Con luz pero sin cama: odisea de los viajeros gallegos en Zamora
Los viajeros hicieron bueno el refrán de Zamora y pasaron toda una noche, con suministro eléctrico y batería en sus móviles, pero sin cama en la que dormir.

Viajeros de los trenes Madrid-Vigo en la estación de Zamora, cogiendo los autobuses de vuelta a Galicia y un pequeño pasajero es asistido por un trabajador de Cruz Roja en el albergue provisional instalado en el recinto ferial Ifeza. | MIGUEL ÁNGEL LORENZO
La estación de Zamora se convirtió en improvisado alojamiento para medio millar de pasajeros que partían o tenían como destino Galicia y que vivieron toda una odisea en la ciudad.
Algunos echaron de menos el tren-hotel y los convoyes con coche-cama que en el pasado recorrieron el trayecto entre Vigo y Madrid. No es para menos, eso les hubiera permitido disfrutar de una cama, por incómoda que fuera, en vez de tener que dormir en los asientos de los vagones o en sillas en el vestíbulo de espera.

Con luz pero sin cama: odisea de los viajeros gallegos en Zamora
La estación de Zamora se convirtió en un improvisado alojamiento para medio millar de viajeros de los trenes Madrid-Vigo de ambos sentidos. Al que viajaba desde Galicia, el apagón le pilló en la misma estación de Zamora, pero el que partió de Chamartín el retraso de diez minutos en la salida hizo que los pasajeros que se dirigían a Ourense, Santiago de Compostela, Vilagarcía de Arousa, Pontevedra y Vigo vivieran una situación un tanto surrealista.

Con luz pero sin cama: odisea de los viajeros gallegos en Zamora
Primero más de cinco horas parados en medio de la nada, a unos 35 kilómetros de Zamora, viendo como se agotaba la comida y bebida del bar del tren y tenían que acudir a socorrerles y llevarles víveres la Guardia Civil y Cruz Roja. Luego los autobuses les trasladaron a Medina del Campo (Valladolid), "a hacer un pis y continuar camino", como comentaba irónicamente uno de los viajeros, que explicó que al rato hubo cambio de planes y en los mismos autobuses deshicieron el camino andado y continuaron hasta la capital zamorana, donde llegaron cansados sobre las once de la noche. Allí, al menos tenían luz, cena y cama. Solo que la cena eran bocadillos, agua, bebida caliente y zumos. Tras ese "bufet" frío, a dormir... también pasando frío en el hall de la estación y con sillas y bancos como cama.
A algunos, hasta pasadas las dos de la mañana no les llegaron las mantas de la UME para taparse. Otras familias con niños tuvieron algo más de suerte y fueron trasladadas al pabellón ferial Ifeza de Zamora convertido en albergue provisional, pero la gran mayoría permanecieron en la estación, pendientes de las novedades ferroviarias.

Con luz pero sin cama: odisea de los viajeros gallegos en Zamora
Entre los que circulaban en el sentido contrario, en dirección a Madrid, hubo gente previsora que viendo que la cosa iba para largo consiguió alojamiento en hoteles de Zamora para pasar la noche. Algunos, incluso confesaron que la ciudad les había parecido muy bonita porque habían podido pasear por el conjunto histórico. En cambio, otros recordarán la denominada "perla del Duero" como un lugar maldito, ya que fue un destino indeseado que les hizo perder su vuelo a Jordania.
El detalle de esos viajeros a los que el apagón les hizo cambiar Amán por Zamora lo detalló Abigail, una argentina que, en su caso tuvo más suerte y no perdió el vuelo de regreso a su país. Viajaba en grupo desde Santiago de Compostela y lo hacía con tiempo, ya que de Barajas saldrán el viernes rumbo a Sudamérica. Por eso, a ella y a sus amigos la parada inesperada no les supuso gran trastorno. Además, son de los que tuvieron suerte, encontraron hotel y hasta pudieron conocer algo de la ciudad, según explicó cuando sobre las ocho y media de la mañana accedía al andén para tomar el tren que saldría media hora más tarde hacia Madrid. A la diez de la mañana del martes acabó su accidentado viaje a Madrid.
En sentido contrario fueron unas cuantas horas más de trayecto y lo sabe bien Lourdes Armentia, que se había juntado con otros familiares para ir a Vigo a la boda de su sobrina y pasaron una noche "inolvidable" durmiendo en los vagones del tren, según confesó, con cierta ironía. Eso sí, tuvo palabras de agradecimiento para quienes les han ayudado en la estación, donde "el trato humano ha estado muy bien", aunque echó de menos que no les fletaran antes los autobuses con destino a Galicia y tuvieran que esperar hasta cerca de las diez de la mañana para subirse a uno de ellos.
En uno de esos buses a Vigo también viajó Rosa Lucio, que se quedó sin medicinas y a la que la diabetes le jugó una mala pasada con un bajón de azúcar. Afortunadamente, recibió atención de Cruz Roja, le dieron un plátano para recuperarse y la cosa no fue a mayores. También fueron asistidos por Cruz Roja dos personas invidentes que pasaron la noche en residencias de mayores y familias con niños, algunos de corta edad, e incluso un bebé de un mes.
En general, la mayoría de los pasajeros, incluidos cuatro turistas coreanos que a saber la imagen que se llevaron de España, se mostraron comprensivos con la situación y los trastornos que han tenido que soportar.
Igualmente, agradecieron el trato recibido. "No tengo ninguna queja", resumió Amalia, una mujer que vive en La Guardia (Pontevedra) y que esperaba llegar a la estación de Vigo con más de 24 horas de retraso sobre el horario previsto.
Todo por esos cinco segundos en los que se perdieron quince gigavatios de energía eléctrica. El tiempo de un suspiro que llevó a cientos de viajeros de Galicia y Madrid a hacer una inesperada parada a mitad de camino. Ya lo dice el refrán, "Zamora no se ganó en una hora".
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