Religión

Pequeña historia de la coronación de la Virgen de la Concha

Todos los secretos de la «aventura» de cuatro zamoranos que viajaron al Vaticano para hacer posible la aprobación del rito litúrgico, celebrado el 8 de diciembre de 1992 en la Catedral de Zamora ante miles de devotos de la patrona de la ciudad

Florián Ferrero Ferrero

(El texto que sigue fue realizado en el mes de octubre de 1992)

El próximo día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, será coronada canónicamente Nuestra Señora de San Antolín o de la Concha, patrona de la ciudad de Zamora, en una ceremonia que tendrá lugar en la Catedral.

Siempre fue un deseo acariciado por la cofradía que desde hace nueve siglos le rinde culto y se encarga de la organización de todos los actos en que participa dicha imagen, el poder llevar a cabo el citado acto litúrgico.

Sin embargo, el escaso número de cofrades –se trataba de una hermandad que limitaba la entrada de nuevos miembros–, así como diversas circunstancias, impedían poder llevar a cabo la ceremonia con la dignidad que ésta requería.

Pero la situación cambió totalmente a partir de 1970, en que la cofradía introdujo profundos cambios en su estructura organizativa y en las normas de ingreso de nuevos hermanos, aunque con un respeto absoluto a sus tradiciones más queridas y centenarias. Reforma que supuso además una adaptación total al Concilio Vaticano II, que poco antes había concluido.

Virgen de la Concha en el año 1920.

Virgen de la Concha en el año 1920. / Autor desconocido

La unión de las denominadas cofradías "grande" y "chica" en una sola, eliminando toda discriminación entre hermanos, fue el primer paso. El segundo fue la creación de una sección de damas, de corta vida pues dos años después desaparecía para conformarse la hermandad como sigue en la actualidad, integrada por todo tipo de personas sin distinción de sexo.

Esas reformas supusieron además una nueva fuerza para la cofradía, que pasó de estar compuesta por medio centenar de cofrades a más de mil; y de una asistencia mínima a la romería –nos referimos a los que acompañaban a la imagen andando durante toda la procesión–, que en 1974 no pasó de 20 personas, a más de 4.000 en 1991.

Por eso desde el principio de los años ochenta la idea de proceder a la coronación canónica de la Virgen de la Concha iba cobrando cada día más fuerza.

Era un deseo que se expresaba en todas las juntas generales de la cofradía, y que varias veces se trasmitió por los directivos de la misma a las autoridades eclesiásticas.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta en 1938, la tradición nacida en 1291 no se interrumpió durante la Guerra Civil Española.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta en 1938, la tradición nacida en 1291 no se interrumpió durante la Guerra Civil Española. / Salvador Calabuig Custodio

Pero faltaba, sin duda, un hecho desencadenante. Y éste se produciría en 1988.

Una historia casi familiar y desconocida

Es una historia, casi familiar y desconocida, de la que yo tuve la fortuna de ser una de las personas que participaron. Por ello, y porque las pequeñas historias muchas veces ayudan a comprender las cosas, nos atrevemos a contarla.

En las vísperas de la Semana Santa de 1988 se anunció, dentro del ciclo de conciertos del "Pórtico Musical", uno a cargo de los coros de la Capilla Julia de la basílica de San Pedro y de la Academia Filarmónica Romana, dirigidos por su director monseñor Pablo Colino.

Monseñor Pablo Colino era, y sigue siendo, el Maestro de Capilla de San Pedro de Roma, donde además es director de la Capilla Julia –que es la titular del Vaticano, asimismo es el único canónigo español de la basílica.

Otro instante de la romería de 1938.

