Entrevista | Francisco Javier Goenaga Obstetra y Ginecólogo

"La prevención efectiva del cáncer de mama radica en unos hábitos de vida saludables"

"El foco suele ponerse en el diagnóstico y el tratamiento, pero no en las secuelas físicas, emocionales o sociales"

El doctor Francisco Javier Goenaga, en su consulta.  | Cedida

El doctor Francisco Javier Goenaga, en su consulta. | Cedida

B. B. G.

Como representante de Recoletas Salud Zamora, el ginecólogo Francisco Javier Goenaga impartirá la ponencia de esta nueva edición de la Jornada de Cáncer de Mama que organiza LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA en el Campus Viriato de Zamora el próximo 17 de octubre.

–¿Cómo reaccionan en la actualidad las mujeres cuando se les diagnostica un cáncer de mama?

–Suele generar tristeza, incertidumbre o miedo, pero el mayor conocimiento que tiene la población general sobre de la enfermedad ha condicionado que, una vez pasado el "shock" inicial, las actitudes, en la mayoría, sean más proactivas y positivas. La supervivencia, opciones terapéuticas y estrategias preventivas han condicionado una mayor sensación de control en la mayoría de las pacientes.

–¿Es uno de los tumores que tienen una mayor tasa de supervivencia?

–Sin perder la perspectiva de que el cáncer de mama es una enfermedad compleja, en líneas generales tiene mayor tasa de supervivencia, especialmente si se detecta en etapas precoces. Gracias a los avances en el cribado, diagnóstico y tratamiento, la tasa de supervivencia a cinco años supera el 90% en muchos casos.

–¿Siguen siendo vitales los chequeos habituales para prevenir esta enfermedad?

–Es fundamental guardar unos hábitos de vida saludables, ahí radica la prevención efectiva. Los chequeos y las pruebas de "screening" constituyen en su conjunto una estrategia que en Medicina denominamos prevención secundaria y que radica en detectar los tumores en fases iniciales, cuando hay más opciones curativas y mejor respuesta a los tratamientos. No se está evitando la enfermedad, que ya está presente, sino la mayor parte de sus potenciales consecuencias. A pesar de que existen controversias sobre si la autoexploración o el cribado mamográfico reducen la mortalidad en cáncer de mama, la mayoría de sociedades científicas recomiendan dichas estrategias, pero abogando por que la metodología de despistaje sea individualizada, personalizando la edad de inicio, el tipo de prueba y la periodicidad de las mismas. Es decir, no ha de ser para todos lo mismo sino para cada uno lo que necesite. Ahí es crucial nuestra figura, no tanto para realizar o indicar las pruebas, sino para ponderar su necesidad.

Cuándo empezar

–¿Cuándo hay que empezar a realizarse mamografías?

–No existe una respuesta única y correcta para todas las mujeres, ya que el riesgo individual varía muy ampliamente. La estrategia de despistaje debe ser planificada en base a las características personales de cada mujer, como su historia familiar, factores genéticos, antecedentes personales de patología mamaria y otros factores de riesgo. Para decidir la conducta más eficaz y hacer partícipe a la paciente de todo el proceso, que conozca los riesgos y beneficios del cribado, es fundamental la orientación médica. En términos muy generales, en mujeres con un riesgo promedio se recomienda con mamografías entre los 45 y 50 años, realizándolas con periodicidad bianual, hasta los 70 o 75 años. Para mujeres con alto riesgo, se puede indicar iniciar antes las mamografías, en torno a los 30 o 35 años, o utilizar otras estrategias de cribado, como la resonancia magnética. Para los varones no existe una estrategia de cribado eficiente.

–El factor genético es importante, pero, ¿hay algo que esté en nuestra mano para anticiparnos a la enfermedad?

–Es innegable que el factor genético juega un papel clave en determinados casos de cáncer de mama, pero hay medidas que podemos tomar para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Mantener un estilo de vida saludable es fundamental: una dieta equilibrada, ejercicio regular, evitar el consumo de alcohol y tabaco son factores que diminuyen mucho más de lo que pensamos el riesgo de desarrollar un tumor, tanto en una paciente predispuesta genéticamente como en la generalidad de las mujeres y los hombres. Dentro de las medidas que se han demostrado más eficaces en la reducción del riesgo está el hecho de amamantar, especialmente durante períodos mayores a seis meses. Es fundamental apoyar la lactancia materna exclusiva, no sólo por los grandes beneficios que ofrece para el recién nacido en términos de nutrición, inmunidad y desarrollo, sino por el transcendental efecto protector que posee frente al cáncer de mama. Por último, existe debate respecto al papel de los tratamientos hormonales, como los que se emplean en los anticonceptivos hormonales o la terapia hormonal durante la menopausia, en relación con el cáncer de mama. Aunque no me gustaría transmitir "hormonofobia", sí que me gustaría recalcar que el empleo de estos tratamientos debe ser juicioso, idealmente con asesoramiento sanitario y de forma individualizada. En términos generales, el riesgo absoluto de desarrollar cáncer de mama por el empleo de preparados hormonales comercializados en nuestro país es bajo y no supera los beneficios esperables de los tratamientos, especialmente si se usan durante períodos moderados, por lo que no deben tacharse de inseguros. También en mujeres con alto riesgo de cáncer de mama en los que exista patología hormono-respondedora que sea grave o afecte a la calidad de vida, el uso de hormonas es seguro a corto plazo.

