Zamoranos por el mundo
Una zamorana en la isla del Príncipe Eduardo: "tierra fría, pero acogedora"
Lucía Maniega Martínez disfruta este curso de su experiencia de estudiante con la beca Amancio Ortega en la isla canadiense del Príncipe Eduardo donde, además de mejorar el inglés, está haciendo buenos amigos.

Lucía Maniega, estudiante zamorana con la beca Amancio Ortega en Canadá. / Cedida
Lucía Maniega Martínez es una de las alumnas zamoranas que disfruta este curso de una beca Amancio Ortega, que la ha llevado de estar estudiando 4º de la ESO en el IES Los Sauces de Benavente a descubrir el sistema educativo de Canadá, gracias a su estancia en el Montague Regional High School, en la isla del Príncipe Eduardo, un lugar con paisajes espectaculares y un clima mucho más frío que al que está acostumbrada.
Reconoce que antes de coger el avión tenía ciertas ideas preconcebidas sobre la sociedad norteamericana. "Pensé que la gente iba a ser más distante y que no les gustaría el contacto físico, pero me ha sorprendido ver que son mucho más cercanos de lo que esperaba", se alegra.
Esa forma de ser es lo que, sin duda, le ha ayudado a integrarse en seguida, tanto en la familia de acogida como en la escuela.
Una familia acogedora
De la primera solo tiene palabras de agradecimiento, puesto que, tanto a ella como a otra estudiante de Turquía con la que comparte casa, las tratan de maravilla y se preocupan por llevarlas a conocer otros lugares en la zona.
Su preferido, hasta la fecha, han sido las cataratas del Niágara, al que hay que añadir el viaje a Ontario las pasadas navidades.

Lucía Maniega, estudiante zamorana con beca Amancio Ortega en Canadá. / Cedida
Aparte del clima, el sistema educativo es muy diferente al español. "Aquí hay más exámenes, pero son tipo test y cuentan menos nota. Además, al final del curso hay un examen global de todo el contenido", explica. Este cambio la obligó a reorganizar su forma de estudiar y a adaptarse rápidamente para mantener un buen rendimiento académico.
Destaca el valor que le dan allí al deporte, aunque también encuentra diferencias. Atleta reconocida en Benavente, en Canadá tiene algo más complicado lo de entrenar al aire libre. "Aquí hace tanto frío que si salgo a correr veinte minutos, me quedo helada", asegura. Pero sigue en forma practicando otras disciplinas como fútbol, baloncesto o cross country —correr por el campo—, que le ayudan también a hacer amigos. Ellos han supuesto un gran apoyo para su integración. "Son geniales. Me incluyen en todo, vamos a fiestas y organizamos planes juntos", muchos de los cuales comienzan por quedar en el Lucky Bean Café, lugar habitual de encuentro tras una intensa jornada de clase.
Día a día bien organizado
Su rutina diaria como estudiante de Bachillerato está bien organizada. "Me subo al mítico autobús amarillo de las películas y voy al instituto. Muchas veces me quedo después de clase para alguna extraescolar. Luego, estudio, ceno temprano, entre las seis y las siete de la tarde, vuelvo a ponerme delante de los libros un rato más y me voy a dormir", detalla.
Durante el primer semestre tuvo las asignaturas de Biología, Química, Física y Peer Helping, que consiste en estar con compañeros de un curso menor para resolver dudas y ayudarlos. En el segundo semestre el horario se completa con Educación Física, Matemáticas, Historia e Inglés.