Otro instante de la romería de 1938. / Salvador Calabuig Custodio

Pero monseñor Colino es mucho más. Su currículum es inmenso. Junto a varios títulos universitarios en filosofía, humanidades y teología; dirección coral y música sacra; director de la Escuela de Educación Musical y Canto Coral de la Academia Filarmónica Romana; autor de numerosos libros y, por supuesto, protagonista de varias grabaciones musicales; ha mantenido varios programas de máxima audiencia en la televisión italiana; es además, académico de Bellas Artes y posee numerosas condecoraciones españolas e italianas. Pero, sobre todo, aunque nacido en Pamplona, es un hombre que –considerado por varias revistas uno de los 10 españoles más prestigiosos en el mundo– siempre se ha considerado un zamorano de corazón.

Y ese concierto zamorano, que tuvo lugar el 22 de marzo de ese año, sirvió para mucho más, ya que supuso un reencuentro familiar.

Monseñor Pablo Colino –Pablo para todos los que somos miembros de su gran familia– hacía varios años que no venía a Zamora.

Por eso, esa tarde, esa noche y las escasas horas del día siguiente previas a su partida, se convertían en un encuentro entrañable, en que los recuerdos familiares surgían a borbotones.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta de 1971.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta de 1971. / Autor desconocido

Y, cómo no, hablamos de la Virgen de la Concha y de su romería anual a La Hiniesta, que Pablo tan bien conocía desde su infancia, pues no en balde su padre y abuelos paternos habían vivido en la calle de la Virgen, en una casa desde la que podía contemplarse el camarín de la patrona de Zamora.

Y en ese recuerdo familiar estuvo Conrado Eguaras –presidente de la cofradía de Virgen de la Concha– y su esposa Amelia, grandes amigos de la familia; y todos juntos charlamos de ese íntimo deseo de la hermandad de coronar a la Virgen.

Y Pablo, que también lo deseaba, se mostró ilusionado y nos decía que hablaría en el Vaticano del tema y que en Navidades, en que iría a Valladolid, nos volveríamos a ver y hablaríamos más detenidamente del tema.

La Virgen de la Concha portando un traje donado por la reina María Luisa de Parma.

La Virgen de la Concha portando un traje donado por la reina María Luisa de Parma. / Víctor L. Gómez

Desgraciadamente, las circunstancias familiares precipitaron ese encuentro. La muerte de mi padre dos meses después y la grave enfermedad de su madre, hicieron que a principio de verano nos volviéramos a ver.

Y de nuevo en esas horas que estuvimos juntos surgió el tema de la coronación de la Virgen de la Concha. Y Pablo nos sorprendió cuando nos dijo que ya había hablado de ello con el cardenal Martínez Somalo, a la sazón prefecto de la Sagrada Congregación de Liturgia, y se había mostrado muy interesado.

A esa reunión siguieron varias a lo largo de los doce meses siguientes. Y en una de ellas hablamos también de un viaje que teníamos que realizar a Roma en octubre de 1989 mi mujer y yo.

Y él nos pidió entonces algo que nos sorprendió un tanto. Quería que llevásemos un dossier en que se reflejase la historia de la imagen y de la cofradía, la evolución de la romería, y todos aquellos detalles que consideráramos de interés, así como un escrito en que se expresara el deseo de la hermandad de coronar a la Virgen de la Concha.

Imagen más antigua conocida de la Virgen de la Concha, tomada alrededor del año 1890.

Imagen más antigua conocida de la Virgen de la Concha, tomada alrededor del año 1890. / Autor desconocido

Tras varias dudas, fijamos el viaje para la primera quincena del mes de octubre.

Seis éramos las personas que inicialmente pensamos ir a Roma. A mi mujer –Concha Ventura– y a mí, iban a unirse Alfonso Ramos de Castro y su mujer –Mari Carmen– y el matrimonio formado por Conrado Eguaras y Amelia.

Desgraciadamente Conrado y Amelia no pudieron acompañarnos en un viaje que tanto deseaban. Ellos, que tanto habían luchado por la coronación de la Virgen de la Concha, no pudieron estar presente en el momento de llevar la documentación a Roma.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta de 1976. En el centro, con perilla y camisa azul, el autor de este artículo, Florián Ferrero, y junto a él su esposa, Concha Ventura, solo unas hora después de haber contraido matrimonio ese mismo Lunes de Pentecostés.

Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta de 1976. En el centro, con perilla y camisa azul, el autor de este artículo, Florián Ferrero, y junto a él su esposa, Concha Ventura, solo unas hora después de haber contraido matrimonio ese mismo Lunes de Pentecostés. / Autor desconocido.

Unos días antes elaboramos un dossier en el que incluimos un informe detallado sobre la advocación de la Virgen de la Concha y su evolución a lo largo del tiempo, historia de la cofradía, desarrollo de la romería, referencias literarias y artísticas, influencia de la advocación de la Virgen en la vida ciudadana y numerosas fotos; libros editados, carteles, novenas, medallas, grabaciones musicales; y otros numerosos materiales. Para el que preparó un hermoso estuche y carpeta Conrado Eguaras hijo.

A esa documentación se unieron escritos del párroco de San Vicente y capellán de la cofradía, del alcalde de la ciudad y del presidente de la Diputación, Junta Pro-Semana Santa –de la que es también patrona la Virgen de la Concha– así como de diversos organismos e instituciones pidiendo la coronación.

Desgraciadamente, diversos viajes fuera de la ciudad de don Eduardo Poveda, obispo en esos momentos de Zamora, y su posterior enfermedad, impidieron que dicho informe fuera encabezado por un documento episcopal.

La Virgen de la concha circa 1900.

La Virgen de la concha circa 1900. / Autor desconocido

Pero don Eduardo, ante la imposibilidad de poderlo realizar directamente, delegó para que lo llevaran a cabo don Benito Peláez, vicario de la diócesis, en unión del canciller diocesano –don Juan Manuel–, quienes realizaron los correspondientes certificados y avalaron la petición –y se unieron a ella– de coronar a la Virgen de la Concha.

Largo sería contar los nervios de última hora, antes de salir de Zamora, pues un fallo en el ordenador en que se había introducido el texto del informe impidió que tuviéramos la versión definitiva del mismo hasta la medianoche del día 5 de octubre, cuando teníamos previsto iniciar el viaje seis horas más tarde.

A la llegada a Roma, Pablo Colino nos ofreció una nueva sorpresa. El informe que nos había pedido –según nos había dicho en los últimos encuentros– para estudiarlo él y después mostrárselo a los expertos que él considerara más convenientes, estaba destinado en realidad al cardenal Martínez Somalo.

Su intención inicial, según nos confesó más tarde, era que se lo hubiéramos entregado al Papa personalmente; pero la coincidencia de nuestro viaje con una visita papal a Isla Mauricio lo impedía.

Llegada a Roma y el Vaticano

La mañana del día 12 de octubre de 1989 creo que será siempre inolvidable para Alfonso, Mari Carmen, Concha y para mí.

Temprano –serían las 8 de la mañana– acudíamos a la sede de la Sagrada Congregación de Liturgia, en la Vía de la Conciliación.

Allí nos esperaba monseñor Tena, un español que ocupaba en esos momentos la Subsecretaría de la misma.

La entrevista fue larga y curiosa.

Nos estaba ya esperando y nos recibió en un gran despacho, de muros verde claro, con un friso alto de tono más fuerte. Al fondo, sobre un gran sofá, colgaba un óleo que representaba un viacrucis de vivos colores y técnica muy moderna, aunque con una clara influencia africana.

VÍDEO | Romería de la Virgen de la Concha a La Hiniesta de 2025.

A. F. | C. G.

Tras saludarnos, nos invitó a sentarnos, y comenzó una distendida conversación en que puede decirse que no se suscitó para nada el tema que nos llevaba allí. Y tras unos minutos surgió nuestra primera sorpresa. Tras disculparse, nos indicó que tenía que consultar unos documentos y abandonó el despacho.

