Antonio García Sánchez-Blanco, el arquitecto que llevó a Zamora al siglo XX

Menos conocido que otros coetáneos de principios del siglo pasado, del estudio del arquitecto madrileño salieron algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad; entre ellos, el de las Cariátides, la Casa Pinilla o los antiguos cines Barrueco.

Edificio Pinilla.

Edificio Pinilla. / José Luis Fernández

A. García

Quizá su nombre no resuene tanto entre los zamoranos como el de Francesc Ferriol, Segundo Viloria o Gregorio Pérez-Arribas. Sin embargo, la impronta que dejó en la ciudad durante principios y mediados del siglo XX es tan relevante que de su estudio salieron algunos de los edificios más representativos de la arquitectura de Zamora.

Aunque nació en Madrid en 1893 y sus primeros pasos en la arquitectura los llevó a cabo en Jerez de la Frontera, el devenir de los acontecimientos lo trajo hasta Zamora, aunque no se sabe exactamente en qué fecha llegó a la ciudad. Sí se conoce, sin embargo, cuando firmó su primer proyecto. Fue en el año 1921. Dos años más tarde, en 1923, fue nombrado arquitecto municipal. También ocupó el cargo de director de obras escolares en la provincia en sustitución de Pérez-Arribas. De hecho, fue responsable de la finalización de la construcción de la Escuela Normal de Maestros, considerada una de las grandes obras racionalistas de Zamora. Un eclecticismo en sus obras que demostró a lo largo de su carrera, ya que también construyó edificios que se enmarcan dentro del art déco o del historicismo.

Cines Barrueco.

Cines Barrueco. / José Luis Fernández

Así lo señala en libro "Arquitectura y urbanismo en Zamora (1850-1950)", escrito por Álvaro Ávila de la Torre, donde afirma que Sánchez-Blanco fue, sin duda, "el arquitecto que demostró una actitud más abierta a la hora de abrazar las novedades que aparecían en el campo de la arquitectura". Y es que aunque comenzó su carrera dentro del eclecticismo barroquista, durante su trayectoria también abrazó las formas historicistas y el llamado Segundo Imperio, incorporando elementos a sus obras como las soluciones curvas y el dinamismo del muro.

Fue el primero que aportó planos con detalles de cada edificio al Ayuntamiento

Incluso, señala Ávila de la Torre, conectó con el regionalismo montañés en algunas de sus creaciones, entre ellas, su propia vivienda, hoy desaparecida, o en la Casa Peña, del año 1931, situado en la avenida Príncipe de Asturias.

Primeras obras

Su primer encargo fue la reforma de la casa de Emilio Prieto Prieto, en la plaza Sagasta, donde modificó la fachada, hizo un patio interior y desplazó la puerta de entrada al edificio para poder dar más espacio al local comercial de sus bajos.

Sánchez-Blanco, señala el autor, fue un arquitecto que gozaba de un lenguaje ecléctico más internacional que sus contemporáneos, probablemente por su formación en Madrid. También fue el primer que aportó planos con detalles al Ayuntamiento de un edificio, en este caso el que se ubica en la plaza del Seminario, lo que da cuenta de que ya "pertenecía a una nueva generación de arquitectos".

"Cuando Ferriol llega a Zamora", cuenta Estrella Torrecilla, directora de la oficina de Turismo de Zamora, "trajo consigo una tendencia que siguieron otros arquitectos locales. Antonio García Sánchez-Blanco también se unió a esta corriente", explica, "aunque bien es cierto que sus edificios son más eclécticos". "Es un arquitecto que ayuda y mucho a convertir Zamora en una ciudad del siglo XX. Su aportación es incuestionable. De hecho, Zamora pasa a convertirse ciudad burguesa gracias al empuje de las familias harineras y la llegada del ferrocarril, que suponen un revulsivo para la ciudad".

En el año 1927 fue el encargado de edificar el Teatro Municipal de Benavente

Otra de las obras más representativas del arquitecto fue la reforma de la casa de Fidel Luelmo, más conocida como de las Cariátides. Fue él, de hecho, quien propuso reformar los miradores existentes para incluir estas figuras, una obra, dice Ávila, donde no se puede hablar de un exceso decorativo, pero sí de una "inteligente distribución y tendencia a diversificar los motivos ornamentales".

A lo largo de lo extensa carrera llevó a cabo innumerables obras, algunas de ellas desaparecidas, como la casa de José López de Pablo en la avenida de las Tres Cruces, la casa Samaniego, o de la Casa Pérez, que aún se mantiene cerca de la Plaza Mayor, donde proyectó un edifico de alta pretensiones, muy vertical, con torreón, mirador y pilastra que dotan al edificio de gran dinamismo.

Sin embargo, fue en el año 1927 cuando realizó una de sus obras más destacadas, y sin duda, una de las populares entre los zamoranos, el edificio Pinilla, en la esquina de La Marina con la calle Alfonso IX. Un edificio donde enfatizó el ángulo y que remató con un chapitel bulboso de gran efectismo, que junto a una fachada llena de motivos florales y escudos, hacen en su conjunto un edificio fiel reflejo de lo mejor de su obra.

Nuevas tendencias

A lo largo de su carrera, Sánchez-Blanco no se quedó encasillado en un solo estilo, sino que fue probando diferentes corrientes arquitectónicas. Así, en los años 30 apostó por el art déco, influencia que se deja notar en el Hotel Franco Español, en la plaza del Maestro Haedo, o en la Casa Cacho, del año 1934, ubicada en la calle Víctor Gallego.

Detalle del edificio conocido como Las Cariátides.

Detalle del edificio conocido como Las Cariátides. / José Luis Fernández

Pero no solo art déco. Sus edificios son reflejo de otras influencias arquitectónicas, donde se pueden observar motivos de la antigüedad y de la España medieval, muy en boga en esos años. Incluso adopta el estilo historicista, que se vuelve a poner de moda a principios del siglo XX, pero al que aporta "algunos toques nuevos", aunque siempre "integrándolo dentro de la propia ciudad". De ahí su predilección por los torreones, los pináculos y por los adornos más clásicos.

"Un estilo que se integra perfectamente dentro de la parte antigua de la ciudad y de la nueva zona comercial" asegura la directora de la oficina de Turismo. Totalmente diferente fue el proyecto del antiguo cine Barrueco, inaugurado en 1943. Con un aforo para mil espectadores, las líneas rectas y la sencillez de sus formas muestran de nuevo la intención de Sánchez-Blanco por probar otros estilos. La obra del arquitecto madrileño no solo se circunscribió a la capital. También fue el responsable del Teatro Municipal de Benavente.Y es que Sánchez-Blanco fue uno de los arquitectos que mejor se supo adaptar a diferentes estilos y tendencias, como demuestra su extensa obra, y que consiguieron llevar a Zamora a su esplendor arquitectónico.

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