabajo previo luego te da mucha libertad en el escenario.

Las intérpretes en una función. / ReneFotografo
Para usted el teatro es poder sanador, ¿el ver esta función puede ser sanadora para gente del público?
Es una función que remueve, por lo que hemos recibido de vuelta del público y lo que sentimos mientras que la hacemos. Es una función cruda y es una función que expone una realidad que desgraciadamente sigue ahí y que creo que arma maravillosa, como siempre, es el hecho de poder exponerla y que luego cada una y cada uno vea qué quiere hacer con esto porque todos somos parte de un sistema y todos tenemos la responsabilidad, el derecho de ir transformando las cosas que nos duelen, que vemos que no se han de sostener más. Y entonces esta función lo que hace es exponerlas en carne y hueso. Son dos mujeres que se han visto atravesadas por este tipo de injusticias y de decisiones también. Y sobre todo, para mí es una función también que dos mujeres que conquistan su libertad. Es una mujer que reconquista lo que significa ser libre, que no es obtener poder, que no es solamente hacia afuera, no es solamente poder económico, no es solamente poder social, o libertad externa hacia afuera, sino casi un viaje hacia adentro. Yo creo que en ese caso sí que interpela mucho al escritor, porque es una conversación que cada uno podemos tener también. Y creo que es una función muy inteligente porque al público le hace ser casi parte de este debate, y es muy interesante. No es una función que acabe con un lazo rosa, es una conversación que se queda abierta y que cada una acaba en su cabeza.
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