Cien días del Mercado de Abastos de Zamora: todos contentos en La Marina

El cambio de ubicación del Mercado de Abastos satisface a los industrial y a los negocios de hostelería del entorno

Clientes en los puestos de la carpa provisional de la Marina que hace de Mercado de Abastos, en la jornada de ayer. | Alba Prieto

Clientes en los puestos de la carpa provisional de la Marina que hace de Mercado de Abastos, en la jornada de ayer. | Alba Prieto

Hoy se cumplen cien días del traslado del Mercado de Abastos de la ciudad, el pasado 15 de mayo, a la carpa de la plaza de la Marina y la llegada de esa simbólica cifra de tres dígitos sirve para que industriales y negocios del entorno hagan un balance satisfactorio del cambio de emplazamiento.

1.- Ignacio Leal, en La Pinta de Oro. 2.- María Antonia Morán en su negocio de frutas y encurtidos. 3.- Ángel Domínguez en su puesto del mercado. 4.- Terraza del café Loft. 5.- Caja del bazar Tedi. 6.- Conchi Azcaray en su panadería. 7.- Marga Serrano en su puesto de embutidos. 8.- Pescadería de Antonio Vega. | Alba Prieto

1.- Ignacio Leal, en La Pinta de Oro. / Alba Prieto

Son conscientes de que se trata de una ubicación provisional y pese a ello algún industrial confiesa a modo jocoso que ya no tiene prisa en que esté reformado el edificio de Segundo Viloria e incluso sugiere, a modo de chanza, que el antiguo mercado se deje como Museo de Semana Santa.

Todos contentos en La Marina

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Bromas aparte, entre los comerciantes del Mercado de Abastos cuesta encontrar alguna voz crítica sobre el traslado. Aunque más satisfechos unos que otros, lo cierto es que casi todos confiesan que la mudanza les ha venido bien. En estos poco más de tres meses han comprobado que el cambio de ubicación les ha permitido hacerse con nueva clientela y tener más camadería con el resto de industriales, al estar todos más juntos.

Todos contentos en La Marina

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Ese sentir lo traslada Antonio Vega desde su negocio familiar de pescadería. Explica que han hecho bastante clientela nueva de la zona y no han perdido la de antes y "la gente de los pueblos acude más porque este parking es más grande". Para él, de estos cien días "lo más bonito es que la gente que ha venido por primera vez ha vuelto".

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Marga Serrano aprovecha un descanso en su puesto de venta de embutidos para admitir también el incremento de clientes porque "aquí vive más gente". A ello añade como aspecto positivo que en la carpa de la Marina están "mejor, todos juntos, no como allí, cinco arriba y cinco abajo".

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Del mismo modo, María Antonia Morán, una de las más veteranas vendedoras del mercado y a la vez la última en llegar a la carpa porque una baja laboral le tuvo unos meses fuera de juego, reconoce que en la nueva ubicación se ve "más gente, esto está más animado, da a gusto entrar" y a ello añade que "al estar todos juntos estamos más arropados y mejor", por lo que no hay prisa para volver al edificio de Segundo Viloria. De hecho, ella no tiene intención de hacerlo porque pretende jubilarse antes de los dos años que estará la carpa disponible.

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Unos puestos más allá, en la panadería Conchi, dos clientas confirman que les gusta la cercanía de los puestos de la carpa porque "antes estaba todo más esparcido", comenta una, mientras la otra cree que hay más puestos que antes y es la propia Conchita Azcaray la que tiene que corregirle y precisarle que hay dos o tres menos pero al estar más cerca unos de otros parece que hay más. En su despacho de pan y dulces constata que hay "bastante más gente que en el otro lado".

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Casi enfrente de ella se encuentra Ángel Domínguez, quien lleva 53 años en el anterior Mercado de Abastos y sigue siendo un nostálgico del lugar en el que ha pasado casi tiempo como en su propia casa. Es su hijo, del mismo nombre, quien también le ayuda en el negocio cárnico, el que ofrece una visión menos pasional y más pragmática de estos cien días, recuerda que la carpa, para ser algo provisional, está bien y que al principio del traslado hubo un boom de clientes pero luego ya se ha normalizado. Aunque hay caras nuevas al otro lado del mostrador confiesa que también se echan de menos algunas del anterior mercado porque hay gente mayor que vive para la zona del casco antiguo a la que la plaza de la Marina le queda más lejos para desplazarse. Aún así, su balance es "bueno, en general".

Todos contentos en La Marina

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Si los industriales y quienes residen en el entorno de La Marina muestran su satisfacción por tener el mercado más cerca, no menos contentos están algunos hosteleros ubicados en las proximidades de la carpa. El de La Pinta de Oro, Ignacio Leal, reconoce que en estos cien días ha notado que por las mañanas tiene más gente, tanto comerciantes del Mercado de Abastos como clientes que hacen una parada para tomar un café y un pincho antes de seguir con las compras. "Viene gente nueva, está funcionando muy bien", apunta.

No sólo él, también a otro establecimiento hostelero próximo, el café Loft, le ha afectado, y para bien, el desembarco del Mercado de Abastos. Su camarera Greta confiesa que se ven caras nuevas, aunque luego haya días mejores y otros peores en cuanto al negocio, pero sí que les ha beneficiado tener tan cerca el nuevo Mercado de Abastos. De hecho, no sólo vienen ahora comerciantes sino que cuando estuvieron instalando la carpa y las cámaras frigoríficas los propios trabajadores que se encargaban del montaje eran clientes de su negocio de hostelería.

"Lo más bonito de estos cien días es que la gente que ha venido por primera vez ha vuelto"

No ocurre lo mismo en el bazar Tedi, situado en la avenida Príncipe de Asturias y también próximo a la carpa de la Marina. Una de sus trabajadoras asegura mientras repone productos que ellos siguen teniendo la misma afluencia de clientes en su tienda y no ve que les haya influido ni para bien ni para mal la presencia del referente del pequeño comercio de alimentación de la ciudad.

Lo que es cierto es que en el entorno de la carpa del mercado ahora hay más vida por las mañanas que antes de fijarse esa instalación provisional. Los industriales ya no tienen tanta prisa por volver a su centenario emplazamiento y es por ello que su tema central de conversación ya no gira entorno a si arrancan o no las obras del emblemático edificio de Segundo Viloria. El hecho de que cien días después de la mudanza aún no hayan comenzado los trabajos de reforma no les quita el sueño. Con la perspectiva de los cien días, el cambio, pese a los inconvenientes de la provisionalidad, ha merecido la pena.

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