Incontables baches que desestabilizan el coche, manadas de ciervos que cruzan el trazado, puentes estrechos y demasiado inestables... Esto es lo que se encuentra un conductor cuando inicia su camino por la carretera nacional 631, que más que una travesía irrelevante hasta su destino, se trata en muchas ocasiones de una odisea.

Todos estos obstáculos hacen que la N-631, que cubre el recorrido desde el cruce de Mombuey hasta Zamora, sea considerada una de las vías más peligrosas del territorio nacional. Según datos de la Dirección General de Tráfico, desde enero se han producido hasta 35 accidentes en esta carretera, o lo que es lo mismo, más de un accidente por semana. Por fortuna, solo una persona involucrada en los incidentes sufrió heridas leves.

La cifra resulta aún más alarmante si tenemos en cuenta que hemos vivido un confinamiento de casi tres meses y que solo estamos a mediados de 2020. El despiece de esta estadística refleja que 25 accidentes se produjeron antes del confinamiento, tres tuvieron lugar durante el encierro y otros siete se han lamentado desde que se levantó el estado de alarma.

La N-631 ha sido objeto de debate político desde hace más de un lustro. Desde hace un tiempo, la oposición correspondiente ha utilizado este trazado como un arma arrojadiza contra el partido que esté en el gobierno. Su remodelación profunda ha estado encima de la mesa en varias ocasiones, pero no ha terminado de concretarse. Son muchas las voces que exigen el arreglo de la vía, pero las más destacadas son las de los ciudadanos que se ven obligados a recorrerla en su vida diaria.

José Herrero es conductor de la Junta y realiza el trayecto Villardeciervos-Zamora durante cinco días a la semana. Reconoce que la N-631 "está indecente", pero considera que el mayor problema de este camino son los animales. "Los baches causan problemas, pero lo más peligroso es el paso de los animales, especialmente de los ciervos. No he sufrido ningún accidente, pero una maestra que solía ir con nosotros destrozó su coche al impactar con un ciervo", declara.

La presencia de animales en los aledaños del trazado hace que mucha gente se lo piense a la hora de viajar cuando apenas se atisba la luz del sol. "Las horas más peligrosas son por la mañana, cuando los animales bajan a comer, y al atardecer, que es cuando más se mueven", concluye el conductor.

Manuel Vega es un albañil, que, al igual que José, realiza el recorrido entre Villardeciervos y Zamora, pero a la inversa. Manuel afirma que el estado de la N-631 es "muy, muy malo, con tramos donde está todo bacheado" y que el peligro de los ciervos es muy elevado, ya que "prácticamente todas las semanas se produce algún incidente".

El paso de los animales y las malas condiciones del trazado son los principales problemas, pero no los únicos. Javier Pizarro, maestro, recorre la N-631 de lunes a viernes entre septiembre y julio para ir desde Monfarracinos hasta Ferreras de Arriba, lugar en el que trabaja.

Al igual que José y Manuel, reconoce el problema del paso de la fauna por la carretera, pero incide en otro contratiempo que dificulta su travesía diaria. Javier denuncia que El Puente de la Estrella, que cruza el Embalse de Ricobayo, es un paso muy problemático en días de niebla. "Muchos días no se ve de un lado al otro del puente, por lo que tienes que meterte a ciegas. Si viene un camión o un autobús, tienes un problema", declara el maestro.

El Puente de la Estrella no es el único estrechamiento por el que tienen que cruzar los conductores. El Puente Tera y el Puente Ciervas son dos pasarelas separadas por escasos metros a tan solo unos kilómetros del cruce de Mombuey, punto donde finaliza la N-631. Su complexión estrecha y las prolongadas curvas que los suceden han sido motivo de varios accidentes a lo largo de la historia, especialmente de camiones.

Otro de los tramos más complicados es el intervalo entre el propio Puente de la Estrella y Pozuelo de Tábara. La semana pasada, el exprocurador Manuel Fuentes calificaba este segmento como "el peor tramo de una carretera nacional de toda España".

Los múltiples percances producidos durante años no han sido hasta la fecha motivo suficiente para arreglar una carretera en la que diariamente se juegan el tipo trabajadores esenciales como los sanitarios.

Además, las pocas posibilidades que ofrece el transporte público en los pueblos obligan a coger el coche de forma casi irremediable. Pero ni siquiera las necesidades y urgencias provocadas por la pandemia parecen haber acelerado el proceso.