Aparte del clima, el sistema educativo es muy diferente al español. "Aquí hay más exámenes, pero son tipo test y cuentan menos nota. Además, al final del curso hay un examen global de todo el contenido", explica. Este cambio la obligó a reorganizar su forma de estudiar y a adaptarse rápidamente para mantener un buen rendimiento académico. Destaca el valor que le dan allí al deporte, aunque también encuentra diferencias. Atleta reconocida en Benavente, en Canadá tiene algo más complicado lo de entrenar al aire libre. "Aquí hace tanto frío que si salgo a correr veinte minutos, me quedo helada", asegura. Pero sigue en forma practicando otras disciplinas como fútbol, baloncesto o cross country —correr por el campo—, que le ayudan también a hacer amigos. Ellos han supuesto un gran apoyo para su integración. "Son geniales. Me incluyen en todo, vamos a fiestas y organizamos planes juntos", muchos de los cuales comienzan por quedar en el Lucky Bean Café, lugar habitual de encuentro tras una intensa jornada de clase. Su rutina diaria como estudiante de Bachillerato está bien organizada. "Me subo al mítico autobús amarillo de las películas y voy al instituto. Muchas veces me quedo después de clase para alguna extraescolar. Luego, estudio, ceno temprano, entre las seis y las siete de la tarde, vuelvo a ponerme delante de los libros un rato más y me voy a dormir", detalla. Durante el primer semestre tuvo las asignaturas de Biología, Química, Física y Peer Helping, que consiste en estar con compañeros de un curso menor para resolver dudas y ayudarlos. En el segundo semestre el horario se completa con Educación Física, Matemáticas, Historia e Inglés. / Cedida
Para Lucía, el que sea un instituto más pequeño que el suyo de Benavente es toda una ventaja. "Hay muchas actividades extraescolares, los profesores son cercanos y es fácil hablar con ellos, tienen buen humor", valora.
Entre esas extraescolares está el Club de Escritura, al que se ha apuntado la benaventana, donde se ha atrevido hasta a crear sus propios poemas. Respecto a las asignaturas de cada uno de los dos semestres en los que se divide el curso allí, se queda con Química y Educación Física.
"El sistema educativo aquí es más práctico. Hacemos muchos talleres y hay pocos deberes para casa", explica. Cada jornada escolar empieza con 15 minutos de lectura y las clases, que duran una hora y cuarto, terminan pasadas las tres de la tarde. "Me gusta mucho la hora del almuerzo, porque es muy norteamericano", bromea.
Gastronomía local
Y es que la gastronomía ha sido un gran descubrimiento para ella. "Echo de menos la tortilla y el jamón, la fruta y la ensalada de tomate", confiesa. Pero ha podido probar nuevos sabores y platos tradicionales como el poutine, con patatas fritas, salsa gravy y queso como ingredientes principales.
El marisco es también muy habitual en esa zona de la costa del sureste de Canadá. "He probado mejillones muy ricos en un restaurante. Aún estoy esperando una oportunidad para comer más variedad de marisco y, sobre todo, la tradicional langosta de la isla", comenta con ilusión.
Adaptarse a una nueva cultura implica también descubrir nuevas tradiciones. "En Acción de Gracias lo que más me gustó fue la comida. En Halloween me encantó hacer truco o trato con una amiga y ver la decoración de las casas", cuenta. Pero, sin duda, su festividad favorita ha sido la Navidad. "Aquí le dan mucho énfasis a la religión y me encantó la nieve, el viaje a Ontario y el intercambio de regalos con la familia y los amigos. ¡Soy muy detallista!", confiesa esta joven benaventana.

Lucía Maniega, estudiante zamorana con la beca Amancio Ortega en Canadá. / Cedida
Sobre el interés que genera una española en estas tierras, apunta que algunos tienen curiosidad por el país, sobre todo sus amigos más cercanos. "Ellos se ríen mucho cuando intento enseñarles palabras en mi idioma y nos divertimos cuando se me escapa un "ayyyy" muy español", dice entre risas.
Toda una experiencia
Lucía no tiene dudas de que esta experiencia ha cambiado su vida. "Recomiendo mucho vivir algo así. No es solo se trata de mejorar el inglés, sino también de aprender a adaptarse, a apañarse por una misma, probar nuevos deportes y hacer cosas nuevas", afirma con entusiasmo.
Para ella, la clave está en salir de la zona de confort. "Estoy muy contenta con mis amigos, con lo acogedora que es la isla y con todo lo que estoy aprendiendo. Ojalá todo el mundo pudiera vivir una experiencia como la que estoy viviendo yo", concluye.
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