Cuando una familia decide internar a una persona mayor en una residencia, su objetivo es que ese ser querido esté atendido de forma adecuada y se sienta como en casa. Cumplir ese deseo es, precisamente, el objetivo del Grupo Matellanes en todos sus centros; también en el Virgen del Rosario de El Puente de Sanabria, un recinto que da servicio a la comarca y que recibe, generalmente, a personas nacidas en el entorno.

Una residencia para sentirse como en casa

Así lo explica su responsable, María Matellanes, que recuerda que “el sanabrés es muy de su tierra”. De ahí que prácticamente un 90% de los usuarios de la residencia Virgen del Rosario proceda de la zona: “Es gente que, en muchos casos, ha emigrado, sobre todo a Madrid, pero que quiere volver”, explica la responsable de un complejo en el que la idea es ofrecer todas las facilidades y comodidades para que la vida sea lo más agradable posible.

El centro se abrió en el año 2012, con una muy buena infraestructura y prácticamente adaptado de base a la nueva normativa residencial que está actualmente en vigor. Se trata de una residencia de cuatro plantas, con salas comunes, habitaciones adaptadas a los niveles de movilidad de las personas e incluso un ala especialmente preparada para usuarios con demencia.

También hay salas de terapia y rehabilitación y un centro de día que funciona especialmente en los meses de verano, con personas mayores que acuden a la comarca a disfrutar del periodo estival. Actualmente, el centro cuenta con 62 plazas residenciales y otras 23 para un centro de día que abre de lunes a domingo, porque “la asistencia no entiende de festivos”, como destaca María Matellanes.

Durante la pandemia, como ha ocurrido en muchos de los centros residenciales del país, el Virgen del Rosario tuvo que afrontar una crisis por culpa de un brote de COVID que sus responsables achacan a la macrofiesta organizada en agosto en Vime de Sanabria, a unos kilómetros de El Puente, y que pudo suponer el foco inicial de un aumento de los casos en la zona.

En ese sentido, María Matellanes aclara que la residencia tomó las medidas que humanamente estaban a su alcance. Ella misma se contagió y su hijo tuvo que ponerse al frente y pasar un mes sin salir de la residencia. “Tengo mucho que agradecer a todos los trabajadores que acudieron a nuestra llamada y se entregaron en cuerpo y alma”, explica la responsable del Virgen del Rosario, que se siente “orgullosa” de la implicación de su familia y del resto del personal.

María Matellanes también incide en que, tras el brote detectado en la residencia a principios de septiembre, la Gerencia de Servicios Sociales agradeció a la residencia su implicación y su ayuda, así como la supervisión prestada durante la pandemia para que el centro funcionase a pleno rendimiento sin necesidad de ser intervenido. Otro motivo de orgullo más.

Ese sentimiento es extrapolable a los cuatro centros que tiene el Grupo Matellanes, tres más en Zamora y otro en Salamanca capital. “Tenemos 350 residentes a nuestro cargo y, en este momento, 185 trabajadores, aunque en algún momento rondamos los 200, muy por encima del ratio al que nos obliga la Consejería de Familia”, apostilla María Matellanes.