20 años del 11-M: La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia

Rodolfo Benito, descendiente de Fuentesaúco y muerto en uno de los trenes del atentado terrorista de 2004, da nombre a una fundación que promueve la convivencia

Funeral de Rodolfo Benito Samaniego en 2004. |  ARCHIVO Y CEDIDAS

Funeral de Rodolfo Benito Samaniego en 2004. | ARCHIVO Y CEDIDAS / Archivo y cedidas

Pasaban unos minutos de las siete y media de la mañana cuando se hizo el caos en los trenes de cercanías de Madrid. Han pasado 20 años de aquello y el balance del mayor atentado terrorista registrado en Europa se mantiene en la retina no sólo de los más de dos mil heridos y de los familiares de las 192 víctimas mortales, también en la memoria colectiva de todos los madrileños, e incluso de los zamoranos.

Especialmente traumático resultó para quienes lo vivieron en primera persona, como el enfermero descendiente de la localidad zamorana de Prado Luis Mari Martín López. Entonces era voluntario del Samur en Madrid y ese día a primera hora de la mañana le saltó una alerta a través de la tecnología de la época –el mensaje SMS– con la indicación de que se presentara de forma urgente para colaborar en el dispositivo de auxilio a las víctimas. Trasladó a hospitales a más de una decena de heridos del tren de Alcalá de Henares que explotó en la calle Téllez de Madrid, ya cerca de la estación de Atocha, y en los días siguientes colaboró en dar ánimo a familiares de víctimas mortales que se acercaban a Ifema a la identificación.

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia / Alberto Ferreras

En uno de los trenes de Alcalá viajaba Rodolfo Benito Samaniego, un joven ingeniero de 27 años que procedía de parte materna de Fuentesaúco, donde pasaba los veranos. Fue uno de los 192 fallecidos, pero la familia de este zamorano supo dar un sentido a su muerte. Estando aún en el tanatorio decidieron plantar una semilla en favor de la convivencia y la tolerancia, valores que siempre defendió Rodolfo y son lo contrario de la barbarie terrorista.

Esa semilla cristalizó y hoy, veinte años después, es un robusto árbol enraizado en los derechos humanos, la concordia y el respeto al otro. El nacimiento de la fundación lo detalla su hermano Alejandro, que también habría viajado en ese tren de la sinrazón en el que perdió la vida Rodolfo de no ser porque poco antes cambió de trabajo. Hasta entonces los dos viajaban "en el mismo tren, en el mismo vagón y casi siempre en el mismo asiento", admite Alejandro, que resta importancia a esa circunstancia y prefiere centrase en hablar de su hermano y de cómo, cuando aún estaban velándole, "un grupo cercano de familiares y amigos decidimos rebelarnos, pensamos que aquello no podía quedar así, que tenía que perpetuarse de alguna manera la vida de Rodolfo".

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia / Alberto Ferreras

Así fue como se creó la Fundación Rodolfo Benito Samaniego, con el objetivo de mantener vivo el recuerdo de las personas que sufrieron el brutal atentado del 11 de marzo de 2004, contribuir a extender su memoria y los valores de paz, libertad y democracia. Rodolfo era "ingenioso, feliz, alegre y vital" y ese espíritu es el que han querido trasladar a la fundación, según comenta su hermano y vicepresidente del patronato. Admite que "él estaría orgulloso" de lo que han conformado a partir "de algo tan luctuoso y negativo" como ese atentado terrorista –el mayor habido hasta la fecha en Europa–, con una fundación que frente a "la violencia, el totalitarismo y la imposición mediante el miedo" ha optado por "la rebeldía de construir" a partir de los fuertes valores de tolerancia y convivencia que tenía su hermano.

El pasado viernes esa fundación celebró su acto central de homenaje a las víctimas del terrorismo en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares con la entrega de sus vigésimos premios anuales. Este lunes, los familiares de Rodolfo pasarán juntos la jornada porque es "un día especial, como cada 11 de marzo", pero lo harán en la intimidad. Alejandro reconoce que asume que los atentados del 11-M son un hecho histórico, por lo que no le molesta que en esta fecha se recuerde lo ocurrido, siempre que se haga "con profesionalidad y las imágenes estén tratadas debidamente, con sensibilidad de cara a quienes han perdido a un ser querido", reflexiona.

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia / Alberto Ferreras

A quien le cuesta más ver las imágenes, las rehúye y cambia de cadena cuando salen en el telediario es a Luis Mari Martín. Este zamorano confiesa que intenta "olvidar el pasado y aprender de él, todavía se me revuelve el estómago al ver las imágenes en televisión". Rememora que ese día fue un no parar: "íbamos y veníamos trasladando a víctimas", haciendo de enlace entre el hospital de campaña y los centros sanitarios.

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia

La víctima zamorana que transformó la semilla del odio en tolerancia / Alberto Ferreras

Entre los heridos había "de todo, algunos conscientes y otros inconscientes, nosotros trasladábamos a las personas que ya estaban más o menos estables, las más graves iban en ambulancias con soporte vital", indica. Martín López, que fue condecorado por su ayuda en los atentados y que 20 años después ejerce de enfermero en Madrid, admite que este 11-M no tiene intención de acudir a actos de homenaje porque es algo que para él "ya pasó, tuvo su momento y con aprender de lo ocurrido ya está". Quienes sí podrán manifestar en público su dolor y recuerdo por los fallecidos son todos los zamoranos.

Hoy, minuto de silencio

Este lunes a las 12.00 horas del mediodía está convocado en la plaza de Viriato un acto en memoria de las víctimas de los atentados del 11-M, al cumplirse dos décadas de esa atrocidad. Se guardará, frente al palacio provincial, un minuto de silencio por los fallecidos, atendiendo a una convocatoria de la Federación Española de Municipios y Provincias.

La concentración a buen seguro que no será tan multitudinaria como la movilización celebrada hace veinte años en Zamora el día después de los atentados. Está considerada una de las mayores, si no la mayor, manifestación que ha habido en la ciudad y las crónicas de entonces hablaban de 40.000 asistentes. Este lunes no habrá tantos, pero seguro que en la memoria de todos los zamoranos estará presente aquella jornada escrita en negro en el calendario de la historia del continente. Es el Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo.

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