Futurible terna zamorana
Pablo Hernández Torres, Erik Sotelo Pérez y Ángel Casado Sánchez son alumnos de la provincia matriculados en la Escuela Taurina de Salamanca

Ángel Casado (izquierda) y Erik Sotelo (derecha), con sus capotes, en la Escuela Taurina de Salamanca. | C. T.
Pablo Hernández Torres, Erik Sotelo Pérez y Ángel Casado Sánchez. Podría llegar a ser un cartel de toreros zamoranos. Por el momento, se trata de una terna de chicos de la provincia que sueñan el toreo en la Escuela Taurina de Salamanca, de la que son alumnos desde hace más o menos tiempo.
Pablo Hernández, de 18 años y de Moraleja del Vino, es el que cuenta con mayor antigüedad en la escuela salmantina de toreros, dependiente de la Diputación Provincial, donde este año ha completado su tercer curso, y donde llegó atraído por ver en el del toro "una vida y un mundo bonitos", aunque no sin esfuerzo previo en casa ya que a sus padres "costó un par de años convencerlos" de que el deseo del joven Pablo iba en serio, a pesar de que, hasta entonces, había sido bastante ajeno al mundo del toro, del que "no sabía mucho".
Lo que más destaca Hernández es lo "muy bien" que se está en la escuela y el "buen clima" que se respira entre los compañeros, aunque asegura que también existe esa "rivalidad" propia de los toreros.
Además, el de Moraleja del Vino reconoce que la actividad que más le gusta es salir al campo, a tentaderos y ganaderías, y esa "sensación de adrenalina" que experimenta cuando se pone delante de una becerra.
Por su parte, Erik Sotelo Pérez acaba de despedir el que ha sido su primer curso en la escuela salmantina. El joven, a punto de cumplir 16 años, sí sabía lo que era ponerse delante de una becerra antes de entrar en la escuela porque eso fue, precisamente, lo que le impulsó a matricularse. "Fui una vez de tapia, le pegué unos pases a mi primera becerra y, cuando me pasó al lado, sentí una cosa que no me hace sentirla otra cosa. Y, desde ahí, quise apuntarme a la escuela" porque "lo que sentí ahí no lo he vuelto a sentir con nada más".
Antes de aquella experiencia, "entrenaba con mi tío de salón, que es el que, más o menos, me ha enseñado", cuenta Sotelo, que, con respecto al entrenamiento de toreo de salón que llevan a cabo en las clases prácticas en la escuela, donde acuden cuatro horas de las tardes de los lunes, miércoles y viernes, explica que "solemos torear muy despacio", y "los maestros nos corrigen los fallos".
Sotelo se refiere así, con gran respeto y admiración, a los tres profesores con los que cuenta la Escuela Taurina de Salamanca, los toreros de alternativa José Ignacio Sánchez —su director—, José Ramón Martín y José Javier Martín Corral, que están al frente de la formación práctica y teórica, y también en valores, de los alumnos.
Y es que, como suele decirse, la escuela taurina no es sólo el lugar donde aprender el oficio de torero, sino también es una escuela de valores. A ellos alude su profesor José Ramón Martín cuando explica que la escuela "inculca unos valores que, hoy en día, en la sociedad, a lo mejor, se están perdiendo en muchos aspectos", como los propios que "inculca la profesión" de torero.
"Aquí hay un espíritu de sacrificio porque sabes que, sin sacrificio, no se consiguen metas. Hay que tener mucha dedicación, mucha afición, el saber estar, la educación; hay una serie de connotaciones que vienen con la profesión y, si no te acoges a ellas, es muy difícil alcanzar cotas", explica Martín.
Eso es lo que intentan transmitir día a día a los 60 alumnos con los que cuenta el centro taurino, que tiene al completo su cupo y una lista de espera de otra docena de chavales que sueñan con llegar a ser toreros. La que sí ha conseguido embarcarse por el momento en la persecución de este sueño es Rocío, la única chica matriculada en la escuela.
Y en esos valores de la profesión de torero coinciden los tres aspirantes zamoranos, como el esfuerzo que se desprende de las palabras de Sotelo, que se apresura cada día tras salir del instituto al que acude en Zamora para llegar a tiempo a sus clases en la escuela: "como rápido y, o bien me traen mis padres, o cojo el coche de línea. Lo hago con mucho gusto y con mucha afición, aunque tenga que quitar tiempo de mi familia y de amigos, pero la verdad es que aquí estoy muy bien y, al final, vengo y lo hago porque quiero, porque es lo que más me gusta", expresa convencido.
"Aquí hay que premiar el esfuerzo y premiar al que trabaja y al que se sacrifica", cuenta uno de los profesores, Javier Martín, que explica que piden el boletín de notas académicas a todos los alumnos para "preservar que porque vengan aquí no va a haber ni absentismo escolar y controlar que no haya problemas". "Se empieza por prepararse y estudiar, eso es fundamental, pero no sólo para torero, para todo. Después ya, esa formación que tienes, a lo mejor, no la vas a necesitar, pero ya te ha servido para madurar en tu vida", expone.
El profesor José Ramón Martín destaca también ese esfuerzo del tercer alumno zamorano, Ángel Casado. "Ángel se sacrifica mucho y está viendo en sus propias carnes que hay que esforzarse". El alumno asegura, además, que la escuela le ha enseñado valores como la educación y el respeto.
Para Casado, de 12 años, este también ha sido su primer curso en la escuela. En su caso, la sangre torera corre por sus venas ya que su abuelo, Pedro Casado, fue novillero. De él, aprendió a mamar la afición por la tauromaquia, aunque "me contaba pocas cosas (de su carrera) porque se retiró muy joven".
La nueva generación de Casado se matriculó en la escuela con la intención de "llegar a ser torero" y asegura que se mira en diestros de conceptos tan diferentes como Morante de la Puebla y Juan José Padilla.
Casado destaca, además, que, al ponerse por primera vez ante una becerra, "al principio, era como un poco de nervios, pero también, emoción" y se muestra satisfecho del apoyo de sus padres desde el primer momento.
Sin embargo, a los padres de Erik Sotelo, "al principio, les costó un poco, pero, al final, insistiendo todos los días, me entendieron y me dejaron"; Sotelo agradece a su familia, "que es lo más importante", este apoyo, y también agradece "mucho al maestro Alberto Durán; a veces, entreno con él y me está ayudando mucho", se refiere al que, por el momento, es el único torero en activo de la provincia, pero que puede que, dentro de no mucho, tenga competencia zamorana.
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