Pablo, nos tranquilizó diciéndonos que esa era una costumbre que tenía como finalidad no sólo consultar datos de interés sobre el tema a tratar, sino también poder analizar las reacciones de los visitantes.

En la casi media hora que duró la espera, Pablo nos contaba lo que él llamaba "secretos" e "historias de sacristía", y, entre bromas, mirando el reloj, nos decía que por cada minuto de retraso de esa mañana monseñor Tena tendría que sufrir diez de espera la próxima vez que tuviera que oficiar en la basílica de San Pedro.

Por fin regresó monseñor Tena, quien cambiando su actitud anterior de conversar informalmente, recogió la parte técnica del dossier y nos sometió a un auténtico interrogatorio sobre la cofradía, sobre la romería, sobre la advocación de la Virgen de la Concha, que se extendió durante más de una hora.

Al final, y tras indicarnos que no veía ninguna dificultad para la coronación de la Virgen, aunque era una decisión que él no podía tomar en esos momentos, dio un nuevo giro al encuentro y comenzó a preguntarnos sobre la Iglesia zamorana, mostrándose muy interesado –y eso nos sorprendió– sobre el estado de salud de don Eduardo Poveda.

Unas dos horas después de nuestra llegada, abandonábamos el despacho, muy satisfechos del encuentro que habíamos tenido.

Y en ese momento se inició una nueva sorpresa.

Pablo nos había dicho que, si podía, quería vernos el cardenal Martínez Somalo. Lo que no podíamos imaginar era cómo se iba a desarrollar esa entrevista.

La Virgen de la Concha sale de la iglesia de San Vicente para dirigirse a su coronación canónica en la Catedral de Zamora.

La Virgen de la Concha sale de la iglesia de San Vicente para dirigirse a su coronación canónica en la Catedral de Zamora. / Pío Boyano

Según avanzábamos por los largos pasillos de la sede de la Sagrada Congregación, en la que cada pocos pasos nos parábamos para que Pablo pudiera saludar a amigos y conocidos –pues no en balde la prensa romana no duda en calificarlo como el español más popular de la ciudad y el miembro del Vaticano que goza de mayores simpatías–, hablábamos de la recién finalizada entrevista.

De repente, y ante una serie de puertas sin ninguna placa o símbolo que pudiera denotar que se trataba de algún despacho importante, Pablo se paró y, para sorpresa nuestra, comenzó a cantar con su magnífica y potente voz una canción riojana. La verdad es que nosotros no sabíamos ni qué hacer ni qué pensar.

Una de las puertas se abrió y salió un sacerdote que, con gran rapidez y sin decir nada, se dirigió a Pablo, sin que nosotros pudiéramos reconocer de quién se trataba, a quien dio un gran abrazo, mientras le decía: "Mira que siempre me tienes que emocionar con una canción de mi pueblo".

Nosotros cuatro seguíamos tan sorprendidos como al principio, mientras Pablo y aquel sacerdote seguían dándose abrazos y cantaban –ya los dos a coro– la canción.

Por fin, al incorporarse al grupo un tercer clérigo, el improvisado coro cesó en su interpretación.

Corona de la Virgen de la Concha.

Corona de la Virgen de la Concha. / Pío Boyano

Pablo volvió a tomar la iniciativa y, dirigiéndose a nosotros, dijo: "Bueno, ya estáis ante el cardenal Martínez Somalo. Y no os sorprendáis, siempre que quiero verle lo que hago es cantar una canción de su pueblo a la puerta de su despacho".

Y, mirando al cardenal, añadió: "Eduardo, estos son mis primos y mis amigos de Zamora de los que te he hablado, que han venido a Roma para traer la documentación de la Virgen de la Concha".