Las secuelas

–Este foro se va a centrar en las secuelas que deja el cáncer de mama, ¿Cuáles son las más habituales?

–En términos de frecuencia son las secuelas psicológicas, aunque solemos pensar más en las secuelas físicas del tratamiento, como las alteraciones de la imagen corporal. Creo que existen pocos ejemplos en Medicina tan paradigmáticos respecto a las secuelas como puede ser el cáncer de mama. Incluso en los casos más precoces, en los que el tratamiento puede ser sencillo o percibido como poco agresivo, el diagnóstico impacta enormemente en el funcionamiento personal, de pareja, sexual y social de la paciente.

–También se va a tratar el estigma social que todavía existe alrededor de esta enfermedad, ¿se es consciente desde el ámbito médico de este problema?

–En el sector sanitario somos plenamente conscientes de que, a pesar de los avances y la mayor visibilidad social, aún persisten ciertos estigmas relacionados con el cáncer de mama. En el ámbito médico, debemos no sólo tratar el cáncer de mama desde el punto de vista clínico, sino también reconocer y abordar las implicaciones sociales y emocionales que tienen sus tratamientos. En esta línea, creo que el desarrollo de la perspectiva feminista ha sido especialmente relevante en nuestra concienciación. El estigma social que aún rodea el cáncer de mama no puede desvincularse de las cuestiones de género y de cómo históricamente la sociedad ha visto y tratado el cuerpo femenino. El cáncer de mama afecta una parte del cuerpo que está profundamente vinculada a las ideas tradicionales de feminidad y sexualidad y con un importantísimo simbolismo cultural. La pérdida o alteración del seno puede llevar a una crisis de identidad, autoestima o la percepción de perder atributos tradicionalmente asociados a la mujer, lo que se agrava por muchos estereotipos que siguen presentes en nuestra sociedad. Finalmente, muchas mujeres que enfrentan esta enfermedad se ven sometidas a una presión social para ser fuertes o luchar contra el cáncer de una manera casi heroica, sin espacio para procesar sus emociones, ya que se espera que, como mujeres, mantengan su papel de cuidadoras y continúen con sus responsabilidades, a pesar de la enfermedad.

También afecta a los hombres

–Aunque son minoría, este cáncer también afecta a los hombres.

–Es mucho más raro que en la mujer por el escaso desarrollo de la glándula mamaría en el varón, pero puede suceder igualmente debido a factores genéticos, hormonales o ambientales. El cáncer de mama en el varón representa menos del 1% de los casos de la enfermedad que seguimos en las consultas de Patología Mamaria. En cuanto al tratamiento, se sigue un enfoque similar al de las mujeres, que incluye cirugía, radioterapia, quimioterapia y terapia hormonal, dependiendo del caso. La reacción de los hombres al recibir un diagnóstico de cáncer de mama suele estar marcada por sorpresa y confusión, ya que muchos no asocian esta enfermedad con su género. Esta falta de conciencia lleva en muchas ocasiones a un diagnóstico tardío, porque no reconocen o no dan relevancia a síntomas mamarios menores o sienten vergüenza de consultar.

–¿Qué opina de este tipo de jornadas que acercan a la población en general temas de salud con los que ustedes tratan cada día?

–Cualquier evento que acerque a los profesionales sanitarios con la población es enriquecedor, ya que ofrece una plataforma para escuchar a los pacientes, educar a la sociedad y, sobre todo, transmitir que estamos presentes en todo el proceso de salud y enfermedad. Estas y otras jornadas son una oportunidad extraordinaria para mejorar no solo la atención médica, sino también la comprensión social de la salud como un todo. Considero que estas jornadas en particular son esenciales, especialmente por centrarse en las secuelas de la enfermedad, ya que permiten abordar aspectos que a menudo pasan desapercibidos en el enfoque estrictamente médico. Muchas veces, el foco está en el diagnóstico y el tratamiento, pero las secuelas físicas, emocionales, sexuales o sociales que aparecen o persisten después de los mismos son igual de importantes y requieren atención específica. Al dar visibilidad a las secuelas, se abre el espacio para discutir estrategias de manejo a largo plazo, incluyendo terapias físicas, apoyo psicológico, y la importancia del acompañamiento médico continuo, mucho más humanizado e integral.

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