Entrevista | Javier Moya Morales Conservador de la Fundación Rodríguez Acosta y del instituto Gómez- Moreno

"El archivo Gómez-Moreno es un gran tesoro por descubrir"

"Hace falta su total digitalización y catalogación porque resulta necesario divulgar la amplia labor que llevó a cabo"

Javier Moya Morales en el Museo Etnográfico de Castilla y León.

Javier Moya Morales en el Museo Etnográfico de Castilla y León. / J.L.F.

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

El conservador de la Fundación Rodríguez-Acosta y del instituto Gómez- Moreno, Javier Moya Morales, ha participado en la jornada científica desarrollada este fin de semana en el Museo Etnográfico de Castilla y León sobre el historiador y arqueólogo que realizó los primeros catálogos monumentales de España, Manuel Gómez-Moreno, con motivo de la publicación del doble volumen "Manuel Gómez Moreno. Cartas para un catálogo monumental. Epistolario de Castilla y León (1900-1909)", de Josemi Lorenzo Arribas y Sergio Pérez Martín, que reúne un millar de cartas que escribió el experto durante la confección de sus estudios sobre Ávila, Salamanca, Zamora y León.

–¿Qué conserva el Instituto Gómez-Moreno?

–El Instituto Gómez-Moreno conserva el legado de don Manuel Gómez-Moreno Martínez y el de su padre, del mismo nombre, Manuel Gómez-Moreno González, conocido en el ámbito local de Granada. El padre era pintor, pero también tenía inquietudes históricas, la de historiador del arte y arqueólogo.

–De ahí le viene quizás al hijo.

–Efectivamente. El hijo desde muy pequeño vivió en el ambiente del padre. El padre le enseñó a investigar se puede decir. Se lo llevaba a los archivos desde que era un niño. De modo que, sin duda, su afición y su dedicación profesional procede de la del padre. El padre lo fue de un modo amateur, como aficionado. El hijo ya fue un profesional de la historia del arte y de la arqueología y toda una referencia. Vivió además 100 años, con lo cual le dio tiempo a escribir mucho y a investigar mucho. Tuvo una vida muy fructífera. Todo ese legado es material de museo. Hay desde piezas de museo como cuadros, pinturas, esculturas, objetos de todo tipo, artes decorativas y hay una gran biblioteca de más de 17.000 volúmenes. A ello se une un archivo personal, cuyo mayor contingente es el de Gómez -Moreno hijo, pero que incorpora el del padre, que él heredó. Y también el de la hija mayor, María Elena Gómez-Moreno Martínez, que también se dedicó a la historia del arte.

–¿Las obras artísticas se pueden visitar?

–Sí. El instituto contiene un museo que está abierto al público, como el resto de la fundación, donde están expuestas la mejor parte de esa colección. Hay desde hachas prehistóricas, pasando por vasos griegos, escultura medieval y española, pintura del siglo XVII con presencia de los grandes nombres como Alonso Cano, Zurbarán, Rivera o pintores más contemporáneos españoles, entre ellos autores como Sorolla o Fortuny.

–¿Qué puede decirnos de la parte documental?

– Es un gran tesoro que está por descubrir.

–¿Por qué?

–Porque no sabría decir qué proporción del archivo está catalogado al día de hoy, pero es muy pequeña.

–Usted mismo ha digitalizado, por amor a su profesión, las cartas sobre las que han podido trabajar en Granada los investigadores zamoranos Josemi Arribas Lorenzo y Sergio Pérez Martín.

–Había una presión que era el gran interés de los investigadores en consultar esos materiales. Aunque no hubiera medios, respondiendo al interés de los investigadores, había que darles algo en la medida en que se pudiera. Es una cosa muy personalista, pero eso es el momento ya de que acabe y de que empiecen las autoridades. Ese interés, sin duda, moverá a las instituciones a que, como se diría coloquialmente, a que se pongan las pilas. Yo creo que ahora ya sí estamos en condiciones.

–El archivo ha estado ha estado en manos privadas y desde hace cinco años lo gestiona la Junta de Andalucía. ¿Qué ha supuesto?

