Miradas de Zamora: barcos de piedra en el Duero
Las aceñas son como embarcaciones varadas en el río que explican cómo el ingenio humano transformó la fuerza del agua en energía

Fernando Esbec
Las aceñas llevan siglos varadas en las orillas del río Duero. Cinco conjuntos de piedra distribuidos por el cauce del río como signo de un tiempo en el que la tecnología era todavía rudimentaria y se basaba en aprovechar la fuerza de la naturaleza. Entonces, el ser humano construía máquinas de apariencia sencilla, pero capaces de asegurar la subsistencia de toda una comunidad y fomentar su progreso.
Hoy, la tecnología ha avanzado a niveles que superan el entendimiento común, desde la computación cuántica y la comunicación vía satélite hasta los viajes espaciales, la biorrobótica o la nanotecnología médica. Estos desarrollos están a años luz de una estructura de piedra que emplea la corriente del agua para moler grano, pero cada invento refleja una etapa de la evolución humana y, de alguna forma, una innovación no sería posible sin la otra.

Un grupo de patos, en la playa de los Pelambres de Zamora / Fernando Esbec
Sobre el ingenio de los habitantes de la Zamora medieval y el valor patrimonial de las aceñas habla el arquitecto Francisco Somoza en el décimo episodio de 'Miradas de Zamora' —una serie original de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA—. "Las aceñas son la expresión de cómo el hombre es capaz de convertir la fuerza de la naturaleza en energía aplicable". "El aprendizaje que de eso podemos obtener es grande y el respeto que en consecuencia merecen más grande aún", asegura Somoza en esta entrega.
A pesar de los estragos provocados por el paso del tiempo y el abandono sufrido por las aceñas de Olivares durante la industrialización, se emprendió un proyecto de rehabilitación para convertirlas en el Centro de Interpretación de las Industrias Tradicionales del Agua, dirigido por el propio Somoza y Pedro Lucas del Teso. Ambos se enfrentaron al desafío de desentrañar la estructura original de estas edificaciones y ser capaces de resaltar su valor histórico, funcional y simbólico.
Heráclito afirmó que nadie se baña dos veces en el mismo río, ya que ni el agua que fluye ni la persona que se sumerge en él son siempre las mismas. Por otro lado, la paradoja de Teseo cuestiona si un objeto sigue siendo el mismo cuando se reemplazan todas sus partes... Pues bien, el río Duero de hoy no es el de siglos atrás, y las aceñas ya no conservan ni su uso original ni las piedras que las formaron en sus inicios; sin embargo, el conjunto mantiene viva la identidad, ayudándonos a comprender lo que fuimos y cómo hemos llegado hasta aquí.
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