Crónica de una visita Real
Una infanta a pie de calle... y de plaza
Su Alteza Real Elena de Borbón, taurina confesa y orgullosa y presidenta de Honor del I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos, celebrado en Zamora, vivió el viernes en la provincia una jornadada en torno a la Fiesta, en la que visitó la plaza de toros de Toro, a cuya feria la invitaron, y recibió con cercanía el cariño de los zamoranos en la calle

La infanta Elena sale de una tronera de los corrales de la plaza de toros de Toro. / Carmen Toro
El reloj de la torre más emblemática de la ciudad marcaba eso de las 11.30 h cuando la infanta Elena se apeaba del coche que había parado a un lateral del Ayuntamiento de Toro para recorrer a pie los escasos metros que había hasta su fachada principal de arcadas. Allí, la esperaban las autoridades locales —encabezadas por la alcaldesa, Ángeles Medina—, a quienes Su Alteza Real fue saludando, con un apretón de manos, uno a uno.
Ya en el recibidor del Consistorio, haciendo "pasillo", se encontraban los miembros de los Comités Organizador y de Honor del I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos celebrado en Zamora, del que la infanta aceptó el pasado año la Presidencia de Honor y motivo por el que recaló el viernes en la provincia. A ellos también los saludó del mismo modo la infanta.
Con un atuendo perfectamente pensado para un día amenazante de lluvia como lo fue, Elena de Borbón vestía en tonos marrones, casi preparada para una jornada de campo en cualquier ganadería, con bolso de mano y zapatos combinados y con un gorro de lluvia para guarecerse de la humedad. No le podía faltar un detalle taurino, no sólo por el motivo de la jorrnada, sino también porque son habituales en sus "looks". Un broche de alamar confeccionado en alambre ponía el toque más desenfadado sobre su americana.
Cuando la infanta entró en el Salón de Plenos del Consistorio —lleno hasta la bandera— para vivir el recibimiento oficial de la ciudad, los presentes prorrumpieron en aplausos como muestra de bienvenida popular a Toro. Porque, junto a los representantes de las autoridades y de los Comités del Encuentro, también los había de la sociedad toresana, como miembros de las asociaciones taurinas "La Verónica" y "Del Toro y su Tradición", o el empresario de la plaza de toros de Toro, Daniel Lozano, a quien la alcaldesa presentó a la infanta y aprovechó para invitarla a asistir a la próxima corrida que se celebrará en honor a San Agustín en el casi bicentenario coso toresano, donde habrá "muy buen cartel", le aseguró Medina.
Previamente, la infanta Elena había firmado en el Libro de Honor de la ciudad, lo que dio lugar a la primera anécdota con respecto a su altura porque la mesa sobre la que estaba le distaba sobremanera, lo que la forzaba a agacharse demasiado para poder escribir, por lo que le acercaron una de las sillas que utilizan los concejales en las sesiones plenarias. "Es que es muy alta", se oyó entre los presentes. Aunque Elena de Borbón es la más baja de los tres hermanos, sólo un centímetro menos que su hermana Cristina.
Tras recibir un ramo de flores de manos del primer teniente de alcalde, Carlos Rodríguez, la infanta y el resto del "cortejo" fueron caminando, "plaza arriba", como se dice en Toro, hacia la visita prevista a la plaza de toros. Mientras avanzaba bajo el paraguas que portaba la alcaldesa de Toro para resguardar a ambas, Su Alteza recibía las miradas y algunas muestras de cariño de los toresanos, parados en las aceras y en las puertas de comercios y bares, a pesar de la lluvia.
Con cercanía y actitud campechana, la infanta no dudó en saludar con la mano a muchos de ellos e, incluso, en pararse, en la puerta de la plaza de toros, con una señora que la agarró del brazo y le aseguró que es "más guapa en persona que por la tele", lo que despertó las carcajadas de la infanta, que le agradeció el cumplido.
Tras empaparse de la historia y singularidad de la plaza de toros de Toro —donde, incluso, se atrevió a meterse por una de las troneras que hay en los corrales—, que visitaba por primera vez, y hacer sendas visitas improvisadas al teatro Latorre y al palacio de los condes de Requena para admirar el capitel de una columna con la primera representación de tauromaquia en la arquitectura, la infanta Elena se trasladó a Zamora para, ya sí, recoger el documento de las conclusiones del I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos que la había traído a la provincia.
Su entrada en el palacio de La Encarnación de la Diputación fue la misma que en el Ayuntamiento de Toro: entre aplausos de cariño de los asistentes, puestos en pie. Durante el acto, en el que estuvo en su ambiente, la infanta Elena, observadora, no perdió detalle de todo lo que ocurría a su alrededor y reparó especial y reiteradamente en el retablo que preside la sala.
La mención por parte del presidente de la Asociación Internacional de Tauromaquia, William Cárdenas, a la afición taurina que sus hijos, "Froilán y Victoria Federica", han heredado de su madre hizo a la infanta esbozar una sonrisa cómplice con el cardenal venezolano Baltazar Porras, sentado a su derecha.

La infanta Elena recibe una manta zamorana. / José Luis Fernández
Y Su Alteza Real no podía irse de Zamora sin recibir obsequios de la tierra. Tras la entrega del documento de conclusiones, recibió, entre otros, un lote de productos de la gastronomía de la provincia y, lo que menos podía esperarse, pero, quizás, más necesario era en una mañana fría como lo era, fue una manta zamorana que hizo visible la sorpresa en la cara de la infanta, que no dudó en comprobar su tacto estampado en los colores de la Seña Bermeja.
Seguro que, antes de salir de Zamora, había perdido ya la cuenta de cuántas fotos se hizo durante la mañana porque la infanta no dudó ni negó fotografiarse con todo aquel que se lo pidió. Aunque, después y de manera privada, puso el broche taurino a su jornada en la provincia con una comida en la ganadería Toros Villalpando, en Fresno de Sayago, que, seguro, le hizo terminar con buen sabor de boca su visita a Zamora
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