El cardenal Martínez Somalo se dirigió entonces al sacerdote que se había incorporado en el último momento –que se trataba de su secretario particular– y le indicó que nos pasara a una salita próxima donde nadie nos pudiera molestar, a donde se dirigiría él en breves momentos ya que cuando Pablo comenzó a cantar estaba atendiendo a una visita que había dejado abandonada y de la que tenía que despedirse.

Hasta allí nos condujo el secretario, quien, pese a los pocos minutos que estuvo con nosotros, demostró tener una extraordinaria capacidad para retener nombres y caras, pues pocos días después nos sorprendía mientras paseábamos por Roma Alfonso, Mari Carmen, Concha y yo, al vernos y pararse a saludarnos mientras nosotros éramos casi incapaces de recordarlo.

La Virgen de La Hiniesta se trasladó a la Catedral de Zamora en la coronación canónica de la Virgen de la Concha.

La Virgen de La Hiniesta se trasladó a la Catedral de Zamora en la coronación canónica de la Virgen de la Concha. / Pío Boyano

No llegó a un par de minutos el tiempo que tuvimos que esperar al cardenal Martínez Somalo, quien nos asombró por su enorme personalidad.

Su interés hizo que tuviéramos que hacer un nuevo resumen de la historia de la cofradía, de la romería, de la iconografía de la imagen, que él nos hacía constantemente ampliar con nuevas preguntas.

Pablo, nada más comenzar nuestra conversación con él, tomó la medalla de la cofradía que habíamos incorporado al dossier y se la impuso al cardenal Martínez Somalo, quien, con gran cariño, y tras contemplarla con detenimiento, nos dijo que esperaba que eso significara su incorporación a la hermandad.

El cardenal revisó con interés todos los materiales que el dossier presentaba y que no habíamos entregado a monseñor Tena.

Las fotos que acompañábamos le recordaron la fiesta de la patrona de su pueblo. Nos contó, emocionado la fiesta que le hicieron cuando fue elevado al cardenalato. Le nombraron alcalde honorario y le entregaron un bastón de mando de oro, que había aceptado con la condición de que, desde ese día, lo llevara la Virgen patrona del lugar.

Coronación canónica de la Virgen de la Concha.

Coronación canónica de la Virgen de la Concha. / Pío Boyano

Se sintió también emocionado con la extraña iconografía de la Virgen de la Concha e hizo diversas reflexiones sobre el sentido de la "pérdida" del Niño y "su escapada a coger espigas".

En un ambiente cordial y distendido trascurrieron cerca de otras dos horas con el cardenal Martínez Somalo, quien, interesadísimo, no dejaba de hacernos preguntas, en una audiencia que había tenido un comienzo de lo más informal y que se había desarrollado fuera de todo protocolo, incluyendo su gran duración.

Cuando ya nos despedíamos en el despacho, el cardenal nos dijo que, aunque era necesario estudiar el tema, creía que la Virgen de la Concha sería muy pronto coronada y que le gustaría estar presente en el acto; en unos seis meses tendríamos noticias al respecto.

Tras ello, nos acompañó hasta la misma puerta del edificio.

Coronación de la Virgen de la Concha.

Coronación de la Virgen de la Concha. / Pío Boyano

Así terminaba nuestra visita a la Sagrada Congregación de Liturgia, donde habíamos tenido ocasión de entregar la documentación que llevábamos y solicitar directamente, en nombre de la cofradía de la Virgen de la Concha, la coronación canónica de la patrona de Zamora.

Después, no fue necesario esperar esos seis meses. Pocas semanas después, Pablo nos informaba que en la sagrada Congregación se había dado el visto bueno a la coronación.

Y a los tres meses de nuestra visita a Roma, el Nuncio en España entregaba al obispo de Zamora, en una reunión de la Conferencia Episcopal en Madrid, un escrito del cardenal Martínez Somalo dando el visto bueno a la coronación de Nuestra Señora de San Antolín o de la Concha, patrona de la ciudad de Zamora.

Hoy, dos años después, todo está preparado para llevarla a cabo el próximo día 8 de diciembre.

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