–El legado de los Gómez-Moreno pasa a la Fundación Rodríguez Acosta en el año 1972. En ese momento, la Fundación Rodríguez-Acosta se hace cargo de él y la primera medida es, tras efectuarse una pequeña exposición, para darlo a conocer y a partir de ahí crear un edificio, construir de nueva planta un edificio para contener el instituto, que se inauguró diez años después, en el año el 1982. La Fundación Rodríguez-Acosta se trata de una fundación privada con el nombre de un pintor, de José María Rodríguez-Acosta, un artista que deja como legado testamentario la fundación con todo lo que contiene a la ciudad de Granada. En principio con el museo en marcha, que no tiene todas las piezas todavía porque viven las hijas de Gómez-Moreno, ya se hace el legado. Paulatinamente fueron llegando fondos, tanto para el museo como para el archivo de la biblioteca. No obstante, no es hasta el año 2005 cuando llegó a Granada, procedente de la casa familiar en Madrid, la totalidad. Lo último que llegó fue precisamente el archivo. Había llegado una pequeña parte, pero en el 2005 llega el gran contingente del archivo. Y la fundación privada tiene unas condiciones económicas difíciles porque se sostiene con los aportes de la familia Rodríguez-Acosta y con patrocinios de las instituciones.

–¿Les afectó la crisis vivida en 2008?

–Se hizo sentir mucho y hubo momentos muy complicados. Con lo cual no se ha podido atender la digitalización y la catalogación del archivo como sería deseable. No obstante, algo se ha podido hacer, se ha podido digitalizar parte del epistolario, pero queda tantísimo por hacer todavía...

–¿Por qué eligió precisamente, entre el ingente archivo, el epistolario?

–Por la demanda de investigadores de Castilla y León. Es un epistolario no solo de una persona, es de una familia al final porque ahí se cruzan las cartas con el padre. El padre, alguien muy interesante también, con mucho criterio, con mucho que decir. Pero estaba también su esposa, primero su novia, luego su mujer, que nos da una faceta complementaria distinta, desde un punto de vista humano, que supone hacer ese trabajo fenomenal, casi quijotesco, de hacer esos catálogos monumentales, empezando además por Castilla. Un empeño muy del 98.

–En esos trabajos de campo el historiador conocería a muchas personas.

–Hay una red de personajes, de personas y de personajes, de los que más saben en este país y fuera del país, con los que está en comunicación Gómez Moreno. Y dudas que tiene, información que necesita o información que le piden está registrado en ese epistolario. Pensemos que es antes del teléfono, antes de las tecnologías actuales, y se quedó toda esa información registrada en el epistolario.

–Habla de que el experto consultaba tanto en España como fuera. ¿Cómo se ganó el respeto de la comunidad científica, de sus colegas historiadores del arte e historiadores?

–Al principio no le ayudaron. A la comunidad académica le sentó muy mal porque fue un nombramiento inesperado. Nadie sabía quién era este muchacho. Pensemos que no tenía ni 30 años cuando empezó a hacer el catálogo de Ávila, que fue el primero que llevó a cabo. Sin embargo, en cuanto se vieron los resultados, inmediatamente recibió el respeto que después siempre se le ha tenido, que solo se ha ido incrementando. Él venía apoyado por la red de contactos de su padre, que no se limitaba solo a este país. Los grandes investigadores europeos ya habían estado en contacto con su padre y con él mismo siendo muy jovencito. Él estaba en una posición de privilegio para acometer el gran trabajo de los catálogos monumentales.

A la comunidad académica le sentó muy mal porque fue un nombramiento inesperado. Nadie sabía quién era este muchacho y los grandes investigadores europeos ya habían estado en contacto con su padre y con él mismo siendo muy jovencito.

–O sea que nació en la familia adecuada en el momento preciso.

–Podría decirse y tenía una sensibilidad total y una formación asombrosa, ya que sabía árabe, sabía latín y sabía paleografía. Su padre se había encargado de enseñarle paleografía. Tenía un conocimiento hasta práctico del oficio verdaderamente adelantado a su tiempo, antes de que la historia del arte fuera una disciplina académica.

–La figura de Manuel Gómez-Moreno ¿qué intereses suscita actualmente?

–Hay mucha consulta telemática que se puede responder en la medida en que el archivo está catalogado, en ese tanto por ciento en que lo está. Lamentablemente, muchas veces, pues hay que decir que en este momento no se puede y esperamos que en un futuro próximo ayudarle.

–¿La catalogación facilitaría más la divulgación de todo su trabajo?

–Indudablemente. Sería lo deseable y se hará. Es cuestión de tiempo. Yo espero y deseo que con el nuevo régimen público que tiene la fundación se pueda acometer de una manera sistemática la digitalización y la catalogación del archivo, Yo creo que hace falta divulgar todavía mucho la gran labor que realizó Gómez -Moreno. Queda mucho por explorar todavía. Lo que se estudia ahora, lo que se va a conocer gracias a este libro, es el epistolario. Todavía quedan todos los miles o decenas de miles, diría yo más bien, de documentos donde fue anotando sus apreciaciones, lo que estaba viendo, y todo eso trufado con cientos, miles también, de pequeños croquis, de dibujos que son documentos extraordinarios para el conocimiento de los edificios y de las piezas que catalogó. Queda todavía muchísimo campo todavía por explorar.

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