Miradas de Zamora: el reto de una generación
En la Edad Media, levantar una catedral o un puente era un desafío arquitectónico y un compromiso generacional que podía extenderse durante décadas

Fernando Esbec
Encender el televisor y ver en las noticias cómo una empresa china ha levantado un edificio de viviendas, un rascacielos o un puente en cuestión de horas ya no resulta sorprendente. Un vídeo a cámara rápida muestra en segundos las ventajas del sistema modular, habitualmente de acero inoxidable, capaz de transformar paisajes urbanos en un abrir y cerrar de ojos; cuando en otros momentos de nuestra Historia, el levantamiento de infraestructuras monumentales, como catedrales o puentes, podía requerir décadas, incluso siglos, de dedicación.
En comparación con este vanguardista método de construcción asiático, las infraestructuras que hoy reconocemos como emblemas del continente europeo tardaban años en elevarse y suponían el reto de toda una generación. El arquitecto que concebía el diseño no solía ver la obra terminada, y en el trabajo de peones se pasaban el testigo padres e hijos. Por eso, la obra resultante tenía que ser símbolo de una época y representar el sentir de todo un pueblo. El tiempo y el esfuerzo imprimen valor; lo inmediato se vuelve intrascendente.
En el nuevo episodio de 'Miradas de Zamora' —una serie original de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA—, el arquitecto Francisco Somoza reflexiona sobre el crecimiento urbanístico de la ciudad con el paso de los siglos. Destaca cómo Zamora pasó de crecer "muy lentamente" a experimentar un desarrollo "desproporcionado" a partir de la segunda mitad del siglo XX. Somoza también explora los contrastes entre las técnicas constructivas modernas y las propias de la Edad Media, cuando erigir un puente era "una auténtica hazaña".

La entrada al puente de Piedra desde la margen izquierda del río Duero / Fernando Esbec
El Puente de Piedra, que ha sobrevivido desde los siglos XII y XIII hasta nuestro tiempo, nació de los errores y aprendizajes del pasado. Lo fue su predecesor, un viaducto incapaz de resistir a las embestidas del río Duero durante las grandes crecidas, como explica el arquitecto zamorano en el vídeo, y que también carecía de los óculos que permiten al Puente de Piedra actual redirigir la fuerza del agua corriente abajo.
Este puente fallido fue el campo de pruebas para una estructura que ha superado la prueba el tiempo y lleva miles de años en pie. Los errores del pasado han sido los aciertos del presente. Y un puente que fue en su día símbolo de una generación de zamoranos ha llegado a nuestro tiempo convertido en legado e Historia viva de nuestra ciudad.
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