Entrevista | Emilia Subiñas de la Cruz Paciente y voluntaria de la AECC en Zamora
"El cáncer me ha dado la posibilidad de conocer gente que ya es como familia"
"Lo que se necesita durante el tratamiento es acompañamiento, porque hay momentos en los que caes y es un proceso muy duro"

Emilia Subiñas, en la caseta que la AECC de Zamora tiene estos días en Santa Clara. | Cedida
B. B. G.
Con una actitud siempre positiva, Emilia Subiñas de la Cruz ha superado dos cánceres y es una de las voluntarias más activas en la sede zamorana de la Asociación Española Contra el Cáncer. Estará en la jornada sobre el cáncer de mama de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA para compartir su experiencia en la mesa redonda de este jueves, a partir de las 18.00 horas, en el salón de actos del Campus Viriato.
–¿Qué opina de este tipo de jornadas en las que se dan a conocer aspectos más concretos sobre el cáncer?
–Me parece una buena oportunidad para que la gente pueda transmitir su experiencia y sea escuchada en un foro diferente. Así el auditorio entiende nuestra situación y todo el proceso por el que pasamos.
–En esta ocasión, el foro de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA se centra en los estigmas sociales y laborales que sufren los pacientes una vez que superan la enfermedad. ¿Ha notado usted ese problema, personalmente?
–Lo cierto es que no, afortunadamente. De joven, trabajé con mis padres en una carnicería y, una vez que me casé, me dediqué a ser empleada de hogar, por el trabajo de mi marido, que iba teniendo diferentes destinos. La gente siempre me ha tratado bien, incluso diría que con más cariño todavía, cuando comenzó la enfermedad. Una vez recuperada, lo cierto es que no he vuelto a trabajar por las secuelas que me quedaron en el brazo derecho, ya que me dijeron que tenía que cuidarme. Aun así, a los cinco años del cáncer de mama, me tuvieron que operar de un linfedema. Ahora lo tengo bastante controlado, en buena parte gracias a la Asociación Española Contra el Cáncer, a cuya sede voy una vez al mes para recibir masaje en el fisio, para mantener bien el brazo.
–¿Es importante el apoyo que se recibe desde la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer en Zamora?
–Allí encuentras apoyos y ayudas muy necesarios. Personalmente, para mí ese acompañamiento ha sido imprescindible desde el inicio de la enfermedad, cuando dejé de trabajar, tanto por el apoyo de todos los trabajadores como de las amistades que he hecho en este tiempo. Siempre digo que el cáncer me ha dado la enfermedad, pero también la posibilidad de conocer gente que, para mí, es ya como una familia. Tengo unas amistades buenísimas.
Variedad de ocio
–¿En qué actividades participa dentro de la asociación?
–Los lunes voy a coser los corazones que regalamos a las personas que están hospitalizadas, recién operadas. Se trata de cojines que ayudan a tener el brazo bien colocado. Y ese día por las tardes estoy en el grupo de marcha nórdica. Los martes me apunto a los paseos saludables, los miércoles a gimnasia y los viernes a natación. Además, estoy dentro del voluntariado, ayudando en todas las campañas que ponen en marcha.
–¿Considera que las personas que ya han pasado por el proceso de la enfermedad pueden ayudar mejor a los que acaban de enterarse del diagnóstico?
–Por supuesto. Por ejemplo, cuando estoy en la caseta de la asociación se acerca mucha gente para compartir su historia y escuchar la tuya. También se les habla de la propia asociación y de todos los servicios a los que pueden acceder, contándole tu propia experiencia. Pero, si se acercan a la sede, allí estará la psicóloga, que es quien mejor les puede orientar, aunque yo estoy para cuando quieran desahogarse conmigo y ser escuchados.
Un apoyo necesario
–Cuando se está en el proceso de recuperación, ¿es duro escuchar ese ánimo que te obliga a estar fuerte y seguir hacia delante?
–Depende mucho de cada uno. En mi caso, siempre me han tratado muy bien y estoy encantado con la gente con la que me relaciono y con el ánimo que me han ofrecido en su momento. Lo que se necesita durante el proceso del tratamiento del cáncer es, sobre todo, acompañamiento, porque hay momentos en los que vas a caer y es un proceso muy duro, en el que también te puede dar malas noticias, como el tener que volverte a operar después de ver algo negativo en alguna revisión. Ahí vuelves al llanto, pero es importante vivir el día a día y coger fuerzas poco a poco.
–¿Uno mismo es el que mejor se puede animar, al final?
–En mi caso, intenté cuidarme mucho físicamente, para verme bien. Por ejemplo, con el tratamiento a mí se me cayó el pelo, pero seguía pintándome y arreglándome, aunque la procesión fuera por dentro. La actitud de cada uno hace mucho.
Ganas de vivir
–¿Ver cómo lo han superado los demás también ayuda?
–Da mucha fuerza, claro que sí. Ver a gente que le han operado hace varios años y están aquí, con alegría y ganas de vivir. Así que tú también puedes hacer lo mismo, no vas a ser menos. En mi caso, hace diez años que me operaron de un cáncer de mama, pero solo tres de un cáncer de riñón. Y sigo adelante con mis cosas, creo que todo es cuestión de actitud, ser siempre positivos. A veces funciona y otras, según la enfermedad, es más fácil decirlo que cumplirlo, eso es cierto.
–¿No hay que dejar que el cáncer sea el centro de su vida?
–Para nada. Muchas veces me dicen que, estando todo el día con actividades de la asociación, no se desconecta, pero lo que no saben que es quedamos para pasear o para tornar un café y el cáncer o está en nuestra conversación, que no hablamos de la enfermedad, sino de otras cosas importantes de la vida.
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