Medio siglo del túnel más polémico de Zamora: más de 600 millones de pesetas
Algo más de un cuarto de siglo después del proyecto que pretendería construir un viaducto para soterrar el tráfico en La Marina, el proyecto sigue siendo uno de los que más ampollas levantó en la ciudad. También uno de los más caros: 606 millones de pesetas de la época (3,6 millones de euros)

Vista de La Marina en la zona construida sobre el túnel del ferrocarril. / S. R. (Archivo)
Corría el año 1999 cuando una noticia copaba casi todos los titulares de los medios de comunicación locales. El Ayuntamiento, con el entonces alcalde Antonio Vázquez al frente, anunció que quería construir un túnel en La Marina. Un proyecto faraónico que desde el principio contó con el rechazo de los comerciantes, vecinos e incluso del Colegio de Arquitectos de Zamora. La idea era, según se reflejaba entonces en las páginas de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, mejorar un paso que era atravesado "diariamente por miles de personas y reordenar el tráfico en una zona por donde circulan 12.000 vehículos diarios en horas de máxima afluencia", se decía entonces en estas páginas.
Un "proyecto histórico", en palabras de Vázquez, que quería soterrar la circulación a gracias a un túnel que estaba previsto que arrancase en la avenida Portugal y llegase hasta la altura del edificio de la escuela de Magisterio, una vez pasada la plaza de Alemania.
La idea era crear una gran zona peatonal que comenzase a la altura del Miliario de Coomonte, para proseguir por la calle Santa Clara y llegar hasta la Catedral. Una gran área libre de tráfico cuyo fin era potenciar el turismo, se decía entonces.
Según el proyecto, el túnel proyectado hubiese medido 320 metros de longitud. Con dos carriles de 3,25 metros y una altura de cinco metros, la cota máxima de excavación subterránea hubiese sido de 6,5 metros.
606 millones de pesetas
El plan llegó a contar con la aprobación de la Comisión Europea, que incluso destinó 450 millones de pesetas (2,7 millones de euros) al proyecto, de un total de 606 millones de pesetas (3,6 millones de euros) que hubiese supuesto su puesta en marcha. Antes de comenzar incluso las obras, el alcalde Vázquez pedía entonces, según se reflejó en las páginas de este periódico, "comprensión" tanto a los ciudadanos como a los comerciantes ante las inminentes obras, a la vez que subrayaba la necesidad de "modernizar la ciudad" a la que se facilitaba el acceso al caso antiguo de la ciudad, lo que ayudaría a incentivar el turismo.

Páginas publicadas en LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. / LOZ
Sin embargo, y a pesar de las reuniones que tuvo entonces el primer edil con comerciantes y vecinos de la zona, el Ayuntamiento decidió finalmente dar marcha atrás. De hecho, el Colegio de Arquitectos de Zamora, que siempre se mostró en contra del proyecto, llegó a enviar una misiva al Consistorio mostrando su preocupación por este plan y por "la repercusión negativa que las obras van a originar en el centro de la ciudad". Por eso, solicitaban al alcalde Vázquez que reconsiderase la actuación, ya que esta obra crearía "más problemas de los que resuelve" ya que el rebajo de los niveles del eje de la avenida Portugal con Alfonso IX crearía un gran foso de separación entre el casco antiguo y el ensanche, alterando la trama urbana". Como alternativa, decían, si la obra era "absolutamente imprescindible", proponían un paso subterráneo más largo, desde antes de la plaza de Alemania hasta la altura de la calle San Pablo, "donde las pendientes naturales disminuirían la incidencia de las rampas de acceso". Una idea que según se contaba entonces el concejal Ángel Macías, estaba descartada ya que el proyecto ascendería a 2.000 millones de pesetas "y no disponemos de tanto dinero". Finalmente, tras ríos de tinta en los medios y muchas polémicas, el proyecto se quedó solo en eso.
Un paseo decimonónico
Las ideas para mejorar este céntrico espacio de la ciudad se han ido sucediendo a lo largo de los años. Ya a mediados del siglo XIX, el Ayuntamiento construyó un paseo típico decimonónico con hileras de árboles y bancos de hierro. En 1907 se pasó a denominar Requejo, en agradecimiento al que fuera alcalde a la ciudad, además de diputado en las Cortes, un gran impulsor de la ciudad, que llevó a cabo obras como el puente de Hierro o el instituto de segunda enseñanza. El paseo se configuraba entonces como un bulevar cerrado, que comenzaba con una serie de arcos a la salida de Santa Clara y que se cerraba de forma idéntica a la altura del templete de música. Ya en 1942, esos arcos se derribaron y el paseo desapareció tras prolongarse las obras de la carretera de Tordesillas. Fue entonces cuando se instaló la Farola.
Su carácter peatonal se recuperó bajo el mandato del alcalde Andrés Luis Calvo. Desde entonces, ha sufrido varias reformas más o menos afortunadas. La última que se ha proyectado, la implantación de un jardín vertical en las pérgolas y marquesinas de la zona que darán un aire más "natural" a la zona.
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