Entrevista | Pablo Albertos Arranz Profesor e investigador de la USAL

"Hay 80.000 plantas comestibles y solo nos centramos en cuatro"

La falta de agua o las temperaturas extremas están afectando a los cultivos de Zamora y de Castilla y León. Es por eso que en la Universidad de Salamanca se estudia cómo mejorar su adaptación a las nuevas condiciones climáticas, así como los procesos necesarios para introducir nuevos alimentos en el campo.

El profesor e investigador Pablo Albertos Arranz.

El profesor e investigador Pablo Albertos Arranz. / Alba Prieto

A. García

¿En qué consiste su labor investigadora en la Universidad de Salamanca?

Como profesor e investigador de fisiología vegetal, en nuestro departamento de la USAL, lo que intentamos es entender lo que les sucede a las células de las plantas para que respondan de determinada manera ante ciertos acontecimientos. Así, enlazamos su apariencia externa con la respuesta que reflejan a nivel genético y proteico. La principal diferencia entre las plantas y los animales es que estas no se pueden mover. Puede parecer algo poco importante, pero hay que tener en cuenta que si un animal tiene frío se puede esconder y buscar calor, pero las plantas no. Por eso, han desarrollado mecanismos para soportar las condiciones más adversas.

¿Cuáles son los principales objetivos que se marcan en las investigaciones que están llevando a cabo?

En el grupo de investigación del que formo parte, que tiene financiación del Gobierno regional, nacional y también europeo, nuestro objetivo es promover el cultivo de alimentos que tengan un impacto positivo en la sociedad y en la comunidad. Nuestro fin como organismo público es generar nuevas variedades de plantas y también modificar cultivos para que sean capaces de resistir ante condiciones extremas. En mi caso, me dedico al estudio de cultivos emergentes, como es el caso del amaranto. A través de la Junta de Castilla y León y del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) y la empresa Innovaciones Agroalimentarias S.L, trabajamos en varios proyectos de investigación que buscar tener un impacto positivo en la comunidad. Así, se ha puesto en marcha un proyecto para generar nuevas variedades de amaranto que se adapten mejor a la región. También hay otros equipos que trabajan con plantas como el trigo o con otros cereales. Existen además una serie de cultivos, que se conocen como huérfanos o infrautilizados, que si bien tienen las características óptimas para que se puedan llegar a desarrollar porque soportan condiciones climáticas extremas y tienen una importante calidad nutricional, no se están plantando. Y eso que muchos de ellos tienen niveles de proteína vegetal muy elevados, con ácidos grasos saludables y que son una fuente de hidratos de carbono importante. Además, muchos de ellos no contienen gluten.

"El comportamiento de todos los organismos vivos se refleja en el genoma"

¿Qué implicaciones tienen estos estudios en el campo, en los cultivos con los que trabajan los agricultores de Zamora y de la región?

Llevamos a cabo distintas investigaciones para saber cómo sobreviven distintas plantas en condiciones extremas de sequía o con temperaturas elevadas. Estudiamos legumbres, como las lentejas o el garbanzo, para ver cómo reaccionan en condiciones de estrés. El comportamiento de todos los organismos vivos se refleja en el genoma, el conjunto de genes que tienen en sus células. Conociéndolo, se puede intentar modificar para que una proteína tenga una función mejorada o diferente a la que ya tenía y así poder proteger, por ejemplo, a las plantas frente a cambios extremos.

El asunto de la modificación genética es muy polémico y muchas veces levanta ampollas...

Las plantas que se cultivan actualmente se han modificado genéticamente desde su aparición en la Tierra. Todas las especies que se emplean en la agricultura hoy en día han sufrido un proceso que se llama domesticación y que ha realizado el hombre. Durante ese proceso, se han ido seleccionando aquellas plantas que tenían unas características favorables sin saber que se estaba eligiendo el material genético más adecuado de esas plantas. La consecuencia, tras 5.000 años, es que los ancestros del maíz, del tomate y de muchas otras especies que hoy comemos no se parecen en nada a las primigenias. ¿Qué quiere decir esto? Que la modificación genética de los cultivos ha existido desde que existe la agricultura. La diferencia es que la biotecnología es capaz de acelerar ese proceso, lo que implica que sus ventajas se pueden ver y comprobar antes.

"Europa es de los continentes más rigurosos en cuanto a la reglamentación de los organismos modificados genéticamente"

¿Se puede decir entonces que estos alimentos son totalmente seguros para el consumo humano?

La regulación de la Unión Europea es muy estricta. De hecho, Europa es de los continentes más rigurosos en cuanto a la reglamentación de los organismos modificados genéticamente.

¿Qué se puede hacer para que los agricultores, también los de la provincia de Zamora, se interesen por estos nuevos cultivos?

Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es que los trabajadores del campo están acostumbrados a sembrar determinados cultivos, siempre los mismos. Introducir cultivos nuevos no es sencillo sin saber qué réditos se les puede sacar. ¿Y eso cómo se hace? Pues ayudando con subvenciones, intentando que tengan buena salida en el mercado... El amaranto, por ejemplo, es considerado un cultivo dual porque se pueden comer tanto las semillas como las hojas. Es una planta que pertenece a la misma familia que las espinacas, por lo que se puede usar para el consumo humano, como en la elaboración de panes y galletas sin gluten o en las barritas de cereales.

El consumidor será clave en el proceso de aceptar estos nuevos alimentos...

Efectivamente. El principal problema es que no llegan hasta consumidor hasta que este los acepta. Esto repercute en el mercado, en el agricultor y también en la investigación. Es un proceso muy largo. Es cierto que muchos de estos cultivos son nuevos para nosotros, aunque se llevan usando en otros países mucho tiempo, como la quinoa en Perú, Chile y México o el amaranto también en América Latina... De hecho, este último es conocido como el oro de los aztecas, que ya lo cultivaban antes de que los españoles llegasen al continente. Todos estos cultivos emergentes contienen además algún metabolismo secundario, algún químico, que hace que se puedan emplear también en la industria farmacéutica o cosmética. En el mundo hay unas 300.000 especies de plantas, de las que unas 80.000 son comestibles. De esas, las que más empleamos son cuatro: patata, maíz, trigo y arroz. Hay muchas especies que están todavía sin explotar tanto para alimentación humana como para el ganado o la industria. Si hubiese una plaga, había un grave problema nutricional por eso se deben buscar nuevos alimentos para evitarlo.

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