Miradas de Zamora: la guinda pétrea
El cimborrio de la Catedral, una "intervención marciana" que fue ejemplo de construcciones parecidas en territorios vecinos

Fernando Esbec
El ser humano es reacio a los cambios. Adaptarse a nuevos hábitos o entornos implica un esfuerzo emocional y cognitivo, y el cerebro humano busca economizar energía por naturaleza. Lo nuevo nos asusta, nos obliga a hacer el esfuerzo por comprenderlo, pero pasado el tiempo y habiendo dejado atrás los primeros recelos, todo pasa a formar parte de una nueva normalidad en la que sentirnos tranquilos.
Lo mismo sucede con nuestro entorno. Las ciudades crecen, cambian y se transforman. Viejas estructuras se derriban para dar paso a otras nuevas; los entramados urbanos se reproducen como un hormiguero; y en ocasiones emergen elementos disruptivos que desafían la armonía de la ciudad. En ocasiones, se cometen aberraciones urbanísticas en pos del progreso y se erigen construcciones vanguardistas por el mero hecho de serlo, pero otras veces el tiempo da la razón y esa estructura que parecía no encajar lo hace como anillo al dedo.

El arquitecto zamorano Francisco Somoza dibuja la Catedral de Zamora y su cimborrio / Fernando Esbec
La Torre Eifel, construida para la Exposición Universal de 1889 en París, fue calificada de monstruosa y antiestética en sus principios; hoy es el símbolo más emblemático de la capital francesa. Los neoyorkinos consideraban excesiva la altura y el llamativo estilo art decó del edificio Chrysler, inaugurado en 1930, que hoy es una de las joyas arquitectónicas más apreciadas de Nueva York. Existen multitud de casos que engrosan la lista. Seguro que el cimborrio de la Catedral de Zamora también generó controversias en su día, pero en la actualidad se percibe como el elemento que corona la grandeza de la seo zamorana.
En el séptimo episodio de 'Miradas de Zamora' —una serie original de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA que se publica cada domingo y cuyo vídeo puede reproducir escaneando el código QR—, el arquitecto Francisco Somoza estudia las peculiaridades de este elemento discordante del paisaje zamorano.: "Es una especie de intervención marciana", asegura, pero "tan buena y tan interesante que fue ejemplo de muchas otras intervenciones parecidas en territorios vecinos".
A pesar de la grandeza de la cúpula gallonada, el arquitecto zamorano deduce que el relato de la ciudad no reside en la contemplación de sus elementos esenciales por separado; es su observación en conjunto lo que permite descubrir nuestra historia y la de nuestros antepasados. "Esa forma de verlo, de mirarlo y de admirarlo nos permite acercarnos más a a la comprensión de esos edificios y a su puesta en valor", concluye Somoza.
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