8-M MUJER Doce meses, una causa

Nuria Roncero, inspectora jefa de la Policía Nacional de Zamora: "Tuve que demostrar que no saldría corriendo si venían mal dadas"

"Como jefa, tienes que ganarte el puesto, probar que no estás ahí por se mujer y que eres una más del grupo, entonces ya puedes organizar el trabajo"

Nuria Roncero Martín, inspectora jefe de la Policía Nacional.

Nuria Roncero Martín, inspectora jefe de la Policía Nacional. / José Luis Fernández

Las miradas ajenas se clavaban en aquella niña de corta edad que recorría Zamora montada en su bicicleta junto a su padre, algo insólito en las postrimerías de los años 70 del siglo pasado. Nuria Roncero Martín ya no dejaría de sentirse observada a lo largo de su vida, cada vez que vestía el traje de ciclista para entrenar y competir con la Escuela de Ciclismo que dirigía Mariano Quevedo o, décadas después, como inspectora de la Policía Nacional, profesión a la que se incorporó con 25 años.

Esta lazarina fue una de las primeras jóvenes federadas a nivel nacional, directora de la Selección Española de Ciclismo. Su padre, integrante activo del Club de Ciclismo en Zamora fue quien metió el gusanillo de este deporte a Nuria, que terminó siendo ciclista. Compitió y tuvo cargos técnicos, auténtica abanderada. Nacida en 1968 , cuando el franquismo cercenaba la vida de la mujer, siempre tutelada por el padre o el marido si se casaba, rompió estereotipos. Fue la artífice de que Zamora acogiera la primera concentración de preparación de la incipiente Selección Española, se encargó de la logística: "me traje a las 18 ciclistas del equipo, al médico, al masajista, al mecánico y los vehículos, toda la infraestructura nacional". Era 1991, ¡qué mejores carreteras para entrenar que las de Zamora!

Nuria Roncero Martín, inspectora jefe de la Policía Nacional.

Nuria Roncero Martín, inspectora jefe de la Policía Nacional. / José Luis Fernández

Licenciada en Psicología en el año 1992 llevada por una vocación firme de "ayudar a las personas", la escasez de trabajo de aquellos años le orientó a las oposiciones para psicóloga en cárceles, "pero vi que iba a tardar en aprobar, se presentaba gente con muchísima experiencia y era la más joven". Las de la Policía Nacional se cruzaron en su camino, "el segundo año saqué las de la escala ejecutiva y la de la básica". Se convirtió en la primera inspectora en todos los grupos operativos a los que fue destinada, "siempre en la calle con ellos", matiza. "La profesión me enganchó desde el minuto uno" y la llevó a misiones de riesgo. De eso va su trabajo ahora, tras el largo camino de 30 años, "me ha llenado muchísimo, no lo cambiaría por nada". Pamplona y la lucha contra ETA fue el primer destino de esta policía pionera, integrante de los grupos de trabajo de información sobre la "kale borroka", donde había otra mujer policía. "Éramos muy jóvenes y estábamos todo el día en la calle. El trato era de igual a igual porque ahí te jugabas mucho, la vida, teníamos muchísima confianza con el compañero, sabías que si venían mal dadas no podías salir corriendo. Había mucha unión, ese punto de protección mutua, quizás un poco más por ser mujer".

Tenías que demostrar que valías en todos los grupos operativos en los que estabas, en lo más básico

Continuó durante años siendo la única mujer en sus destinos, "siempre he estado sola". Y se repetía el patrón: "Tenías que demostrar que valías en todos los grupos operativos en los que estabas", en lo más básico, conducir, escribir, interrogar a un detenido", y en lo más complejo, "que no saldrías corriendo si venían mal dadas. A los hombres se les daba por supuesto todo eso o no se estaba tan pendiente, podías ver si valía o no a lo largo del tiempo, no se le condicionaba. Nosotras teníamos que entrar diciendo "yo puedo, no me quedo para atrás", siempre ha sido esa la dinámica", expone la inspectora jefa de la Comisaría de Zamora.

"Tuve que demostrar que no saldría corriendo si venían mal dadas"

Nuria Roncero, inspectora jefa de la Policía Nacional. / José Luis Fernández.

Le ha tocado derribar suspicacias desde que ponía el pie en una unidad, también como jefa, cuando tenía que organizar el trabajo, "tienes que ganarte el puesto, demostrar que eres una más, que no estás aquí por ser mujer, que sabes". A partir de ahí, "ya podías decidir y dar órdenes, pero no es fácil". Con 34 años llega a su tierra "como segunda del inspector jefe" Guillermo Vara Ferrero, hoy comisario. Fue jefa de la UFAM, un trabajo muy comprometido. Es una de las mujeres que han abierto camino a las nuevas generaciones, "se ha avanzado mucho en la Policía Nacional", afirma.

Antes, le destinaron a Servicios Centrales de Madrid. Vuelta con el hándicap de ser mujer, "iba para delincuencia económica, pero me metieron en la sección administrativa de tráfico ilícito de vehículos. Veía a mis compañeros del grupo operativo en el despacho de al lado, iba para allí, hablaba con ellos". La pericia de esta policía terminó por calar en los colegas e, inesperadamente, "un día me dijeron, "Nuria, vamos a la calle, ¿te quieres venir?", para allí que me fui. Ya no salí de policía judicial". Demostró que era arriesgada, inteligente, trabajadora, "tiempo después supe que me llevaron para ver si era capaz de estar en la calle o no". A un policía varón eso nunca se lo hacían, reconoce, "no se le cuestionaba". Estuvo en el grupo de policía judicial en Madrid, en investigaciones destacadas, como "a jefes de las primeras bandas de crimen organizado de países del Este en el año 2000", cuando comenzaba esa delincuencia en España.

"Tuve que demostrar que no saldría corriendo si venían mal dadas" | JOSE LUIS FERNÁNDEZ

Nuria Roncero, inspectora jefa de la Policía Nacional. / JOSE LUIS FERNÁNDEZ

De regreso a los grupos de información de lucha contra ETA, "fui la única mujer y jefa, nunca había habido una policía antes ni mientras estuve, estábamos 15 días a cada lado de la frontera". ¿Miedo? "nunca lo sentí, no te lo planteas, te gusta lo que haces. El cometido es el mismo que en otra unidad, solo es un trabajo un poco más delicado, de estar un poco en la sombra". Describe un trabajo "muy interesante, fue una experiencia muy buena. Aprendí muchísimo: templanza, a tener la cabeza fría, a pensar que todo está controlado y no pasará nada". Ha tenido más situaciones de peligro, de decir "de aquí no salgo", especialmente en policía judicial, donde hay más imprevistos, "como cuando íbamos a detener a un grupo de traficantes y entramos con el coche en donde estaban cargando mercancía y, de repente, entró otro coche, sacamos las pistolas todos..., era la Guardia Civil, en esos años había menos coordinación".

Tiene una medalla por participar en varias detenciones de causas destacadas. Inquieta y curiosa, con el ascenso a inspectora jefa decidió lanzarse a otra aventura en Senegal para formar a la policía de ese país con un programa de la UE relacionado con la emigración. Su ajetreada vida laboral solo se detuvo para dedicarse de lleno a sus dos hijos, "se lo debo por las noches que han pasado sin mí".

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