Hace exactamente una semana, en las líneas de esta misma sección hablábamos de una de las tradiciones más importantes de la provincia de Zamora, las Mascaradas de Invierno. Para el que venga de nuevas, y a modo de prólogo de este ‘Volumen II’, esta festividad consiste en que en ciertos pueblos de esta tierra, determinada gente (suelen ser mozos solteros) se visten con máscaras y trajes y, portando cencerros e instrumentos fustigadores, generan desorden y llevan a cabo rituales simbólicos por las calles y las plazas.

Zamora, un Invierno de Mascaradas II

En Zamora se celebran un total de 19 mascaradas. Sin embargo, lo que en un origen se realizaba en los llamados Doce Días Mágicos, que es el periodo de tiempo que ocurre entre Navidad y Epifanía, con el tiempo se fueron trasladando a época de Carnaval o verano. Entre otras cosas por la prohibición de la Iglesia de celebrarlas en esas fechas o la falta de gente en los pueblos.

Zamora, un Invierno de Mascaradas II

¿Cuál es su origen, se preguntarán? Las mascaradas tienen su origen en la cultura prerromana de los pueblos lusitanos, ástures y vacceos de vestirse con forma de animales o demonios para desear un buen año de cosechas y alejar a los malos espíritus de la tribu.

Zamora, un Invierno de Mascaradas II

Hay que resaltar que esta tradición está muy ligada a la zona noroeste de la Península Ibérica. Estando también muy presentes en León (donde reciben el nombre de antruejos o antruidos), Salamanca (caben destacar sus vacas carnavelescas) y Portugal.

Mascaradas de invierno de Zamora

En la anterior entrega, habíamos tratado al Zangarrón de Sanzoles (26 de diciembre), el Tafarrón de Pozuelo de Tábara (26 de diciembre) y la Filandorra de Ferreras de Arriba (26 de diciembre).

Continuando, el mismo día, en Villarino Tras la Sierra, se celebra el Caballico y el Pajarico. El Pajarico es un mozo que tiene que cazar un pájaro y colgarlo en una estaca que lleva en la mano, mientras es acompañado del mayordomo. Mientras que los caballicos son dos jóvenes que sostienen dos cabezas de caballo de madera y su función es llenar de barro a todos los vecinos.

En Vigo de Sanabria, el 26 de diciembre, es costumbre la celebración de A Talanqueira o Visparra. Se trata de una procesión formada por as talanqueiras, los visparros, el ciego y el lazarillo y la filandorra. Aunque también es importante el fraile, que casa fingidamente a los mozos. As talanqueiras cumplen la función de atacar al público y a los visparros, portadores de tenazas y cencerros.

En Año Nuevo, en Sarracín de Aliste, se celebran los Diablos. Una tradición que reúne a un total de 12 personajes, siendo el grupo de los diablos el más importante, formado por el diablo grande y el pequeño, que persiguen a los vecinos. Y la filandorra y el rullón, que arrojan ceniza a la gente.

El mismo 1 de enero se celebra en Riofrío de Aliste los Carochos. Durante todo el día se desarrolla una auténtica obra de teatro en el que participan tres grupos. El de los carochos, que acabarán expulsados del pueblo, el de los guapos, que son los que pelean con los carochos, y el de los filandorros.

En Abejera se celebra en Año Nuevo los Cencerrones. En esta festividad, los personajes del cencerrón y la filandorra pelean contra el ciego, el gitano y el molacillo. Aunque en esta ocasión no hay ganadores ni perdedores y se termina con una chocolatada.

El 1 y el 6 de enero se celebra en Montamarta el Zangarrón, uno de los personajes más populares de las mascaradas zamoranas. Este personaje viste una careta hecha con corcho de colmena y porta un tridente en representación del diablo. Participa en las misas y felicita el nuevo año a los vecinos al pedirles el aguinaldo.

Por último, el 5 de enero, en San Martín de Castañeda se produce la celebración de la Visparra o Talanqueira. Estas últimas son representadas con un entramado de madera con cuernos en la parte delantera y rabo por detrás. Mientras que los visparros portan cencerros, tenazas y sables para colgar los productos que los vecinos entregan.

Las Mascaradas de Invierno son algo más que una celebración. Son una conexión con el pasado. Una forma de mezclar las costumbres que ya no se dan, con la vida actual del municipio. Un motivo de alegría y una tradición de la que todos los habitantes de esta tierra llamada Zamora se sienten orgullosos.